Clasificación + 18
CAP. 5 Que Error
El día que tanto había
esperado Katherine había llegado, su encuentro con su mejor amiga
había resultado un éxito. La emoción que sentía y las ganas que
tenía de verla no se comparaban a ninguno de los tesoros del mundo.
Aunque a pesar de todo, su corazón había quedado roto en pedacitos
el momento en que ella no la había reconocido, la había destrozado
por completo. Sin dejar que sus debilidades la superarán, levantó
la cabeza y lo aceptó todo, con el deseo de que todo sería resuelto
lo más pronto posible.
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La noche había pasado
sin que Katherine hubiera podido pegar ojo después de todo lo
ocurrido. No paraba de pensar en como podría ayudar a su amiga, y se
culpaba a si misma por no poder estar con ella. Sin quejarse se
levantó de su cama, haciendo un movimiento rotatorio de cabeza con
la intención de relajar los músculos de su cuello, miró a un lado
buscando su móvil que lo tenía debajo de la almohada y estiró el
brazo alcanzándolo y comprobando la hora. Todavía era pronto, había
quedado con Park Shi Hoo a las diez. Se puso en pie y se dirigió a
la ducha con la intención de poder relajarse un poco y olvidar lo
sucedido.
Tras unos minutos salió
de la ducha con una imagen mucho más fresca. Caminó hacía el
tocador abriendo uno de los cajones y cogiendo su secador de pelo, y
volvió a dirigirse de nuevo al baño. Parada enfrente del espejo,
secando su corto cabello, se detuvo mirándose a si misma y suspiró
- No te preocupes… - dijo en un hilo de voz
Y con una sonrisa forzada
que se dibujó en su rostro, deseó borrar todo lo que sentía.
Pronto ya se encontraba
sentada desayunando sola, en aquella grandísima suite, donde se
suponía que iba a alojarse con Nana. Aún con su albornoz se dirigió
a su armario en busca de algo para ponerse y sin tardar mucho sus
ojos se posaron sobre un vestido negro de tela fina, cuello tipo V,
que dejaba verse gran parte del pecho y con la espalda descubierta.
Lo acompañó con un chal rojo, y un bolso de mano del mismo color.
De pronto sintió sonar su teléfono y corrió a por el para
contestar.
- Ahora bajo
Guardó su móvil en el
bolso y abrió uno de los cajones de la mesita de noche. Sacó unos
álbumes de fotos y photobooks que tenía pensado llevarles. Se
dirigió hacia la puerta, poniéndose sus botines y saliendo,
cerrando tras ella la puerta de la suite
Suspiró al llegar a la
puerta principal del hotel, la abrió y guió su mirada hacía todos
lados, buscando a aquel chico. Alguién le tocó el hombro, y ella
cargada con los álbumes se dio la vuelta encontrándose con él.
Sin mucho que decir le
saludó con un simple hola.
- El coche está en el aparcamiento – dijo inclinándose hacía ella con intención de coger los álbumes
- Que haces..? – dando unos pasos atrás
- Los álbumes… - mirándola – no es de buenos modales dejar que una mujer vaya tan cargada – y le guiñó un ojo
- No esta b…
Antes de que pudiera
acabar de hablar, Shi Hoo le quitó todo lo que llevaba encima, y se
dio la vuelta dirigiéndose hacia su coche. Katherine con una sonrisa
que se le había dibujado en el rostro inconscientemente tras aquel
gesto tan caballeroso, simplemente lo siguió mientras lo observaba
desde atrás. Aquella mañana le parecía otro hombre. Tenía una
imagen más fresca y se veía con energía. Vestía casual, una
camisa y unos shorts. Tenía otra cara, más luminosa, y transmitía
tranquilidad. Era diferente del aire que tenía cuando llevaba a
traje y que le recordaba que era famoso. Llegaron al coche, y Shi Hoo
abrió la parte trasera del vehículo dejando ahí todo lo que
llevaba. Se dirigió hacia la parte del copiloto y le abrió la
puerta a Katie, y mientras ella agachaba la cabeza y se metía
dentro, la volvió a subir, dejándola a escasos centímetros de él,
y habló.
- Mejor quítate la gorra… tienes un rostro muy bonito. Vale la pena que sea visto – y cerró la puerta tras ella.
Tras aquellas palabras
que acababan de salir de la boca de aquella extranjera, Shi Hoo se
quedó petrificado, sonrojado y sin saber que decir. Se dio media
vuelta y entró, sentándose en su sitio y arrancando, mientras, de
vez en cuando, miraba a aquella extraña chica de reojo, que cada vez
mostraba una parte diferente de su carácter. Finalmente se quitó la
gorra, aclaró su garganta y le contestó.
- Gracias
Sin tardar mucho, los dos
ya se encontraban aparcando el coche delante de la casa de Kang Ji
Hwan, que se situaba a pocos kilómetros a las afueras de Seúl. Shi
Hoo aparcó el coche, y rápidamente se adelantó a Katherine para
abrirle la puerta. Le extendió su mano para ayudarla a salir, pero
Katherine con una mirada que helaba, no se la cogió y bajó sola,
yendo a la puerta trasera y cogiendo sus cosas.
- No soy tan frágil como las otras chicas para que me ayudes…
Y con aquellas palabras
tan duras que le acababa de dirigir, caminó hacia la puerta tocando
el timbre. Shi Hoo a su vez cerró de un golpe la puerta del coche, y
mordiéndose su labio inferior intentó calmar su enfado, respirando
hondo, y siguiendo los pasos de ella.
Una vez dentro, Katherine
abrazó a su amiga, y saludó a Ji Hwan con una simple reverencia.
Nana al ver que no se acercó a Ji Hwan empezó a reírse sola y
habló.
- Comienzas a caerme bien – cogiendo a Ji Hwan del brazo
Kang Ji Hwan, con ganas
de saber más sobre Nana, les acompañó al salón para sentarse y
hablar tranquilamente. Nana no se apartaba ni un segundo de Ji Hwan,
y estaba pegada a él. Se sentó a un lado suyo evitando que
cualquiera pudiera acercarse a él o quitarle su sitio. Fue un
momento incomodo para todos, y pronto Shi Hoo, curioso y queriendo
saber más sobre aquella peculiar chica, preguntó.
- Katherine… como pudiste alcanzar tanta fama siento tan joven?
Bajo la mirada de todos,
Katherine comenzó a explicar su historia, de cómo había crecido en
el lecho de una familia burguesa, donde su amado padre era un
diseñador muy famoso y que estaba en boca de todos, lo cual no le
resultó muy difícil y gracias a él pudo aprender mucho sobre moda
y como coser a una edad muy temprana. Mientras ella copiaba los
modelos de su padre; Nana, que aparte de ser su vecina, era su mejor
amiga, estaba dispuesta a ponerse todo lo que ella hacía sin
quejarse ni protestar. Y de ahí ambas decidieron ser lo que eran
ahora.
Nana, la cual no se creía
ni una palabra de lo que les decía Katherine, se puso de pié
interrumpiéndola.
- Buaaah!! Que mentira tan original
Sorprendidos todos tras
la actitud de Nana Ji Hwan la miró fijamente y le habló
advirtiéndola.
- Te callas o te doy un beso.
- Como si no te conociera… tsk – cruzándose de brazos
Ji Hwan, olvidándose de
todo lo que había a su alrederos, la cogió del brazo haciéndola
sentarse a horcajadas encima de él, y a pocos centímetros de los
preciosos labios que tanto deseaba Nana. Sin perder el tiempo la
cogió por el mentón y subió su cara a la misma altura que la suya,
haciendo que todos a su alrededor empezaban a carraspear incómodos.
Al ver sus caras y la cara de sorpresa de Nana sonrió, y de pronto
la besó sin aviso y con lujuria, jugando suavemente con su lengua,
saboreándose el uno al otro, causando que Nana cerrara los ojos
inconscientemente y se olvidara del mundo.
Park Shi Hoo, y
Katherine, que estaban presenciando el suceso, se miraron, pero
enseguida apartaron las miradas. Avergonzados. Shi Hoo, sin saber
donde meter la cabeza, habló algo incomodo.
- Ya es suficiente, buscaros una habitación – aclarando su garganta con un tosido
Kang Ji Hwan, dejando a
Nana en shock, los volvió a mirar, con una sonrisa de satisfacción.
- Así es mejor, continua por favor.
De pronto, Nana, que
había recobrado su sano juicio, se acercó a Ji Hwan y despació
apoyó su cabeza en su hombro, cogiéndole por el brazo…
- No sabia que deseabas tanto mis labios, ahora novios?
Entre las carcajadas de
todos y la cara sonrojada de Ji Hwan, Katherine les contó que todo
lo que hacía Nana ahora, lo hacía cuando era niña. Tan solo con
sus actos infantiles y sin necesidad de decir nada, lograba siempre
lo que deseaba.
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Aquella tarde había
llegado a su fin y como consecuencia, Katherine y Park Shi Hoo tenían
que irse. En verdad se iban para dejar solos a aquellos dos que cada
vez que se miraban se olvidaban de que no estaban solos, y realmente
era incomodo para los otros dos.
Salieron de ahí, y
Katherine iba a llamar para que alguien la recogiera, cuando Park Shi
Hoo la cogió de la muñeca y con una sonrisa le propuso llevarla él
mismo.
- Ya te llevo yo, no pasa nada.
Katherine solo lo miró y
asintió sin decir nada. Se subieron al coche y mientras Shi Hoo
arrancaba, los dedos de Katherine se posaron sobre la radio
encendiéndola y dándole play al primer CD que había. Música muy
relajante empezó a sonar. Ella se sonrió satisfecha. Tenía un buen
gusto musical, y mientras se dirigían al hotel donde aquella mañana
la había recogido, solo se podían escuchar las distintas canciones
que se reproducían una tras otra, el motor del coche, y sus
respiraciones acompasadas. De vez en cuando Shi Hoo la miraba de
reojo, pero sin decir nada.
Cuando hubieron llegado,
ambos se quedaron en silencio hasta que Katherine habló haciendo
referencia al incidente de antes con Nana y Ji Hwan
- Uah… realmente es atrevido!
- Hablas de…
- Si! De tu amigo – mirándole – no sabía que podía ser así!
- Y, te gustan así? O… - preguntó mirándola fijamente
Katherine se dio cuenta
de lo que estaba pasando y decidió continuar con aquello.
- Bueno, es mejor así que no que sea un soso…
Shi Hoo reposó su
espalda de nuevo en el asiento y mientras suelta un disimulado
suspiro de mira la entre pierna. ¿Desde cuando llevaba eso así?
Ella iba a darse cuenta. Katherine quería continuar con aquel juego
y se acercó sensualmente a él. Posó una de sus manos en la parte
interior de su muslo, casi rozando el bulto que cubría la tela
tejano de sus pantalones. Mientras, acercó su cara al oído de Shi
Hoo y en un susurró preguntó…
- ¿Te pasa algo?
Shi Hoo la miró,
encontrándose con su cara a escasos centímetros de la de ella, con
sus narices casi rozándose. Bajó ligeramente la mirada solo para
encontrarse con una vista que no ayudaba para nada. Aquel canalillo
entre sus pechos, y el hecho de verlos de tan cerca le estaban
haciendo perder el control. Sin darse cuenta y en un impulso la cogió
por los hombros. Eso la pilló por sorpresa. Y teniéndola cogida por
los hombros, devorándola con la mirada, respiró hondo soltándola y
relajándose. Katherine lo miraba atenta. ¿Será que se habría
resistido a sus encantos femeninos? Pero pronto salió de dudas.
- ¿Quieres ir a tomar algo? – propuso, esta vez, con un tono más neutral y calmado
Katherine lo observó y
aceptó. “Bingo” pensó. Volvió a arrancar su vehiculo, y
mientras conducía, con una mano se tocaba el cuello incomodo.
- Uff… porqué hace tanta calor? – dijo Katherine, y por fin, en toda la tarde, retiró el chal rojo que cubría su suave y delicada espalda, mostrando un tatuaje a un lado de su columna vertebral, compuesto por un par de letras y adornado por lo que parecía ser una rama y flores de cerezo.
Pronto hubieron llegado a
una zona de bares y pubs. Los dos desabrocharon su cinturón, y en el
momento en el que ambos estaban fuera del auto, y Katherine se volvía
a poner el chal, Shi Hoo se dio cuenta de aquel tatuaje, quedando
fascinado. No era muy partidario de los tatuajes, pero a aquella
mujer le sentaba muy bien, incluso la hacía más sensual de lo que
ya era por si sola.
Entraron a un pub
bastante vacío, de ambiente. Había una mujer vestida de gala y
cantando al fondo, mientras que la iluminación tenue rojiza, y con
algunas velas en sitios determinados, dándole a todo un aire muy
clásico y a la vez místico. Katherine de nuevo volvió a pensar que
aquel chico tenia buen gusto. Estaba encantada con aquel lugar. Se
sentaron en la barra y pronto una mujer, con el pelo recogido hacia
atrás, pero suelto hasta la cintura, simplemente apartándoselo de
la cara y con un vestido arrapado a sus curvas, se les acercó.
- Que desean?
Los dos hicieron su
pedido, y en escasos momentos ya lo tenían. Empezaron a beber
mientras conversaban sobre cosas sin relevancia y sin mucha
importancia. Ella le explicaba como era su día a día, mientras él
hacia lo mismo, y se contaban alguna que otra anécdota, o
simplemente hablaban de las diferencias culturales que ella había
podido experimentar en su corta estada en corea.
Ya eran las 3AM y
llevaban innumerables copas encima. Sobretodo Katherine, Shi Hoo,
teniendo en mente que tenía que conducir se controló.
- Deberíamos irnos – propuso Shi Hoo
- Si… - dijo ella levantándose, pero sin poder aguantar el equilibrio.
Shi Hoo corrió a ponerse
a su lado y la ayudó hasta que llegaron de nuevo al coche. De nuevo
se encontraba él en aquel volante. ¿Cuántas veces había conducido
hoy? Y cuando se disponía a arrancar, la mano de Katherine se puso
sobre la suya, mirándole, atravesándole con la mirada. A los ojos
de él, estaba más sexy que nunca. Y con un hilo de voz seductor
habló.
- No quiero volver…
Shi Hoo intentaba
asimilar lo que aquellas palabras querían decir. Había estado toda
la noche intentando controlarse, pero ella no estaba colaborando.
- No.. no me pueden ver en este estado… - finalizó.
- Entonces..?
- Me da igual – sin apartar sus poderosa mirada de sus ojos ni un momento. Y volteó mirando por la ventana.
Shi Hoo frustrado,
suspiró y puso en marcha el coche. Llegaron a una zona de altos
edificios y bastante lujosa que se encontraba en la parte Sur de la
ciudad. Gangnam. Ahí entró al parking subterráneo de su bloque de
pisos, para dejar su coche. Ayudó a Katherine a mantener el
equilibrio sobre aquellos tacones de infarto que llevaba. ¿Por qué
se complicarían tanto las mujeres? Eran los únicos, como era de
esperar que a esas horas caminaban por el pasillo principal del
edificio. Entraron a un ascensor, y Shi Hoo apretó el numero de su
planta, y mientras el ascensor subía y subía, Katherine reposaba
contra la pared del ascensor sin decir nada y con la cabeza gacha y
de lado. Shi Hoo no podía quitarle los ojos de encima aunque
quisiera. Pronto las puertas se abrieron y los dos salieron. Al fin
entraron al piso de Shi Hoo, y este cerró la puerta tras él,
mientras Katie lo miraba de pie junto a él. Se miraron durante unos
segundos que parecieron ser eternos para los dos. Finalmente
rompieron la distancia que les separaba deborandose feroz mente con
un beso. Se besaban sin parar apasionadamente mientras las manos de
él recorrían todo el cuerpo de Katherine, y las suyas jugaban con
su pelo. El muslo, la cintura, la cadera, su cuello, no importaba
donde pusiera las manos Shi Hoo, todo le producía placer y el deseo
aumentaba, aumentando también el calor del lugar.
De repente Shi Hoo la
alzó del suelo pegándola contra la pared y haciendo que sus piernas
rodearan su cintura. El beso intensificaba, y sus lenguas exploraban
cada rincón de la boca del otro. Besando, succionando y jugando con
sus lenguas. Las manos de Shi Hoo acariciaron una vez más sus muslos
y hundió su cabeza en el cuello de Katherine, dejando besos húmedos
por donde pasaba su boca. Ella solo lo cogía por el pelo, echando su
cabeza hacia atrás y respirando pesadamente. Solo se escuchaban
besos y sus respiraciones pesadas, entre algún gemido de por medio.
Rompiendo el contacto de
sus labios contra su cuello, Shi Hoo la miró. Ella parecía
disgustada ante tal acto, pero no dijo nada.
- ¿Me encuentras atrevido ahora?
Ella lo miró y sin
pensárselo mucho contestó.
- De que sirve… si la tienes pequeña – y sin darle tiempo a reaccionar estampa sus labios contra los de él, indicándole que al contrario de lo que decían sus palabras, le deseaba tanto como él a ella.
Él rompió el beso
mirándola de nuevo, cada vez con las respiraciones más agitadas, y
con una sonrisa picara volvió a hablar.
- ¿Quieres comprobarlo?
La cogió en brazos
llevándola a la cama mientras se miraban sin besarse. Los ojos de él
ardían en lujuria. La dejó suavemente en la cama poniéndose de
rodillas sobre el colchón, con una pierna a cada lado de ella,
atrapándola y empezó a desabrocharse la camisa. Katherine se
incorporó y le quitó las manos. Ella haría ese trabajo. Empezó
desabrochándole la camisa desde el ultimo botón subiendo así poco
a poco, lentamente, provocado. Cuando hubo llegado al ultimo botón,
volvieron a besarse desenfrenadamente. Deborandose, y lamiéndose el
uno al otro. Ella retiró con sus suaves manos la camisa mientras
dejaba besos fugaces sobre sus anchos hombros bajo su atenta mirada.
Hundió su cabeza en el cuello de él, como minutos antes él había
hecho con ella y le besó el cuello, consiguiendo por parte de él
una serie de gruñidos que indicaban que estaba haciendo bien su
trabajo. La cogió por el cuello y tiró de ella hacia atrás,
mirándola siempre a los ojos. Mientras aún se miraban deslizó sus
manos por los costados de ella hasta encontrar el borde de su vestido
y escurridizamente, coló sus manos por debajo de la tela, levantando
a su vez el vestido, quitándoselo. Él estaba con el pecho al
descubierto, mostrando su dorada piel y sus perfectos musculos,
mientras ella estaba también sobre sus rodillas y en su ropa
interior. Los ojos de Shi Hoo analizaron su conjunto interior y no se
decepcionado, y es que, que menos viniendo de una mujer como ella. El
sujetador era negro de encaje con ligeras transparencias que
invitaban a descubrir lo que no se podía ver. Y sus bragas eran
finas, negras, igualmente de encaje y que transparentaban todo.
Las manos de él
volvieron a viajar por sus costados, mientras que ella le acariciaba
el pecho sintiendo su fibroso cuerpo. Pero pronto salió de su
ensimismamiento. Una de las manos de Shi Hoo atrapó uno de sus
pechos por encima del sujetador, y empezó a besar cerca del pecho.
Ella le acariciaba los hombros y el pelo por la nuca mientras él
hacia aquello. Pronto un tick sonó, y suavemente Shi Hoo retiró
aquella molesta prenda, dejando sus pechos al descubierto. Los miró
y su boca humeda se apoderó por completo de uno de ellos, mientras
que la otra mano masajeaba el otro pecho. De respiración pesada,
Katherine, pasó a gemir suavemente y a pegar su cuerpo más al de
Shi Hoo, sintiendo sus ardientes pieles. Él la tumbó y mientras
besaba su abdomen una de sus manos se deslizó hacia su zona intima,
masajeándola por encima de la tela. Ella en un acto reflejo, condujo
sus manos hasta la mano de él, con intención de retirarla, pero él
se las apartó, mirándola a los ojos, y besándole la frente. Su
mano esta vez se coló por debajo, entrando en contacto directamente
con la zona intima de Katherine, la cual gimió al sentir sus fríos
dedos sobre sus partes. Él aprovecho el gemido y la volvió a besar,
mientras ahí abajo, su mano seguía masajeando suavemente. Se separó
de sus labios para besar el lóbulo de su oreja, haciéndola
estremecer a cada segundo. Katherine aqueaba la espalda en señal de
placer. Shi Hoo se separó y retiró por completo sus bragas,
deshaciéndose también de sus bóxer, libreando al fin su erección.
Katherine lo miró por unos segundos y se incorporó. Nadie le había
dicho nada, pero ella misma de disponía a darle placer. Con una de
sus manos cogió su miembro y lo acarició. Shi Hoo carraspeó ante
aquel gesto, intentando controlarse, pero de poco le serviría.
Pronto, algo lo sacó de sus pensamientos. Notó la húmeda boca de
Katherine apoderándose de su miembro y sin evitarlo empezó a soltar
gemidos. Y a cada gemido que soltaba, Katherine sentía más ganas de
hacerlo, aumentando así su ritmo.
- Uhh.. – carraspeó Shi Hoo y la separó de su miembro – aún no..
Y dicho esto, la posó
nuevamente sobre la cama, colocando su miembro cerca de su entrada.
Al más leve contacto. Katherine gimió. Shi Hoo se sonrió a si
mismo viendo el estado en que la estaba poniendo. Aquella mujer tan
dura, estaba muriéndose por él, y deseando que la poseyera. Siguió
rozando su miembro contra la entrada de ella hasta que lo creyó
oportuno, tentando a Katherine con cada roce. Y de pronto, sin
avisar, introdujo su miembro dentro de una embestida. Katherine gimió
fuertemente ante el repentino contacto, y siguió gimiendo con cada
embestida que él hacía. Acelerando el paso y aveces sacando su
miembro para luego volver a introducirlo dentro, jugando a provocarse
mutuamente. Finalmente las embestidas aumentaban su ritmo y su
intensidad, llenando la casa de intensos gemidos. Finalmente los dos
estaban alcanzando el orgasmo. La vista de Katherine se volvió
blanca por unos instantes, mientras su cuerpo colapsaba ante el
placer de aquel orgasmo. Shi Hoo unos segundos después también
alcanzó su orgasmo, corriéndose así dentro de ella, y dejando caer
su cuerpo a un lado del de Katherine, mientras recuperaban su
aliento. Unos segundos después sacó su miembro del interior de la
mujer que yacía exhausta junto a él, provocando un último gemido.
La abrazó, besándole la frente y pronto ambos quedaron dormidos en
medio de aquel desastre.
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