Por Oli!
Para todos aquellos que me esperaron pacientemente
Amaneció
brumoso. El comienzo del invierno se anunciaba con la típica neblina matutina
que parecía entristecerlo todo. El bebe había tenido una mala noche, con
cólicos que lo despertaron lloroso varias veces, por lo que la cara de la mamá
estaba un poco demacrada. Para colmo de males, lo primero que escucho al
levantarse fue el golpeteo de la puerta, anunciando a su casero que le
informaba el aumento de la renta. Mala noticia, debía ver la forma de buscar
otro trabajo aparte del que ya tenía, pues el salario que percibía ya no era
suficiente, ya que los gastos aumentaban proporcionalmente el niño iba
creciendo.
Y ella no quería que su pequeño tuviera ninguna privación. Algo se
le ocurriría. Se arreglo rápidamente, y dejo el desayuno para otra oportunidad,
cargo los bolsos con los objetos necesarios para el cuidado del bebe en la
guardería y metió el barniz de uñas en uno de los bolsillos de su chaqueta. Ya
habría un momento durante la mañana para retocar su manicure. Abrigó a Joshua,
que estaba entredormido y lo levanto en brazos. Guau… cada día le resultaba más
trabajoso hacerlo, su pimpollito ya no era tan pequeñito como para llevarlo en
brazos, pero la carriola le resultaba tan incómoda para viajar en tren que
prefería aguantar el peso que tener que empujar a tanta gente como le fuera
necesario para poder llegar a tiempo antes de que se cerraran las puertas del
tren que la llevaba hasta el Down Town a diario. Paso por la puerta de la
tienda de la señora Ying y esta la aguardaba para poner una cajita de leche
saborizada en el bolso del pequeño y acariciarle la cabeza afectuosamente como
todas las mañanas. Esa mujer con cara de seria le decía a medias con su inglés
lleno de tonos de su China natal, que sentía que el pequeño Joshua era como un
hijo más para ella. Al llegar a la estación de trenes, un hombre con un abrigo
gris le detuvo la puerta para que pasara. Tenía la impresión de que lo había
visto algunos días atrás, pero seguramente era alguno de los tantos que se
cruzaban al tomar ese mismo tren todos los días. Cuando subió, el mismo hombre
le cedió su asiento y la ayudo con sus bolsas. Ella le agradeció con una
sonrisa a medias. Desconfiaba de todos los hombres que eran tan amables como
aquel que en una cita de trabajo, hacia ya algunos años, había tratado de
abusar de ella. Entonces el tipo le hablo
-Disculpe
señora… mi nombre es Robert Bronson, y esta es mi identificación -ella lo miro
sorprendida a la vez que el tipo le mostraba una credencial con su foto –se que
en esta ciudad muchos enmascaran sus malas intenciones con amabilidad, pero
esas no son mis intenciones.
-No… no, está
bien… igualmente gracias… pero creo que usted me entiende…
-Por
supuesto que si… quédese tranquila.
El tipo
continuo el viaje distraído mirando hacia el exterior. Marie pensó que había
sido muy extrema con el pobre hombre que solo trataba de ayudarla, un rasgo muy
raro en esa ciudad.
-Disculpe…
-le dijo al hombre que la miro indiferentemente –mi nombre es Marie Deville…
espero sepa disculpar mi descortesía… pero es que generalmente nadie ayuda a
nadie por aquí, y con tantos bolsos y el bebe, debo tener mil ojos para no
perder a ninguno de ellos –le dijo sonriéndole amablemente.
-Por
supuesto señora… yo la entiendo, no me ofendió para nada, como le dije, mi
nombre es Robert Bronson y trabajo en un estudio de arquitectura… su bebe es
muy hermoso, su esposo debe ser un hombre muy apuesto…
-No estoy
casada… y si… mi pequeño es muy bello -le dijo sonriéndole con melancolía al
chiquillo que dormía en sus brazos –yo trabajo en Phillipmore, la empresa
constructora, no sé si la conoce…
-Por
supuesto que sí, es una gran compañía.
Ella
asintió con su cabeza, y hasta allí llego su conversación. Ya se anunciaba la
estación donde ella debía bajar. Se preparo con todos sus bolsos y acomodo a
Joshua que se despertó de su relajado sueño. Al bajarse saludo con la cabeza al
amable hombre que la había ayudado esa mañana, el le contesto de igual modo
mientras se alejaba el tren de esa estación. Aun tenía la sensación de que lo
había visto algunos días atrás.
Al entrar a
la oficina se llevo por delante a uno de los pintores que retocaban de blanco
las paredes del nuevo estudio de Marcus. Este, apoyado en uno de los
escritorios, escuchaba a una de las secretarias mientras se masajeaba entre los
ojos con sus dedos. Podía notarse que el estrés y la ansiedad estaban haciendo
estragos en él. Robert supo que la noticia que le traía le iluminaria el día a
su jefe. Al ver a su asistente, Marcus despacho rápidamente a la secretaria e
hizo pasar a Robert a su oficina, cerrando la puerta tras de sí. Lo miro con
ansiedad, buscando respuestas con sus ojos en el rostro de su amigo.
-No está
casada.
El rostro
del chico se ilumino de satisfacción.
-Pero eso
no es lo mejor… -dijo Robert haciendo una pausa que pareció interminable.
-¿Qué?! –le
grito Marcus roído por la curiosidad.
-Trabaja
para Phillipmore…
La noticia
lleno de luz su apagado universo. Marie trabajaba para su nuevo “amigo”, el
señor Edward Phillipmore, con quien acababa de firmar un contrato para diseñar
el nuevo edificio de la compañía. Sabía que podría acceder a todo lo
relacionado con ella más fácilmente. Y tal vez, solo tal vez, llegar a ella
también. Sabía que había un interés mayor, pero la necesidad de que aquellos
ojos lo miraran directamente una vez más, lo diluyo en una vaporosa nube de
ilusión.
La segunda
vez que su casero la visito ya tenía cara de pocos amigos. Ahora no solo le
comunicaba que la renta había subido, sino que también le reclamaba que se la
pagara a la brevedad. Marie sabia que volverían otra vez aquellos días de
sacrificios y largas horas haciendo uno o más trabajos extras para sacar
adelante su diminuta familia. Pero la pregunta era como.
Llamo a su
amiga Margaret y fondeo la posibilidad de que ella cuidara por las noches al
pequeño Joshua, la cual se mostro complacida de tenerlo en su casa. Pero hasta
allí llegaron las ideas. Solo le quedaba tomar los avisos de trabajo del
periódico y empezar a buscar alguno que le aportara algo de dinero extra. Todo
le estaba resultando tan difícil, otra vez sentía esa angustia de los primeros
tiempos cuando se había enterado de que estaba embarazada, la diferencia era
que ahora su hijo ya estaba allí y dependía completamente de ella.
Algunos
días después, su amiga Dianne le conto durante el almuerzo que el señor
Phillipmore estaba buscando a alguien de confianza para asistir durante algún
tiempo a uno de sus diseñadores. Al ser ella asistente del gerente de recursos
humanos de la compañía, tenía cierto acceso a las últimas novedades que se
sucintaban allí. Marie se entusiasmo con la buena nueva pero sabía que no era
algo seguro. Esa noche trabajo tiempo extra en la contabilidad de una pequeña
tienda cercana a su trabajo, y con ello pudo completar lo que debía de la
renta. Pero a cambio, cuando paso a buscar a su niño por la casa de Marge este
ya estaba dormido, al igual como lo había dejado esa mañana en la
guardería. Durante todo aquel día no
había podido ver abiertos los ojitos de Josh ni una sola vez, ni tampoco lo
había visto sonreír. Ese pensamiento la lleno de pesar.
Marcus
espero largo rato frente a la estación de trenes. Robert le acerco varios vasos
de café, de los cuales varios terminaron completos en el cesto de basura.
Finalmente se dio por vencido, tal vez ella había tenido una cita, pensó
llenándose de celos. Tal vez el pequeño estaba enfermo, lo cual lo cubrió con
una sombra de angustia. Cerca de las once de la noche, subió al auto y Robert
lo condujo hasta su casa. Cinco minutos después, una mama cargada de bolsos y
con un bebe dormido en brazos, bajaba las escaleras de la estación de trenes.
A la mañana
siguiente, Marie saldo la deuda que tenía y antes de volar al trabajo dejo al
bebe en la casa de otra de sus tías postizas, Zazi, que era una artista
plástica independiente y que adoraba tener al pequeño Josh en su taller para
retratarlo. A eso de las dos de la tarde caminaba por uno de los pasillos de la
compañía, compenetrada en los detalles de los papeles que traía en la mano,
cuando sintió que alguien le hablaba
-Señorita
Deville… Señorita Deville! –era la voz de un hombre que la llamaba desde atrás
y que caminaba rodeado de un grupo de gente, tratando de alcanzarla -veo que está
muy ocupada, pero necesitaría hablar un momento con usted.
Marie se
giro sorprendida, era el mismísimo señor Phillipmore, que caminaba hacia a ella
con gesto serio. A ella se le hizo un nudo en la garganta, no sabía qué
problema nuevo significaba todo aquello. Justo ahora que había logrado salir de
uno. Se detuvo y rápidamente logro controlar la cara de ansiedad que tenia, y
reverenciándose, costumbre que había adquirido en Asia, lo saludo al adusto
presidente.
-Mis
disculpas señor Phillipmore, estaba distraída de lo que me rodeaba.
-Está bien,
está bien… por favor, acompáñeme a mi despacho… deseo hablarle de algo muy
importante.
-Como Usted
indique señor –le contesto Marie, ocultando tras una máscara de seriedad la
preocupación por el tema que su jefe tenía que discutir con ella.
Al entrar a
la enorme oficina, forrada del techo al piso de oscura caoba, la tensión
aumento desproporcionadamente. El hombre se sentó en su espacioso sillón,
mientras Marie lo miraba de pie junto a una de las sillas. El nunca la invito a
sentarse.
-Debe usted
saber que estamos planificando la construcción de nuestra nueva sede.
-Si señ…
-Pero tal
vez no sepa que uno de los más innovadores arquitectos del mundo esta
diseñándolo –le dijo interrumpiéndola.
-No señor…
no lo sab…
-Su tarea
será asistirlo en lo que fuera necesario, todo lo que él pidiera o necesitara
usted se lo facilitara al instante, sin importar lo que fuere.
Marie se
quedo callada, no sabía porque su jefe le pedía eso, pero en ese momento no
estaba en posición de cuestionarlo.
-No se
preocupe… esto será debidamente remunerado –le dijo inmutable desde su sillón
–se le abonara por el tiempo que sea necesaria como asistente de nuestro
arquitecto sino también por su trabajo habitual.
Marie no
lograba comprender que significaba todo aquello, debería hacer doble trabajo?
Cuando vería a Joshua si seguía pasando tanto tiempo en su trabajo?
-O… o sea
que…
-Que tendrá
doble salario mientras esté trabajando para nuestro arquitecto estrella…
No podía
creer lo que sus oídos escuchaban. Cobraría doble sueldo por atender los
caprichos de quien sabe que excéntrico
tipo?! Doble sueldo! No pudo ocultar su sonrisa de satisfacción. Que importaba
que el tipo fuera raro o loco, si atendiéndolo podía estar junto al bebe sin
necesidad de estar penando por cómo llegar a fin de mes! Qué gran noticia…
después de todo, las cosas no estaban saliendo tan mal.
-Gracias
señor Phillipm…
-No agradezca
nada y haga su trabajo obsecuentemente… recuerde que está representando a
nuestra compañía… un paso en falso y no solo perdería su trabajo, sino
cualquier oportunidad de conseguir alguno igual…
La sonrisa
del rostro de Marie se borro rápidamente, no era necesario que la amenazara,
ella siempre había sido responsable.
-Si señor, así
lo hare.
-Mañana a
las 9 deberá presentarse en la dirección que le indique mi secretaria, y
recuerde que yo podre perder un arquitecto pero usted tiene mucho más que
perder.
Marie lo
miro seriamente. Lo saludo haciendo una leve reverencia y salió de la oficina.
La secretaria le alcanzo un papel con la dirección en la cual debía presentarse
al día siguiente. Tomo el papel y vio que la dirección en que se encontraba el
estudio era bastante cercana a la guardería donde dejaba al pequeño y eso le
cambio un poco el mal sabor que le habían dejado las intimidatorias palabras de
su jefe. Podría dejar y buscar más fácilmente a Josh y así pasar más tiempo
juntos, además ese doble sueldo sería un gran alivio. Las nubes grises de su
cielo comenzaron a despejarse.
Al mismo
tiempo el señor Phillipmore hablaba por teléfono
-Socio… la
verdad no se qué te traes entre manos, pero lo que me pediste ya se hizo… algún
día tendrás que develarme tanto secreto.
-Prometo
hacerlo Edward… ahora ruega que todo me salga bien… si es así, seré el hombre más
agradecido de la tierra…
Esa noche durmió
de a ratos. La lluvia que golpeaba contras los cristales, las quejas del
pequeño mientras dormía, la ansiedad por la nueva empresa que comenzaría esa
mañana… todo la perturbaba. Pensaba en como seria su nuevo jefe, no sabía ni
quien era! Seguramente sería uno de esos europeos excéntricos, probablemente
alguno de esos personajes llenos de caprichos. También repasaba su vestuario,
que le quedaría mejor para ese primer día?! Pensó en su viejo traje Chanel de
color rosa y gris pálido. No… era demasiado. Y el conjunto azul marino? Que va…
la hacía parecer una azafata. A eso de las 5 de la madrugada se levanto y se
metió al baño. Cuando finalmente estaba lista, el índice de nerviosismo había
alcanzado un tamaño desproporcionado. Tomo los bolsos, levanto en brazos al
pequeño que dormía y salió a la fría vereda que la esperaba. Al llegar a la
estación del metro esta estaba abarrotada, deseo encontrarse con el amable
hombre de hacia algunos días. Pero esa mañana nadie fue tan amable. Tan solo
esperaba que las cosas mejoraran conforme avanzara el día.
Al llegar a
la puerta del edificio donde se encontraba el estudio de arquitectos se paro y
rezo una pequeña plegaria
“… Dios…
ambos sabemos que no soy una fiel devota… pero te pido que por favor me ayudes
a salir airosa de este importante día… y de los días que vendrán… te lo pido
por mi pequeño pimpollo……. Señora Kim… si esta por ahí… rece por mi…”
Abrió la
puerta y pasó.
El ambiente
adentro resplandecía de blanco. A excepción de algunos detalles de color, todo
era incandescentemente blanco. Una escuálida secretaria sentada en la recepción
la saludo formalmente
-Buenos
días… en que puedo ayudarla?
-Buenos
días… Soy Marie Deville, vengo de parte del señor Edward Phillipmore.
-Ah… si si…
tome asiento por favor… en un momento vendrá la gerente.
La gerente,
pensó Marie mientras se sentaba cuidadosamente en un hermoso sillón blanco con
patas negras en forma de pesuñas de toro. Mientras esperaba con gesto apacible,
pero con una ansiedad que le devoraba las entrañas, recordó a aquella gerente
que la había hecho sufrir. El lugar era sumamente excéntrico. Jarrones de
formas incoherentes, racimos de orquídeas blancas decoradas con cintas rojas,
un cuadro que atraía la atención por sobre todas las cosas. Era una
reproducción de “El Beso” de Munch. La imagen era tan intensa que la hizo
olvidar de sus preocupaciones.
-Una obra
muy interesante… -la voz grave de una mujer, con tono eslavo, la trajo de
vuelta a la realidad, incorporándose rápidamente –Guten Morgen… soy Nina, la
gerente ejecutiva del estudio –le dijo extendiéndole la mano.
-Buenos
días… Marie Deville –le dijo mientras apretaba suavemente su mano.
-Acompáñeme
a mi despacho –le contesto la tosca mujer haciéndole un gesto con la mano de
que la siguiera. Marie camino por un pasillo blanco al que daban diversas
habitaciones cerradas con una puerta de vidrio que permitía ver a los que
estaban trabajando en su interior. Le pareció ver a alguien conocido, pero no
podía detenerse para cerciorarse de quien era en ese momento.
La oficina
de la dama también era totalmente blanca, con el particular detalle de que el
sillón principal era de un tono morado intenso, lo que hizo aun más solemne a
la mujer cuando tomo asiento en el. Con un gesto mínimo la invito a sentarse.
-Vera
señorita Deville… su trabajo aquí será sumamente sencillo, y limitándose a
hacerlo correctamente no tendrá ningún inconveniente.
-Así será
señora Nina.
-Muy bien…
solo deberá atender las oficinas con lo que necesiten… café, agua, insumos… lo
básico –lo básico? se pregunto Marie con gesto impávido, la habían asignado a
ese lugar para servir café?! No mostro ningún detalle de sus pensamientos en su
rostro – algún inconveniente?
-No… está
muy claro.
-Excelente…
solo hay una advertencia… no debe subir al piso superior por ninguna razón, a
menos que sea expresamente necesario. El señor Marcus es muy meticuloso con su
trabajo y no le gusta ser molestado ¿Esta claro?
-Ssi… Muy
bien.
-Perfecto…
una cosa más… me informan desde Phillipmore que usted tiene un hijo, es así?
Marie no
pudo evitar fruncir levemente el seño.
-Si… es así…
hay algún inconv…
-No se
adelante a mis palabras por favor.
-No…
disculpe…
-Solo
quería decirle que el horario aquí es el horario americano, pero estricto… de
nueve AM a cinco PM… hay algún problema con eso?
Estupendo!
pensó Marie. Podría pasar más tiempo con Joshua! Y no tendría que estar
llevándolo de un lado a otro para que lo cuidasen!
-No!... al contrario, no
hay ningún problema.
-Entonces bienvenida… le
mostrare su lugar.
Se pararon
y Marie siguió a la rígida gerente hasta una pequeña oficina junto a la cocina.
De un blanco impecable, destacaba sobre la mesa una pequeña maseta magenta con
una pequeña planta con flores de un blanco pálido. Eran rosas de sarón. Qué
curioso detalle. La última vez que las había visto había sido en el Parque Arcoíris.
La mujer le indico un hermoso armario blanco donde podía guardar su abrigo y
sus cosas, sacándola del extraño recuerdo. La puerta daba solo a la cocina y
desde allí no podía ver el pasillo. Luego le mostro cómo funcionaba el
conmutador para que supiera de que oficina la estaban llamando, haciendo
hincapié en el botón rojo, que pertenecía al estudio del jefe.
-Este es de
la oficina del señor Marcus… recuerde que no debe subir a menos que se lo
pidiesen explícitamente… si no fuera así, absténgase por favor de subir al
estudio… yo misma atiendo los pedidos que el señor hace… entendido?
Ella
asintió con la cabeza, entonces Nina le brindo una rápida sonrisa y se retiro.
Marie
comenzó a revisar la cocina mientras pensaba que no podía creer que la hubieran
enviado a ese lugar a servir café. Con todos sus títulos y su experiencia había
terminado haciendo el trabajo de cualquier principiante. Aunque para ser
sincera consigo misma, era el trabajo perfecto, al menos para la situación que
ella vivía en ese momento. Tendría dos sueldos y el horario parecía ser
demasiado bueno… hasta temió que fuera solo una treta para sacarla de su
antiguo puesto! Pero decidió que era mejor tranquilizarse, dejar esos
pensamientos de lado y poner todo su empeño para que nadie tuviera nada que
decirle ni recriminarle. Entre sonrisas pensó “…Ya verán… mi café será el
mejor…”
En la
planta alta, él se retorcía de ansiedad. No aguantó más y lo llamo a Robert
-Sabes si
ya llegó?
-Si señor…
Nina ya la recibió y le mostro su oficinita.
-La viste?
Como esta vestida? Se veía linda?
-No la vi
muy bien señor…
-Necesito
verla de cerca Robert.
-Si hace
eso arruinara todo lo que ha logrado hasta ahora –le contesto su asistente en
tono severo.
-Lo sé
Robert… lo sé! Pero no sabes cómo me siento en este momento! Me está volviendo
loco el hecho de saberla tan cerca y no poder verla!
-Es mejor
que se tranquilice señor… ya llegara el momento…
-Ya se… …
se me ha ocurrido una idea!
-Señor…
-Dile al
obrero que esta enyesando la pared de la ultima oficina que necesito que me
preste su overol…
-Señor…
-Vamos
Robert! Ayúdame! Y luego dile que espere por ahí donde ella no lo vea! Ah! Y
necesito una gorra!
-Señor… lo
arruinara todo!
-Nooo!...
ya verás que no… cuando tenga el overol y la gorra puestos hare como que
trabajo en la oficina número cuatro… entonces la llamas y le pides que les
lleve café a las chicas de allí…
-No creo
poder disuadirlo, verdad?... ahora veré lo que puedo hacer…
-Gracias
Robert… te prometo que seré muy cauteloso…
Robert
corto y busco al tipo que trabajaba con el yeso. Le hablo y le pregunto si
podía pedirle un favor, y se lo llevo a la calle. Con unos cuantos billetes el
tipo le cedió su uniforme y su gorra salpicada de yeso y se fue a tomar un café
hasta que Robert lo llamara nuevamente. Luego le llevo la ropa a Marcus que lo
esperaba ansiosamente. Nunca había visto a alguien tan enamorado y tan
desesperado. Lo acompaño hasta la oficina cuatro y llamo a la chica para que llevara
los cafés. Y observo de lejos. Marie apresuro su tarea y se dirigió a donde la
habían solicitado. Dos jóvenes elegantemente vestidas trabajaban en un
escritorio, enfrascadas en unos papeles. Se alegraron de verla entrar. Vio que
un hombre revisaba con una espátula el enlucido de la pared.
-Desean
algo más?
-No…
gracias… gracias por el café.
-No hay
problema –les contesto con una sonrisa –y usted señor? No desearía tomar algo?
–dirigiéndose al obrero.
Marcus casi
deja caer la espátula. Ella le estaba hablando!
-No… no –le
contesto distorsionando su voz.
Entonces
ella se retiro y el casi se desmaya delante de aquellas mujeres que no sabían
quien se escondía detrás de aquel disfraz, pues al verlo con esa ropa de
trabajo lo habían ignorado sin más. Espero unos segundos a que Marie se
alejara, y salió rápidamente a esconderse a su despacho. Unos minutos después
entro Robert y lo vio tirado en el piso mirando el techo con la mirada perdida,
parecía que había sufrido un colapso. En verdad, solamente recreaba una y otra
vez ese momento en que la había tenido tan próxima a él, a tan pocos metros que
casi había creído poder oler el aroma a fresas de su pelo. Hermosa, había
entrado a esa habitación vestida con una sencilla blusa blanca y una falda de
terciopelo gris oscuro, llevaba zapatos de tacón de gamuza gris, adornados con
un moño con lunares de tachas metálicas, que hacían juego con un etéreo pañuelo
azul noche con pequeñas estrellitas blancas. Fueron escasos los segundos que
pudo mirarla, pero su imagen había quedado grabada en su mente.
-Marcus… se
encuentra usted bien? –le dijo su asistente al verlo sumido en ese estado de
trance.
-Es tan
hermosa como la recordaba, Robert… Dios debe ser piadoso de este idiota y
permitirme una segunda oportunidad… no solo por ella… sino también por el
pequeño… -le dijo casi con la voz perdida.
-Debe darle
tiempo a la situación, señor… si se equivoca ahora tal vez no haya segunda
oportunidad, ella es una mujer inteligente, y se dará cuenta de la verdad de
sus sentimientos… pero también es una mujer herida… y si usted hace un paso en
falso podría no verla jamás…
-No me
digas eso Robert!
-Perdón
señor… no es mi intención perturbarlo, solo deseaba que viera que su impetuosidad
puede no ayudarlo.
-Lo sé… lo sé…
perdóname Robert, se que lo dices por mi bien… lo tendré presente en el futuro…
-le contesto incorporándose del piso y haciendo una profunda reverencia ante su
asistente, el cual le regalo una sonrisa comprensiva como la que un padre le
daría a su hijo.
Había
servido algunos cafés mas después de los que les había llevado a esas chicas,
alguien ocasionalmente había preferido te y aparte de buscarle el periódico a
la señora Nina, no había hecho mucho mas. Estaba sentada en su pequeño
escritorio esperando el llamado de alguna de las oficinas, contemplando las
sencillas flores que salían de aquella maceta tan llamativa, cuando se arrimo
una de las administrativas
-Disculpa…
antes no tuve ocasión de presentarme… soy Andy del Asesoría Contable.
-Que tal…
encantada… mi nombre es Marie Deville, necesitas que te sirva algo?
-No! no…
solo quería recordarte que faltan diez para las cinco, y que salvo yo entienda
lo contrario, ya es hora de salida…
-Oh! No me
había dado cuenta de la hora… pero no me han avisado si ya me puedo retirar…
-Tranquila,
si hubiera necesidad que te quedaras ya Nina te lo hubiera hecho saber… así que
toma tus cosas y nos vemos mañana.
La chica se
despidió con una sonrisa amigable, Marie tomo su abrigo y su bolso y paso por
la oficina de la gerente, y antes de que pudiera decirle algo, la solemne dama
le dijo con una ínfima sonrisa que podía retirarse.
Eran las
cinco de la tarde y ya estaba camino a buscar a su bebe! No podía estar más
satisfecha de ese primer día.
Los días
posteriores fueron casi rutinarios. Llegar, preparar café, repartir los
periódicos en las distintas oficinas, bostezar de vez en cuando. Una mañana creyó
reconocer al amable hombre del metro entre la gente que discutía sobre un proyecto
sentados en la oficina uno. Obviamente no lo saludo. No era el momento ni el
lugar, pero aunque luego lo busco para cerciorase, no lo volvió a ver. Tal vez
solo había ido hasta allí de manera fortuita. Hubiera sido bueno conocer a
alguien en ese grupo de gente, que apenas le dirigían la mirada y que
escasamente le hablaban. A pesar de todo eso aun seguía convencida de que no
podría haberle sucedido nada mejor. Salía del trabajo y con solo caminar unas
cuadras ya podía recoger al pequeño Joshua de la guardería, podía sentarse en
casa a jugar con el sin pensar en que ya no tenía tiempo de hacer otras cosas.
Estaba tan feliz con esa cómoda situación… Solo rogaba que no acabara
rápidamente.
Pero la
tormenta llego un viernes.
Todo el
mundo parecía agitado como por fuerzas invisibles. Desde que llego esa mañana,
no pararon las corridas de una oficina a la otra, ni los empujones
inintencionales en el pasillo, incluso “ascendió” a asistente de la
recepcionista cuando esta, desbordada por las llamadas telefónicas, le pidió
que la ayudase por un rato. En ese ínterin volvió a ver al gentil hombre que
aquella vez la había ayudado en el metro, pero este la ignoro completamente,
era obvio que no la había reconocido. Y tampoco daba como para tratar de
conversar en ese momento. Ya eran cerca de las cinco y parecía que la cosa aun
no terminaría, por lo que llamo a Zazi para que recogiera al bebe de la
guardería y lo cuidara durante un rato hasta que ella se desocupara. Era una
alternativa que ya tenía planeada en caso de emergencia. Como a las ocho estaba
sentada en su escritorio esperando que la señora Nina le permitiese irse, pero
todo el grupo se había reunido en el piso superior y aunque desde abajo se
escuchaban las conversaciones, no había señales de que tuviesen intención de
bajar. Entonces vio que se encendía la luz roja del teléfono, aquella que no se
encendía nunca, aquella que correspondía a la oficina del piso superior, a la
cual ella estaba vedada a llegar. Marie no supo qué hacer. Decidió que solo
atender la llamada de aquella luz que no dejaba de parpadear no le haría ningún
mal a nadie.
-Perdón
Marie… había olvidado decirle que podía retirarse –le avisaba la voz de Nina –y
aunque anteriormente ya le había dicho que no podía subir, por favor antes de
partir podría usted alcanzar hasta la oficina principal algunas bebidas y una
jarra de café?... es que parece que esto durara para rato y no creo poder bajar
en este momento…
-Claro
señora Nina… en un momento estoy con usted.
-Gracias
Marie… luego puede retirarse.
-Gracias
señora.
Le dio una
ansiedad repentina, hacia prácticamente dos semanas que estaba allí y jamás
había pisado siquiera la escalera que llevaba la planta superior. Preparo
entonces una bandeja con una jarra de café y otra de jugo de naranja, y acomodo
meticulosamente algunas copas y tazas para ofrecer de beber. Subió
cuidadosamente los escalones que ascendían mientras escuchaba a varias personas
hablar unas con otras en conversaciones cruzadas entre sí. Cuando finalmente
entro en la gran oficina, que al igual que el resto del estudio era
completamente blanca, se arrimo lentamente hasta una pequeña mesita que había
en un rincón. La verdad no era gran cosa, un gran espacio blanco con una fotografía
del sol poniéndose detrás de aparentemente un edificio antiguo, enorme, que
resaltaba en medio de una de sus paredes. Disimuladamente busco entre la gente
a quien era supuestamente su jefe, a alguien canoso y amanerado, o a alguien
desgarbado y de aspecto intelectual. Pero lo que encontró la petrifico en el
acto.
De espaldas a ella, un joven delgado y elegante
hablaba con alguna de las personas del grupo, que lo escuchaban atentamente.
Apenas pudo ver su perfil. Era casi idéntico a… a ese muchacho que había creído
dejar atrás… a ese chico que había pensado no volver a ver jamás. De repente la
señora Nina le hablo
-Gracias
Marie… con esto será suficiente… -le dijo al pararse frente a ella, cortándole
la visión de aquella persona que la había descolocado –ahora ya puedes irte…
-mientras con la mano la invitaba a bajar –nos vemos el lunes.
-Ok… si…
gracias… -le contestaba Marie reverenciándose torpemente mientras trataba de
ver el rostro del chico que se perdía entre el resto del grupo.
Bajo las
escaleras en medio de un torbellino emocional. Tomo su cartera y se retiro sin
siquiera mirar a la recepcionista que la saludaba con la cara extrañada. Es que
Marie parecía como si hubiera visto un fantasma.
Camino
lentamente hasta el apartamento de Zazi, allí ella y Marge intentaban darle
macarrones con queso al pequeño que solo reía, jugando con su comida. Esto la
distrajo un poco de lo que la había hipnotizado un rato antes. Conversaron
trivialidades un rato y luego llego Dianne, que la comenzó a indagar sobre su
nuevo trabajo. Marie trato de parecer discreta, pero algo en su rostro la
delato con las demás…
-Pero pasa
algo mas, verdad? –le dijo Marge con gesto inquisitivo –acaso tu jefe es muy
demandante o tienes algún problema con alguien más?
Marie se
les quedo mirando.
-Vamos
nena… ya sabes que te conocemos mejor que nadie… que es lo que está pasando?
–le indago Dianne mirándola a los ojos.
-Es que… es
que… van a pensar que estoy loca…
-Nooo –No!
–Chst! Noooo! Vamos… cuenta!
-Hoy subí a
la oficina principal…
-Y? -Y eso es lo importante?! -Nunca habías subido?
-No… nunca
había subido… tengo vedada la entrada allí… pero hoy me llamaron.
-Y qué?! tu
jefe te acoso! -Que paso Marie?!
-Subí a
llevar unas bebidas y en ese momento vi a alguien que… que…….. –se quedo
prendida de esa imagen, sin darse cuenta que también se había quedado muda.
-Queeee?!!!! –le gritaron al unísono sus
amigas.
-Se parecía
a él…
-A él?! -A él… a quien?!
-A Shin…
Las que
quedaron mudas entonces fueron Zazi, Marge y Dianne… no sabían que decirle a su
amiga, ellas conocían los pormenores de aquella historia, pero no sabían cómo
aconsejarla en ese momento.
-Pero… pero
que dices chica… debió ser alguien parecido y ya…- le dijo Zazi tratando de
calmarla.
-Obviamente… además que haría ese chico en un
lugar como ese…
-Pero tu…
estas bien? –le pregunto Dianne, viendo la cara azorada de su amiga.
-Si… estoy
bien… pero es mejor que me vaya, ya es tarde y el bebe…
-Noooo!... adonde iras a estas horas! Mejor
quédate y ya –le dijo Zazi, mientras las demás chicas le asentían con ánimos de
que esa noche su amiga no la pasara sola… y en vela, pensando en aquel amor que
no fue.
La lluvia
le pegaba fuerte en la cara. Era de noche y las luces de aquel parque se veían
como estrellas centelleantes a través de sus mojadas pestañas. Corría de un
lado a otro, pero el enorme vientre de embarazada, no la dejaba respirar bien. Sentía
que gritaba, gritaba fuerte, pero de su boca no salía ningún sonido. Sabía que
estaba gritando, pero no podía escuchar que… Se despertó agitada, le dolía la
garganta, tenía la boca seca, y su amiga Margaret le acariciaba la cabeza
-Solo fue
un mal sueño amiga… descansa y vuelve a dormir… mañana las cosas serán
distintas.
Marie se
acomodo nuevamente y se volvió a quedar dormida. Sus amigas la miraban
entristecidas. Había estado gritando en sueños el nombre del chico aquel.
Se habían
retirado todos. Solo quedaban en la oficina silenciosa Marcus y Robert, el
resto había partido por cocteles de última hora. El chico se hallaba absorto en
detalles relacionados al proyecto. El mayor lo miraba de soslayo
-Marcus…
-le dijo suavemente tratando de no asustarlo –señor…
-Si… perdón
Robert, estaba distraído… que pasa?
-Veo que no
se ha percatado de la situación… -le dijo mientras se aproximaba a él mirando
el piso. Marcus lo miro extrañado, no entendía a que se refería –señor… en un
descuido mío, la señora Nina hizo subir a la señorita Marie aquí al piso,
mientras estábamos reunidos, y creo que ella lo vio.
Marcus
quedo helado. Ella lo había visto y no había salido huyendo? Lo más probable
debía ser que ella no lo hubiera reconocido… o si…
-Creo que
deberá cambiar de planes…
-Dime qué
fue lo que viste…
-La joven
subió con una bandeja con café, cuando la vi ya era tarde para evitarlo… dejo
la bandeja en aquella mesa y comenzó a mirar a todos, yo me gire disimulado,
pero continúe mirándola… fue en ese momento que me parece que lo vio, porque su
cara cambio repentinamente, entonces la señora Nina se paro frente a ella y le
corto la visión de los que estábamos allí, yo lo tome del brazo sutilmente y lo
gire sin que usted se diera cuenta… entonces ella bajo, y ya no la vi.
Marcus lo
miraba intensamente… era una situación que no había anticipado.
-Creo que
lo mejor sería dejar las cosas como están…
-Como
están?
-No se
altere de antemano… me refiero a que debemos esperar a ver qué pasa en los días
próximos…
-Creo que
ya no puedo esperar más…
-Si se
lanza ahora… tal vez las cosas no salgan bien… debería esperar al menos hasta
la semana que viene, ver si ella vuelve al trabajo… si ella vuelve, es porque
no vio nada o no está segura de a quien vio… y si no regresa… puede que lo haya
reconocido…
-Y entonces
que hare? La dejare ir así sin más?!
-No señor…
debe pensar más fríamente… no creo que ella no regrese. Ella está ahora en una
situación laboral muy conveniente, y no creo que haya visto más que una imagen
fugaz, tal vez solo tenga una idea alocada en su mente, que pronto desechara…
pero si ella vuelve… creo que usted debería estar preparado para enfrentarla…
Marcus se
dejo caer en su sillón. Prepararse para enfrentarla… no había pensado en el
desenlace de sus planes. Enfrentar a la mujer de su vida, a la madre de su
hijo, a la única persona que había confiado plenamente en él y a la que él
había maltratado de la forma más estúpida del mundo… enfrentarla.
Marie
disimuló todo el fin de semana frente a sus amigas, pretendió no haber visto
nada, pero el conflicto interior se removía de un lado a otro. Hacia tanto
tiempo que no pensaba en el de esa forma. Pero por que se preocupaba? Si solo
podía ser una persona parecida, o un engaño de su mente… aunque nunca antes
había visto a ese chico en ninguna de las oficinas……. No, no podía ser jamás.
El día
lunes se alisto con un traje de lana color camel que le marcaba la figura, se
perfumo y salió a su trabajo. Aunque no lo admitía dentro de su corazón
albergaba la esperanza de volver a ver a esa persona que le recordaba al único
hombre que al que había amado. Si no era él, al menos podría traerle su imagen
de vuelta.
Nada paso
esa semana. El trabajo siguió con la misma rutina de siempre. Café para esta
oficina, un té para la señora Nina, el periódico para el contador de la oficina
del fondo, alguna que otra palabra con la recepcionista, inclusive se cruzo con
el hombre del metro que la saludo muy superficialmente, porque era obvio que no
la había reconocido… pero del chico aquel, nada. Y la luz del teléfono que
correspondía al piso superior no volvió a encenderse otra vez.
El viernes
había preparado todo para retirarse a la cinco. La mayoría del personal se
había ido, pero la señora Nina seguía reunida en la oficina principal y Marie
no quería retirarse hasta que esta se lo permitiera. Estaba todo en silencio,
no se oía ni siquiera el monótono ruido de los teclados. Se recostó sobre su
mano mirando como a la maseta de su escritorio le quedaba solo una flor
abierta. Una rosa de saron blanca, un tanto mustia, casi a punto de deshojarse.
De repente se encendió una de las luces del conmutador, lo que la sobresaltó.
Era de la oficina del piso superior. El corazón de la chica casi se detuvo.
-Sssiii?
–contesto cautelosa.
-Perdón… no
pensé que aun hubiera alguien –era la voz de un hombre –necesito un analgésico
y un vaso de agua… me lo podría traer?
-Si… sí
señor, en un momento se lo alcanzo.
Su
interlocutor colgó. Marie quedo pasmada. Reacciono torpemente, se acomodo la
blusa y la falda en su lugar. Preparo una bandeja con una jarra de agua, una
copa y un frasco de analgésicos. Al subir, la oficina de arriba estaba toda en
penumbras y en silencio. Tan solo algunas de las luces del techo estaban
prendidas, y la señora Nina no se veía por ninguna parte. Solo en la ventana
estaba un hombre parado, con las manos en los bolsillos, mirando hacia el
exterior. Esto le dio un poco de intranquilidad. Dejo la bandeja en una de las
mesas y sirvió agua en la copa, saco un analgésico del frasco y se acerco unos
pasos, prudentemente, hacia el hombre que se hallaba allí.
-Señor… su
analgésico… -le dijo tratando de enfocar en esas penumbras.
Entonces él
se giro y camino lentamente en dirección de la chica, hasta que se paro bajo
uno de los puntos de luz que caían desde el techo. La cara de Marie cambio del
temor al asombro, casi al espanto. No podía ser…
Dejo caer
sin darse cuenta la copa. Estaba anonadada con lo que veía. Era el. El chico de
hacia tanto tiempo, el que le había mostrado una forma mágica de vivir, el que
la había hechizado con una nueva forma de sentir, el que la había rescatado… el
que la había abandonado.
Lo miro
bien. El no hablaba, no decía nada, solo la miraba. Tenía un corte distinto de
pelo, y sus ojos se veían entristecidos. Estaba elegantemente vestido con una
camisa blanca y un pantalón recto color gris. Era otro hombre, pero solo era
una cubierta. Podía ver debajo de eso el color dorado natural de su piel, la
forma en que se demarcaba su clavícula, el tono rosa pálido de sus labios, el
brillo apagado de sus ojos. Era el mismo chico que la había dejado sola hacia más
de dos años.
Marcus no sabía
cómo hablarle. Marie lo miraba con la boca abierta, sin gesticular, ni reír, ni
llorar, no decía nada, solo apretaba con fuerza su puño.
-Por favor…
di algo… lo que sea… dime algo –le dijo apenas con un susurro.
Marie
pestaño rápidamente como saliendo de un estado de hipnosis, se miro la mano y
en ella tenía la tableta de analgésico fundida como talco. Sacudió la cabeza,
como tratando de volver en sí, dio media vuelta y se alejo. Llego a su pequeña
oficina, abrió el armario y saco su abrigo y su bolso, pero era como si
estuviera suspendida en el tiempo. Cuando volteo el estaba en la puerta de la
oficinita y la miraba con los ojos llenos de lagrimas. ¿Qué era todo eso? El
rostro de Marie parecía en estado de shock, la mirada perdida, balbuceando
algunas palabras sueltas, sus manos temblaban nerviosamente, y Marcus que solo
atinaba a llorar.
-Estoy…
est… estoy confundida…
-Por favor…
-le decía Shin mientras dejaba caer sus lágrimas sin más, mojando su rostro,
que revelaba una tristeza infinita –por favor Marie…
Ella lo
miraba como si viera algo extraño, como si buscara en aquel rostro lleno de lágrimas
una respuesta a su confusión. Levanto levemente su mano y paso tiernamente sus
dedos sobre la mejilla del joven, que se estremeció ante aquel gesto
espontáneo, agitándose levemente en espasmos de sollozo.
-Ssshin…?
–le pregunto ella con el seño fruncido de la confusión, apretando sus ojos y
sacudiendo la cabeza como tratando de despejar su mente para poder entender lo
que en ese momento estaba pasando. Cuando el asintió con la cabeza, mientras seguía
pidiendo por favor, los ojos de Marie se abrieron de par en par, quito rápidamente
la mano del rostro del chico e hizo un paso atrás. Lo miraba y veía la cara de
aquel muchacho que la había socorrido cuando ese mal hombre había tratado de
abusar de ella, sus labios eran aquellos que una vez en su diminuta cocina le habían
producido tanto deseo que casi sintió que se desmayaba, era él, el mismo
muchacho desconfiado que prefirió volver a vivir en un parque que esperar a que
ella le explicara que lo que había hecho había sido tratando de ayudarlo y así
devolverle el favor. Se tapo el rostro con las manos, su estado era una mezcla
de emociones difíciles de fusionar. Sorpresa por reencontrar de esa forma a
alguien que pensó que nunca mas volvería a ver, intriga por no entender que
hacia él en ese lugar, enojo por no concebir como podía haberse presentado de
esa forma ante ella, como podía ser tan descarado de hacer eso después de que
la había dejado de la forma más miserable posible, sin haberle permitido a ella
dar una explicación, una oportunidad de enmendar un hecho confuso. Sentía
muchas cosas, sentía que quería golpearlo en el rostro, que deseaba verlo
sufrir, como ella había sufrido aquella noche de tormenta, quería que se
quitase de enfrente y que la dejara salir. Quería que el tiempo volviera atrás,
para no sentir todo aquello… pero que tan atrás… las voces que opinaban una y
otra cosa se agolpaban en su cabeza. No sabía qué hacer. No sabía que sentir. Quería
golpearlo duramente y verlo sufrir, quería preguntarle como había llegado hasta
allí, quería correr lejos de él… pero a pesar de todo aquello una emoción
pujaba por salir a relucir por encima de todas las otras. Por encima de la
sorpresa y la intriga, por encima del enojo y la ira contenida, sentía anhelo.
Anhelo por abrazarlo como tantas veces lo había abrazado en sueños, anhelo por consolar
esas lagrimas y esa tristeza en su rostro, anhelo por dejar atrás todos esos
años separados y empezar de nuevo. Se dio cuenta de que estaba llorando. De que
ambos lloraban desconsoladamente. Entonces él se dejo caer a sus pies, llorando
sin control, casi como un niño, apoyo su cabeza contra el piso ante la mirada atónita
de Marie.
-Por favor…
por favor perdóname… sé que soy un ser despreciable… pero te pido… no no… te
suplico que por favor me perdones… o que al menos… al menos me des una
oportunidad para resarcir todo el daño que te hecho… por favor Marie! Por
favor! –decía Shin una y otra vez en medio de un llanto imparable. El dolor que
sentía en su corazón era inmenso. Como haría para seguir adelante si ella no le
daba una oportunidad? Como podría dejarla ir así sin más cuando no solamente la
dejaba ir a ella, sino también a su pequeño hijo? Pero es que acaso era un
idiota que pedía perdón por algo que el mismo sabía que era imperdonable?!
Marie no salía
de su estupefacción. Se sentía tan confundida, ahogada, pues no sabía si seguir
al pie de la letra lo que su razón le indicaba o solamente dejarse llevar por
sus sentimientos. En un impulso por tratar de zafar de tal decisión tomo su
abrigo y su cartera e intento salir. Ninguno de los dos paraba de llorar. Al
verla reaccionar así Shin se paro rápidamente y antes de que ella dejara la
habitación la tomo de la correa de la cartera que había colgado en su codo.
Ella giro instantáneamente y le dio una cachetada en el rostro. Shin se quedo inmóvil,
mirando el piso y sin parar de llorar. Marie lloraba igual que él, pero con el
rostro compungido. Tiro de su bolso pero él no lo soltó. Volvió a golpearlo
nuevamente, y así dos o tres veces más, pero cada vez con menos fuerza. El no
la soltaba pero tampoco se defendía ni quitaba la cara. Solo se dejaba golpear
una y otra vez.
-Por que no
me detienes… por que permitiste que esto pasara… por qué no haces nada… nada…
-le dijo Marie, finalmente apoyando su mano en el rostro del chico, que estaba
mojado, rojo y caliente por cada una de las cachetadas que esta le había dado
–por qué?
Shin soltó
lentamente la correa, cayendo la cartera y el abrigo de Marie al piso. Ella
lloraba con los ojos cerrados. La tomo suavemente de la cintura y la atrajo
hacia él y casi como si sostuviera una rosa que se deshoja entre sus brazos, la
abrazo con cuidado. Ella se dejo abrazar con la sensación de haberse detenido
después de una ardua batalla, casi se dejo caer contenida por esos brazos que
ya conocía, por ese calor que anhelaba, como si se sintiera arropada por una
tibia manta que la rodeaba. El la abrazo con dulzura. Cuantas veces había
deseado que ese momento llegara. Y se quedaron allí, abrazados, sin hablarse ni
mirarse, sin moverse, sintiendo cada latido de cada uno. Ambos levantaron la
cabeza para mirarse, y lo primero que vieron fueron sus bocas. Y como cualquier
persona que ve la boca de su ser amado tan cerca de la suya, el deseo fue casi unísono.
El instante pareció eterno, respirando suavemente tan cerca uno del otro, con
los labios inflamados luego de ese largo llanto. El se acerco lentamente,
rosando el terciopelo de los labios de Marie. Ella le respondió de igual forma,
llena de deseo mezclado con cautela. Y así el beso fue creciendo, y haciéndose
cada vez más candente. Cuanto habían deseado el uno del otro. Se besaron
apasionadamente, fundiéndose en uno solo.
De pronto
Shin se detuvo, separándose de los labios de ella, y bajando la mirada, le
hablo casi en un susurro
-Por favor…
deja que te cuente… que te cuente que paso –ella asintió levemente y dejo
apoyada su cabeza en el hombro de Shin. Entonces el empezó a contarle que había
sido de su vida en esos últimos dos años, como Halston Creswell lo había ido a buscar al Jardín Secreto del palacio
Changdeokgung, y como
luego él había ido a buscarla a su casa y ella ya se había ido. Como llego a
ser lo que era en ese momento, porque había cambiado su nombre, y como se había
reencontrado con sus padres adoptivos en Alemania. Le conto además de Robert, y
entonces le dijo sobre la primera vez que la vio y las cosas que hizo luego de
esto. Marie se fue apartando de el lentamente. El ya sabía todo. Todo. Lo miro
a los ojos sin decirle nada.
-No sabía cómo
acercarme a ti sin espantarte… solo deseo hacerte inmensamente feliz, a ti y a él…
que nada nunca más les falte, que nadie nunca más se interponga entre tú y yo…
pues yo te amo Marie, te amo desde el primer momento que te vi… aquel día al
llegar al aeropuerto, cuando me defendiste del idiota que tiro mis cosas por el
piso, cuando saliste de aquel hotel y te encontré de nuevo, cuando me diste un
lugar en tu casa y en tu vida… sé que tengo muchas cosas que enmendar… muchas…
pero si solo me das una oportunidad… te juro por mi vida que haría todo lo
posible por hacerte feliz… -la tomo de las manos mirando tristemente el piso.
Marie
estaba realmente sorprendida, no sabía que decir, pero no deseaba que el
soltara nunca más sus manos. Bajando la cabeza le pregunto en un susurro
-Sabes de
Joshua?
El asintió sonriéndole
con ternura.
-Es el
bebito más hermoso que vi en mi vida… me permitirás conocerlo?
Marie no salía
de su asombro. Asintió sin decirle nada.
-Podemos ir
ahora?
Ella
levanto la cabeza y lo miro a los ojos, nunca había pensado que esto pasaría
alguna vez.
-Podemos?
Por favor… por favor dime que si!
Marie
asintió sin dejar de mirarlo.
Shin tomo
su celular e hizo una llamada ¨Ya estoy saliendo¨, luego levanto con cuidado el
abrigo del piso y lo coloco sobre los hombros de la chica. Recogió su cartera y
sin soltarle la mano la condujo hasta la puerta. Al salir a la acera un automóvil
de lujo los esperaba, de el bajo un hombre que se arrimo para abrirles la
puerta.
-El es
Robert… lo recuerdas, verdad? –Marie lo miraba embobada, el amable hombre del
metro era el asistente personal de Shin, no podía dejar de sorprenderse.
-Señora… es
un placer… Robert Bronson para su total disposición.
Marie lo
saludo con una leve reverencia. El hombre se adelanto y abrió la puerta del
auto, se agacho en su interior y de el extrajo algo que le alcanzo a Marie
-Tal vez
quiera que le regrese esto –le dijo mientras le alcanzaba a un sedosos y enorme
gato negro. La chica quedo finalmente de una pieza
-Spinel? …
es Spinel Sun?! –le pregunto al chico que la abrazaba por la cintura.
-Así es…
cuando me mude de Corea la señora Kim me lo entrego en custodia, ella presentía
que algún día te encontraría, ahora te lo entrego nuevamente a ti…
-La señora
Kim… sabes algo de ella? Está bien?
-Si…
siempre que viajo a Seúl me quedo en su casa… nuestra casa… ahora ese edificio
es nuestro… por si alguna vez quisieras volver…
-Volver a Seúl?...
y ella sabe de mi? Y de Josh?
-No… aun no
le he dicho nada… solo espera que regrese pronto.
Marie sonrió
complacida mientras acariciaba a su rechoncho gato que ronroneaba entre sus
brazos. Juntos subieron en el glamoroso auto y Robert los condujo a través de
la ciudad. Tomados de la mano y sin dejar de mirarse cruzaron el puente de
Brooklyn. Acariciándose lentamente llegaron hasta un Astoria que los aguardaba
en una lluviosa penumbra. Al llegar hasta la puerta del pequeño edificio el corazón
del chico se acelero con ansias. Pronto vería a su pequeño. Subieron lentamente
las escaleras. Al entrar Marie dejo a Spinel en el suelo que rápidamente se
puso a investigar su nuevo hogar. Maguie llevaba en brazos a Joshua, haciéndolo
jugar mientras le cantaba.
-Marge…
gracias por cuidar al bebe… veras… él… él es…
-No me
digas nada… mañana me pones al tanto… de solo ver su rostro imagino quien es… no
sé como habrá pasado todo esto, pero soy feliz si tu eres feliz amiga… - le
dijo Margaret con el gesto serio pero a la vez comprensivo –solo deseo hacerte
saber que Marie ha sufrido mucho todo este tiempo… -dijo dirigiéndose a Shin,
que bajo la mirada ante este comentario –y que no permitiremos que eso vuelva a
pasarle.
-Gomawo
señorita –le contesto Shin haciéndole una reverencia –le prometo que no dejare
que tampoco vuelva a pasar…
Marge le
paso al bebe a Marie, se puso el abrigo y se despidió de su amiga sin decirle
nada, solo sonriéndole y acariciando gentilmente su mejilla, pero antes de
salir le dedico una mirada amenazadora al chico, demostrándole contra quien se enfrentaría
si acaso llegaba a fallar otra vez.
La mamá
abrazo al bebe, apretándolo mientras le hacia cosquillitas con la boca en el
cuello y el pequeño se reía desenfadadamente. Y entonces recordó que no estaba
sola. Al girarse vio como el chico que hacía ya mucho tiempo la había cargado
hasta su casa y que había vigilado su sueño acostado en el piso al lado de su
cama, la miraba lleno de ansiedad y con los ojos llorosos de emoción. Entonces
en un acto de amor único, le paso al bebe a sus brazos. El rostro de Shin se
lleno de luz. El pequeño era simplemente perfecto. Los rasgos de su carita era
igual a la suya, pero el aroma de su suave piel era igual al de Marie, olía a
frutas rojas y a rosas. Era lo más hermoso que le podía pasar.
Se sentó
cuidadosamente en el pequeño sofá mientras el pequeño le acariciaba el rostro reconociéndolo.
Marie le alcanzo un biberón con leche y el nuevo papá se lo dio al pequeño
sumido en un estado de embelesamiento por poder tener de esa forma a su hermoso
niño. Joshua se quedo dormido rápidamente y juntos, la mamá y el papá, lo arroparon
en su tierna cunita. Luego, caminaron por la casa teñida de tenues luces,
levantando juguetes del piso, y ropitas de los sillones, mirándose
intensamente, sin decirse nada, transmitiéndose todo. Ya en el cuarto se
quitaron los zapatos y se recostaron sobre la cama, mirándose a los ojos,
recordando cada detalle del rostro uno del otro, y abrazándose, se ataron con un lazo invisible,
que los uniría para siempre.
La luz del
pequeño apartamento del tercer piso se apago finalmente. Sin embargo el amor
que allí renacía brillaría intensamente, con una luz propia y única, que atravesaría
los tiempos y las distancias, los rencores y los malos momentos, y que por la
fuerza de los dos juntos, ya nunca se volvería a apagar.
Fin
Dedicado con todo mi corazón a mis amigas del alma
Zazi, Marge y Dianne, ellas saben quienes son… y a todas aquellas chicas que
sin conocerme me brindan su cariño incondicional… las quiero un montón. Gracias
por haber sido tan pacientes.
Las quieroooooo!!!!!!!!!!
Oli!
14 comentarios:
hOla^^
T___T waaaa ke emosion!!!!
komawo Oli linda komawo por esta hermosa historia!!! valió la pena esperar por que te quedo hermosa!!!!
la parte de su reencuentro fue tan wow, que bueno que se reconsiliacion, que Marie no pemitio que lo sufrido no apocara el amor que se tiene y cuando shin conoció a joshua.. aigooo que lindo!!!!
komawo :)
Gracias!!!
No sabes lo feliz q me siento d saber q t ha gustado! se me hace tan difícil escribir xq mis tiempos, pero cuando veo q lo q escribo les gusta lo q hago me da una alegría indescriptible...
Gracias d todo corazón!
Gracias por tan hremoso fic,gracias por hacerme participe de tan linda histori TE RECONTRA QUIERO
TT__TT
Qué emoción!!!! Toys shillandooo de felicidad, awwww, que hermoso final le diste a la historia, Oli, soy tu faaaaaaan!!!
Quisiera decirte más cosas, pero en verdad, abuuu, ando como Magdalena, tu historia me llegó al fondo del kokoro...
aaa gracias Oli, es simplemente tu fic es buenisimo lo amé
Oli... muy buen fic, estuve pendiente del blog para seguir leyéndote y wow... me gusto mucho la historia... y mas por q Shin era Yong Hwa físicamente jejej...
Buen trabajo! ^_^
ahh oly graciasssss, tengo la garganta hecha nudo y con el ojo aguado,,,,q emocion y qlindo final, ahora siento q quiero mas a young hwa,,y el complemento de las fotos con la historia te qdo espectacular...sencillamente GRACIAS,, definitivamente valio la espera...y ojala sigas dejandonos conocer y soñar con tu talento...saludos desde colombia....
sandy...
Mmm volviendo a leer el final tengo uns idea....harias un epilogo..o un especial, es q me encantaria saber q vuelven a corea, la cara dd la sra kim cuan do sepa de joshua..y xq no un matrimonio en el jardin..jijiji son solo ideas pro aunq se q no tienes mucho tiempo si te desides tu solo avisas qnosotras esperamos.plisssssss...una vez mas gracias mil x permitirnos sonar,,,,saludos desde colombia...sandy
Que hermosa historia en serio..... me conmovio hasta las lagrimas ....... gracias por escribir algo tan bonito, me alegraste el dia gomawo :)
Oli! me perdí unas semanas y pasa esto, publicas el final del fic. Gracias por regalarnos este maravilloso final, espere mucho tiempo por el, creo que no hace falta decir que soy tu gran admiradora, me encanta como escribes, tu redacción es espectacular, ortografía maravillosa, historia sobresaliente e ingeniosa. Espero sigas escribiendo y créeme revisare tu blog más seguido. Me has dado un gran regalo, estoy contenta por ello.
El final de la historia a sido maravilloso, no sabes las ansias que tuve todo este tiempo ya que sigo tus fics desde que se publican en este blog, o sea desde ya alguno años XD y créeme tus historias son realmente maravillosas, y el final de este ha sido espectacular, así como la historia en si misma que me encanto al punto de esperar todo este tiempo^^ gracias Oli y sigue así, te admiro mucho. hwaiting!! gamabatte!!
salto de felicidad.......te quedo precioso......cuando se vieron....la reconciliación......cuando tuvo al bebe en brazos....fue tan lindo.....ES LA HISTORIA MAS HERMOSA QUE EH LEÍDO......CLARO QUE TODAS TUS HISTORIAS ME FASCINAN...SOY TU FIEL ADMIRADORA.....:)
wau Oli, de veras sabes escribir,llegas al punto de ponernos la piel chinita, chinita, todo parece tan real y ahora más aun con las fotografias, tienes el talento de dejarnos prendidas al computador hasta terminar el capitulo y buscar otra historia tuya, no dejes de hacerlo, tendremos paciencia y sabremos esperar.
Solamente felicitarte y agradecerte...no nos olvides...
Oli, soy tu fan mujer!
La verdad adoro tus historias, esta es la 3ra que leo, y de verdad eres grandiosa, te felicito por tu creatividad, por tu narrativa, tus historias son increibles. Espero sigas escribiendo, asi podemos seguirte disfrutando.
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