Al entrar a su apartamento se sorprendió, todo estaba calmo y silencioso. Pensó que se trataba de una nueva broma de Shin y se sonrió en silencio, fue hasta el cuarto esperando la sorpresa y nada paso, reviso todo el apartamento y ni él ni Spinel se hallaban en casa. Decidió ir a preguntarle a la señora Kim si sabia algo de él. Al abrir la puerta la anciana se veía seria y eso la preocupo, la hizo pasar y la invito que se sentara en una de las sillas del salón, cosa que le extraño puesto que siempre la hacia pasar directamente a la cocina. La señora se sentó frente a ella con gesto serio, entonces Marie temió que hubiera pasado algo malo, la miro con gesto inquisitivo, mientras la anciana con las manos cruzadas sobre su falda miraba seriamente el piso.
-Paso algo señora Kim?... es que veo que usted est…
-Veras Marie… tengo que decirte algo pero no se como... -la interrumpió la mujer aun sin mirarla –es algo muy importante… pero no se como decírtelo…
-Señora Kim… por favor dígame… me esta asustando… le paso algo a Shin?
La mujer se veía incomoda, entonces sintió que alguien la abrazaba de golpe desde atrás.
-Me extrañaste! Pero tonta! Que podría pasar?! Jajaja!... –la cara de la mujer cambio a risas cómplices con el chico que la abrazaba asfixiándola –que graciosa tu cara de susto!
La chica no respondía, no podía creer que la anciana se hubiese prestado para una broma con ese idiota, ambos se reían pero ella no. Se soltó haciendo fuerza del abrazo que la sujetaba, y se paro encarando al chico mientras le propinaba golpes en el pecho.
-Eres un estúpido! Que tiene de gracioso asustarme! Y usted señora Kim!... seguirle la broma a este tonto! No la voy a perdonar!
-No te enojes querida! Si el solo quería bromear contigo, te estábamos esperando para cenar! Pero el quería hacerte un recibimiento especial –le contesto la anciana mientras el chico la sujetaba de los brazos y seguía riéndose.
-No tengo ganas de cenar! Me voy a casa! Y será mejor que tú no me sigas!
-Pero si ya preparamos una cena especial para ti! No puedes irte -le dio el tratando de hacerle cosquillas para que la chica riera.
-Vamos pequeña –le dijo la señora Kim –estábamos ansiosos porque llegaras, lávate y vamos a cenar! –le insistió la anciana con una sonrisa que Marie no pudo rechazar. Empujando a Shin que continuaba molestándola, se dirigió al sanitario. Al salir de allí el la esperaba en la puerta sorprendiéndola. Le sonreía de esa forma tan especial, la sonrisa que ella había extrañado, pero prefirió seguir con el juego y hacerse la ofendida. Paso frente a el ignorándolo, entonces el la tomo entre sus brazos abrazándola con fuerza. Ella sintió que todo se derretía, y no pudo poner oposición a eso.
-Te extrañe… -le dijo el casi con un susurro –ya no estés enojada, si?!
Ella asintió lentamente, no podía salir de ese embotamiento que le producía el aroma de la piel del chico, olía naturalmente bien. Sentía que su pecho latía fuertemente, entonces trato de apartarse de el temiendo que pudiera notar la fuerza con que su corazón palpitaba. No pudo mirarlo a los ojos. Se sentía abrumada. Durante la cena evito mirarlo, pensaba en aquello que le estaba pasando, en la pena que le daba que el hubiera elegido comer en compañía de la señora Kim y no solos como lo hacían habitualmente, en cuanto deseaba salir de allí en ese momento porque no sabia como manejar la situación. Pero pronto la cena termino, y ambos debieron volver juntos al apartamento. Pensó en la manera de evitarlo pero vio que de ese modo quedaría mas en evidencia.
Llegaron y el fue al refrigerador por helado y se sentó en el sofá a ver el canal 95. Ella lo miraba pero no sabia si podría sentarse junto a el sin que notara su ansiedad. Se dirigió al cuarto y se puso la piyama, talvez si se acostaba dejaría de pensar en el.
Mientras se sentaba en la cama, sintió que el golpeaba la puerta. El corazón casi se le sale del pecho. Sin pararse le contesto
-Que quieres… me estoy acostando…
-No vienes? Están pasando Coffee Prince y te estas perdiendo los mejores capítulos… Vamos! Acompáñame! Compre helado de piña para ti…
No podía creer que el siempre recordara lo que a ella le gustaba. Respirando fuertemente se paro tratando de disimular lo que le estaba pasando. Cuando fue al salón Shin se desparramaba en el sofá comiendo helado de chocolate directamente del pote mientras tarareaba la canción del opening de la novela. Cuando ella se sentó, apartada de el, le sonrió calidamente, como siempre le hacia, entonces Marie le desvió la mirada.
-Te pongo al día… Han Kyul está muy confundido, pero se siente cada vez mas enamorado de el chico, entonces va a buscarlo al café luego de que todos se han ido y lo besa, entonces Eun Chan le corresponde pero no le dice que es en verdad una chica… que tonta… entonces el le dice que no importa si es alien o lo que sea, pero que esta enamorado de el y no le importa lo que digan los demas… este es el capitulo once… se esta poniendo buena!... la habías visto antes? –le dijo empujando los pies de Marie de sobre la mesa de centro donde los había puesto ella tratando de parecer relajada. Ella le negó con la cabeza sin mirarlo. Shin sorprendido por el mutismo de la chica solo atino a pasarle el pote de helado de piña y una cuchara. Los minutos fueron pasando y ella se fue olvidando lentamente de la tensión que sentía junto al chico. La serie fue llegando a su fin, ver como el besa a la chica violentamente, lleno de dolor y diciéndole que la prefería cuando era un chico hizo que se le cayeran lentamente las lágrimas, entonces sintió como los calidos dedos de Shin le secaba las lágrimas. Lo miro sorprendida, el la miraba seriamente sin dejar de acariciarle el rostro. Pensando que la había incomodado, retiro su mano rápidamente y desvió su mirada. Marie se le quedo mirando, estaba extraviada en un laberinto intangible de confusión. Se paro rápidamente a llevar a la nevera los potes de helado que se derretían sobre la mesa de centro. Shin la siguió para dejar en el fregadero las cucharas y unos vasos. Cuando Marie cerro la puerta del refrigerador, Shin se giro de frente del fregadero y ambos quedaron enfrentados, próximos, casi uno contra el otro. Se miraban seriamente sin decirse nada, sentían la proximidad de uno con el otro, la respiración del otro, la electricidad que entre ellos se generaba. No supieron si pasaron segundos, minutos u horas en esa posición tensa, no podían definir el tiempo mientras se miraban.
La boca húmeda y sedosa de Shin ante los ojos de Marie, su cabello desprolijo que le caía sobre los ojos, la piel suave y sonrosada de Marie que lo hacia encenderse, el brillo de sus ojos café, el aroma de su cabello; se observaron en profundidad sin darse cuenta de lo que hacían. Entonces Marie reacciono de repente y pestañando salio de su letargo, tratando de salir de allí, pero lo que sintió luego no supo en que orden sucedió. Shin la tomo por los brazos atrayéndola hacia el y agachándose hasta la altura de su boca, la beso casi con un roce, con un beso mínimo y sutil, ella estaba sorprendida, pero inmovilizada por la sensación de los labios de él sobre los suyos. Shin próximo a su cara, la miraba con intensidad, esperando que algún tipo de reacción se desprendiera de la chica. La beso nuevamente pero con apenas un poco mas de intensidad y la volvió a mirar, ella no decía nada, pero podía sentir que el cuerpo de la chica se aflojaba como si estuviese a punto de desmayarse.
Entonces Shin la tomo por la cintura con una mano, apretándola contra si y con la otra mano la tomo desde la nuca aproximando sus rostros, y la beso. El beso era firme pero sutil a la vez, sexy pero gentil en la medida justa. Ambos se dejaron llevar lentamente, besándose casi de forma poética. Succionaban y mordían suavemente sus labios, sus lenguas se tocaban acariciándose, sus ojos se entornaban solamente para sentir más profundamente lo que en ese momento pasaba. Finalmente se separaron, abriendo lentamente los ojos, mirándose de forma soñadora, jadeando con calida respiración uno sobre el otro. Shin la tomo de la mano, y en un acuerdo tácito, la llevo a través del apartamento hacia la habitación mientras en el camino apagaba el tele y las luces de la sala. Ella lo seguía sin oponerse, mirándolo extasiada. Cerro la puerta sin hacer ruido y la atrajo nuevamente hacia el. Se quitaron la ropa uno al otro en silencio, mirándose a hurtadillas para ver la belleza del otro. Entonces tomando la iniciativa Marie lo llevo hasta la cama. Ya no recordaba los disgustos con la señorita Lee, ni el cansancio del viaje, ni la mala broma que Shin y la señora Kim le habían hecho al llegar, ni se preguntaba que era lo que sentía por el. Solo podía pensar en cuanto lo deseaba en aquel momento. La actitud de ella lo encendió, pero caballeroso como siempre lo había sido, no podía más que tratarla delicadamente, como a un copo de nieve. Se acostaron uno al lado del otro y comenzaron a besarse nuevamente, aumentando la intensidad junto con cada caricia y cada prenda que iba desapareciendo. Los besos se fueron propagando por todo el cuerpo, al igual que el ardor que ambos sentían. Finalmente el deseo fue supremo, consumiéndose ambos en un mismo fuego.
La boca húmeda y sedosa de Shin ante los ojos de Marie, su cabello desprolijo que le caía sobre los ojos, la piel suave y sonrosada de Marie que lo hacia encenderse, el brillo de sus ojos café, el aroma de su cabello; se observaron en profundidad sin darse cuenta de lo que hacían. Entonces Marie reacciono de repente y pestañando salio de su letargo, tratando de salir de allí, pero lo que sintió luego no supo en que orden sucedió. Shin la tomo por los brazos atrayéndola hacia el y agachándose hasta la altura de su boca, la beso casi con un roce, con un beso mínimo y sutil, ella estaba sorprendida, pero inmovilizada por la sensación de los labios de él sobre los suyos. Shin próximo a su cara, la miraba con intensidad, esperando que algún tipo de reacción se desprendiera de la chica. La beso nuevamente pero con apenas un poco mas de intensidad y la volvió a mirar, ella no decía nada, pero podía sentir que el cuerpo de la chica se aflojaba como si estuviese a punto de desmayarse.
Entonces Shin la tomo por la cintura con una mano, apretándola contra si y con la otra mano la tomo desde la nuca aproximando sus rostros, y la beso. El beso era firme pero sutil a la vez, sexy pero gentil en la medida justa. Ambos se dejaron llevar lentamente, besándose casi de forma poética. Succionaban y mordían suavemente sus labios, sus lenguas se tocaban acariciándose, sus ojos se entornaban solamente para sentir más profundamente lo que en ese momento pasaba. Finalmente se separaron, abriendo lentamente los ojos, mirándose de forma soñadora, jadeando con calida respiración uno sobre el otro. Shin la tomo de la mano, y en un acuerdo tácito, la llevo a través del apartamento hacia la habitación mientras en el camino apagaba el tele y las luces de la sala. Ella lo seguía sin oponerse, mirándolo extasiada. Cerro la puerta sin hacer ruido y la atrajo nuevamente hacia el. Se quitaron la ropa uno al otro en silencio, mirándose a hurtadillas para ver la belleza del otro. Entonces tomando la iniciativa Marie lo llevo hasta la cama. Ya no recordaba los disgustos con la señorita Lee, ni el cansancio del viaje, ni la mala broma que Shin y la señora Kim le habían hecho al llegar, ni se preguntaba que era lo que sentía por el. Solo podía pensar en cuanto lo deseaba en aquel momento. La actitud de ella lo encendió, pero caballeroso como siempre lo había sido, no podía más que tratarla delicadamente, como a un copo de nieve. Se acostaron uno al lado del otro y comenzaron a besarse nuevamente, aumentando la intensidad junto con cada caricia y cada prenda que iba desapareciendo. Los besos se fueron propagando por todo el cuerpo, al igual que el ardor que ambos sentían. Finalmente el deseo fue supremo, consumiéndose ambos en un mismo fuego.
La conciencia de lo que había pasado la encontró a Marie de espaldas a ese extraño chico del aeropuerto, rodeada por sus brazos de limpiavidrios, calidamente arropada por su tibieza de abre puertas de taxi a la salida de un hotel, contenida por la calma de ese desconocido que había dormido en el piso junto a su cama, amada por el corazón de ese hombre único. La fría brisa nocturna los sorprendió. Shin se incorporo atrayendo sobre sus cuerpos la sabana que tanto había deseado que lo cubriera. Su protectora, amiga y amada yacía junto a el rodeada por sus brazos. Cuanto tiempo había codiciado ese momento, pero había sido incapaz de ofender la confianza que ella le había brindado. Pero finalmente esa noche había podido sentir como ella se estremecía con su abrazo, como el se había estremecido con sus lagrimas, como esa etérea energía los había envuelto al quedar próximos uno del otro en la cocina. Casi podía estar seguro que ella se sentía igual que el… pero aun temía que solo hubiese sido la emoción del momento. Ambos se quedaron dormidos cómodamente abrazados como si hubieran ensayado esa pose durante mucho tiempo. Afuera solo el ruido lejano de algún grillo distraía el silencio de aquella apacible escena nocturna.
Las luces del sol reflejadas en el piso trajeron de regreso de ese sueño vivido a Marie. Se sentía confortablemente placida, pero en su pecho su corazón le pedía más. Refregando sus ojos se desperezo, entonces sintió que alguien reposaba tibio junto a su cuerpo. Se giro un poco confundida por el ultimo resabio de sueño y vio que aquello que había creído soñar era real. Shin dormía profundamente, abrazado a su almohada. Se sintió feliz de una forma rara, y su corazón latía más fuerte, pidiéndole más. Se agacho con cautela para poder oler la espalda del chico que brillaba ante sus ojos, entonces el se movió un poco al sentir el calor que la luz solar le producía al posarse sobre su piel. Marie se asusto apartándose, y viendo que estaba desnuda, se arropo con las sabanas, girándose y dándole la espalda a Shin. Ante tanto movimiento el se sorprendió también. Estaba en una cama? Y ese perfume? Era el perfume que tanto anhela sentir cada vez que ella llegaba a la casa. Abrió dificultosamente los ojos cegado por el brillo de la mañana, y allí vio al objeto de su deseo. Envuelta tímidamente entre las blancas sabanas estaba la niña de sus sueños. Recordó rápidamente todo lo que había sucedido, los abrazos, las lagrimas, las miradas, las caricias, los besos… todo. Se incorporo casi de un salto, viendo que ella apenada le daba la espalda. Pensó que talvez ella pensaba que las cosas se habían salido de contexto. Intento tocarle la espalda pero se coartó pensando que ella estaba arrepentida de lo que había pasado.
-Perdón… solo deja que tome mi ropa… y ya salgo –le dijo tratando de alcanzar su ropa interior de entre las sabanas, con un tono apenado en la voz.
-No, no… esta bien… solo dame unos minutos… -le contesto Marie recogiendo las sabanas y envolviéndose con ellas para luego correr al baño y cerrar la puerta tras de si, con el corazón acelerado a mil revoluciones por minuto.
Shin se quedo un momento sentado allí, mirando la ropa de ambos desparramada en el suelo. Pensó que había cometido un error, pero ella también había dejado que el lo cometiera. Se paro tropezando con sus propios pies y salio del cuarto vistiéndose torpemente. Se sentía verdaderamente afligido, no deseaba que ella pensara que había tratado de aprovecharse de la situación.
Marie en el baño escuchaba apoyada aun en la puerta como Shin salía del cuarto ruidosamente, sonriéndose. No podía creer que finalmente había pasado aquello. Se miro en el espejo y vio una cara que hacia mucho tiempo no veía. Sus pómulos furiosamente rosados, su hermoso cabello revuelto en una mata desordenada, sus labios inflamados y pintados de ese carmín natural. Se sonrió, era su rostro renovado de energías que habitualmente tenia luego de una noche de pasión. Se ducho velozmente con agua casi caliente, no deseaba perder ese color de su piel que tanto le gustaba, salio del baño y se vistió con ropa deportiva. Era sábado y podía disfrutar de la relajación de dejar la ropa formal colgada en el closet. Salio del cuarto silenciosamente y vio que el estaba en la cocina alimentando a Spinel. Había olor a pan tostado y a café. El desayuno que ella prefería, tan distinto de lo que allí se acostumbraba, el desayuno al que el se había acostumbrado desde la primera mañana en que llego a ese hogar. Se arrimo con cautela, estaba temerosa de cómo se sentía el. Se sentó y tomo un trozo de pan, el se volteo regalándole una escueta sonrisa, sirvió un par de tazas de café y se sentó frente a ella. Desayunaron sin mirarse ni hablar. Marie pensaba que el estaba talvez arrepentido de haberlo hecho, eso la apenaba, pero al fin y al cabo ellos no tenían nada. Shin la miraba de soslayo, apenado de talvez haberla ofendido, pero aunque el sentía cosas por ella, no deseaba que ella pensara equivocadamente de el. Ninguno se animaba a decir algo, a tratar de aclarar alguna cosa de las que sentían. Finalmente el corazón de Marie pudo más.
-Oye Shin… yo
-No Marie… óyeme tu… -dijo interrumpiéndola ansioso, mientras ella lo miraba con la boca abierta asombrada –yo… yo no quiero que piens
-No te apures! –le contesto ella interrumpiéndolo, el la miraba sorprendido –yo entiendo que talvez para ti fue solo algo pasajero, no te apures… no te juzgo… -finalizo mirando el piso tratando de parecer distraída.
-Porque dices eso? –le contesto seriamente el, luego se paro y con gesto enojado salio al balcón. Marie se le quedo mirando, estaba confundida ¿porque se había enfadado así? Ella no deseaba que el se sintiera a disgusto, así que se paro y lo siguió para pedirle disculpas, prefería dejar atrás lo que había pasado esa noche, aunque su corazón protestara a gritos, que perder la amistad con el. Pensó que prefería amarlo en silencio que no tenerlo de ninguna forma. Ese pensamiento le dolió, pero prefirió disculparse.
Salió al balcón y le toco el hombro. El se veía apenado.
-Shin, discúlpame si te ofend…
Shin se giro mirándola con gesto profundamente serio, parecía mas enojado de lo que nunca lo había visto, por lo cual Marie calló, un tanto asustada.
-Por que piensas que estoy ofendido? Acaso no eres tú la ofendida por mi descaro?
Ella negaba con la cabeza y los ojos enormes, se sentía ahogada, casi al punto de llorar.
-Es que yo pensé que te había disgustad…
-Te amo! Lo hice porque estoy enamorado de ti! Porque demonios piensas que para mi fue algo pasajero?! Acaso no pudiste sentir nada de mí?! –le corto casi gritándole –yo no pienso ni pensé eso! … solamente no deseaba ofender tu confianza… -finalizo casi en un susurro, mientras miraba el suelo ante el.
Ella estaba boquiabierta. ¿El la amaba?! ¿El sentía amor por ella?! ¿Aquello verdaderamente estaba pasando? ¿Para el no fue solo sexo? ¿Para el también fue… amor? Su corazón fue el que decidió nuevamente, se abrazo a la cintura del chico que sorprendido, sentía como ella sollozaba y reía contra su pecho. La aparto un poco tomándola de los hombros y mirándola lleno de inquietud. Ella le sonreía con los ojos vidriosos por las lágrimas. El gesto de Shin le pedía a gritos una respuesta.
-Yo también siento cosas por ti… también me siento enamorada de ti –le contesto Marie sonriéndole y dejando caer lagrimas al apretar los ojos.
Ahora el boquiabierta era el. ¿Ella también se había enamorado? ¿De el?! ¿Eso era lo que a ella le pasaba cuando el la abrazaba y no rechazo? Sacudió esas ideas de su cabeza y la beso, ella primero sorprendida y luego totalmente entregada le respondió. Ahora se besaban, pero ya no delicadamente como la noche anterior. Ahora los besos ardían en llamas, al igual que sus cuerpos que fueron perdiendo las ropas a mediada que el la empujaba nuevamente al cuarto. El calor del momento supero al propio de esa mañana de verano. Shin cerró la puerta, empujando suavemente con el pie a Spinel fuera del cuarto, sin dejar de besar a la niña de sus sueños.
La alegría de la señora Kim al enterarse de la noticia fue mayúscula. La sonrisa de la anciana multiplico sus arrugas por mil.
-Ay queridos… hacia tanto tiempo que esperaba que esto pasara… pero tu tan tímida y Shin tan correcto… pensé que tardarían siglos en darse cuanta de que son el uno para el otro –les dijo satisfecha mientras Marie y Shin sonreían sonrojados, y felices.
Los días pasaban entre arrumacos, bromas y caricias. Ella seguía apegada a su trabajo, con más cargas y responsabilidades que antes. Shin continuaba con su vida aventurera, sin olvidarse nunca de las atenciones para con su amada. A Marie tampoco le importaba lo material. Y era feliz con solo estar a su lado.
La finalización de un proyecto le exigió a Marie mas tiempo del habitual, por lo que tuvo que dedicar una mañana de sábado a las cosas de la oficina. Al principio Shin protesto un poco, pues notaba que ella se exigía mucho mas que lo que hacia siempre, pero entendió que ese era un gran compromiso para ella. El sábado se presento soleado y caluroso. Marie se levanto temprano y salio casi cuando amanecía, dejando a Shin dormido aun junto a Spinel. A esa hora el chirrido de las cigarras ya le indicaba que el calor de ese día seria insoportable. La mañana pasó ocupada, pero hizo todo lo posible para terminar a tiempo para el almuerzo y así poder volver a casa junto a su amado chico. De regreso vio como las plazas se llenaban de pequeños que jugueteaban con agua y de gente que se refugiaba a la sombra de los arboles. Al entrar al apartamento Shin la llamo desde el baño. Cuando entro allí, la imagen le causo verdadera gracia. Shin se desparramaba dentro de la tina llena de agua, su rostro rojo por el calor y una pequeña toalla sobre la frente.
-Jajaja! ¿Qué haces?!
-Hola nena… que calor ¿verdad?! Estuve toda la mañana en el parque Huwon y casi muero de insolación.
-Hola cariño… en el parque Huwon? ¿Cual es ese?
-Es el Jardín Secreto del palacio Changdeokgung, es muy bello, pero el calor era intenso igual.
-¿Y que hacías allí? –le pregunto ella extrañada de que él visitara esos lugares.
-Siempre voy… es un buen lugar para buscar inspiración.
-¿Para buscar inspiración? –le pregunto ella atónita –para…?
El la miro sonriendo, era verdad que a veces había cosas que no conocían uno del otro, y el siempre había sido muy reservado en ese aspecto, y ella siempre había sido también muy cautelosa de andar preguntando cosas que talvez a el le disgustaran. Prefería descubrirlo de a poco y cuando el quisiera.
-Ve a mi morral, en la parte de atrás, adentro, hay una carpeta de color marrón… bueno al menos alguna vez lo fue, tráemela, si? –le dijo con una sonrisa un poco tímida. Ella asintió con la cabeza, no entendía que se traia Shin con todo eso, pero deseaba saberlo. Allí donde el le había indicado estaba la carpeta, que al igual que todas sus cosas estaba desgastada y vieja. La saco con cuidado para no romperla y la reconoció como una de las cosas que habían caído de la mochila el día que el empleado del aeropuerto la había pateado. Se la llevo a Shin, y este la tomo con tanta delicadeza como si se tratara de un tesoro.
-Ven… aproxímate para mostrarte –le dijo el con un gesto, pero sin salirse de la tina llena de agua –se que no soy el mejor y que nunca lo seré… pero siempre soñé con construir un lugar en el que todos quisieran vivir… -entonces saco de la carpeta las hojas que allí tenia y lentamente se las fue pasando a Marie. Allí se dibujaban hermosos edificios, que combinaban la modernidad, entre cibernética y futurista, con la naturaleza, con sus formas caprichosas y únicas. Todos aquellos diseños eran muy bellos, y Marie no pudo menos que asombrarse. Jamás había imaginado que Shin fuera capaz de crear cosas tan hermosas. Realmente desconocía esa faceta de el.
-Esto… esto es realmente muy hermoso, deberías presentarlo en algún estudio de arquitectos! Seguro tendrías éxito! Yo pod… -le decía ella mirando extasiada las paginas que una a una el le iba pasando.
-¡No! -la interrumpió en un grito, un tanto nervioso -eso es solo para mi, es mi tesoro, no quiero que nadie mas lo vea…
Ella lo miro sorprendida por la respuesta, negándole con la cabeza
-Ok… ok… pero donde aprendiste todo esto?
Shin se sonrió con un poco de tristeza en la mirada.
-En ningún lado cariño… apenas si pude terminar el penúltimo año de la preparatoria… además, económicamente jamás hubiera podido ir a la universidad… -el miraba sus manos arrugadas debajo del agua. Marie sentía que la había embarrado nuevamente. Guardo cuidadosamente los trabajos dentro de la raída carpeta y los dejó nuevamente dentro del morral del chico. Cuando volvió al baño el seguía sumergido en sus pensamientos, se arrimo lentamente, tratando de no parecer ansiosa por el momento que habían pasado.
-Oye Shin… yo no sab
Shin la tomo de la muñeca y la atrajo hacia el metiéndola en el agua toda vestida. Ella se asombro riéndose, y quedo sentada frente a el, que la miraba cariñosamente.
-No sientas pena por mi… si? Eso me pone mas triste aun… es solamente la vida que me toco vivir –le decía con una sonrisa tierna mientras le acariciaba las mejillas sonrosadas. Ella asintió lentamente, el brillo en sus ojos indicaba lo enamorada que estaba de ese chico, pero también sentía esa curiosidad innata por como había sido la vida de ese hombre misterioso que tenia frente a ella.
-No se… es que yo…
-Dímelo
-Me gustaría que me contaras algo de tu vida… deseo saber mas de ti –le dijo ella bajando la mirada apenada por la intromisión. El asintió, sonriéndole y levantando su rostro para que lo mirara.
-Ok… Nací en la provincia de Busan, en un hogar de pescadores. Mi padre desapareció en altamar durante una tormenta, yo era aun un bebe. Mi madre se sacrifico mucho, pero finalmente me entrego a unos misioneros católicos pues ella ya no podía hacerse cargo de mí. Luego me entere que también murió a causa de una tuberculosis. Las personas que me criaron era una pareja de alemanes que trabajaban en una iglesia cercana al pueblo donde nací, para mí siempre fueron como mis padres. El se llamaba Marcus y mi madre Sophie, me dieron mucho amor, pero cuando yo tenia 16 años ellos debieron volver a su país, entonces el gobierno no les permitió llevarme con ellos… -suspiro entrecortadamente -ellos debieron partir y yo fui depositado en guarda en un orfanato. Ellos prometieron que volverían por mí, pero yo sabia que eso no pasaría, así que en la primera oportunidad que tuve escape de allí… y desde ese día mi hogar fue la calle… a ellos nunca mas los volví a ver –dijo mirando el agua. Marie lo miraba apenada, no podía ocultar la tristeza que sentía por lo que el había pasado. Le acaricio la mejilla y el le sonrió.
-Ahora cuéntame tú.
Ella le sonrió tímidamente, mordiendo sus labios. El le quito los cabellos de la frente y le sonrió alentándola con un gesto.
-Naci en Nantes, en Francia, mi madre era una medica argentina que hacia una pasantía en un hospital local, y mi padre… jamás supe quien era el, solo me dio su apellido… Al terminar su estadía en Francia, nos trasladamos múltiples veces por diferentes lugares de Europa, hasta que finalmente, cuando yo tenía 8 años, nos asentamos definitivamente en las afueras de Chicago, en Estados Unidos. Mi infancia fue tan solitaria… es que mi madre trabajaba casi todo el día, y cuando estábamos juntas… era mas fría que el clima local… así que solo esperaba la oportunidad para finalmente poder salir de esa casa. Sabia que lo único que me alejaría de ella seria entrar a una universidad, por lo que me pasaba el día estudiando. Cuando termine la preparatoria entre a la universidad de Boston y allí estudie Comercio internacional… mi madre pago toda mi carrera, pero ni siquiera asistió a mi graduación… luego comencé a trabajar en New York… y el destino finalmente me trajo hasta aquí… -concluyo con los ojos vidriosos por el recuerdo de lo que había sido su vida. Shin le acariciaba tiernamente las mejillas, pero al ver que aquellas palabras la habían llenado de tristeza, trato de distraer su atención.
-Y el destino te trajo hasta mi… - le dijo desprendiendo los botones de la blusa de Marie, que sorprendida ante el gesto comenzó a sonreír. Lentamente fue quedando desnuda, mientras sus mejillas se iban encendiendo al igual que su deseo. El era capaz de hacerla olvidar de los malos momentos, de hacerla sonreír, de sorprenderla, de hacerla sentir especial. Hicieron el amor metidos en el agua de la tina. Y a pesar del calor de ese día estival, el amor los hizo sentir reconfortados.
Una noche, luego de cenar, se sentaron a mirar el dorama que seguían en esos días. Shin termino de lavar la loza y pelaba mandarinas y le quitaba los hilillos para que ella comiera. Pero Marie, no prestaba atención ni al drama, ni a Shin, ni a las mandarinas. Había algo que hacia ya algunos días la venia molestando. Algo que cada vez que entraba a la casa la llenaba de inquietud, algo que se estaba transformando en una alarma en su corazón. Y aunque siempre aparecían diferencias entre ellos, nunca habían sido irreconciliables, y todo terminaba bien… pero aquello, era algo que ya la empezaba a molestar. Allí, sentada en el sofá de la sala, no podía mirar la tele, no sabía lo que Shin le decía, no podía entender sus risas, solo había algo que le atraía completamente su atención. La mochila de Shin junto a la puerta. Hacía meses ya que vivían juntos y ese objeto jamás se había movido de allí. Y eso, la llenaba de amarga angustia. Finalmente la novela termino, Marie se paro sin decir nada y fue directo al cuarto, Shin se le quedo mirando, pensando en que sería lo que le estaría pasando, pues había notado que esa noche estaba particularmente rara. Cuando entro al cuarto luego de apagar las luces de la sala, vio que ella ya estaba acostada. Pensó que tal vez había pasado algo en su trabajo, o que simplemente estaba cansada. Se acostó junto a ella y al tratar de abrazarla ella quito su mano y le respondió secamente
-Esta noche no… me duele la cabeza.
Shin sorprendido por la respuesta quito lentamente la mano y se acurrucó de su lado de la cama. Pero podía sentir la respiración intensa de Marie y como se removía inquieta en su sitio, signos de que aun estaba despierta.
La noche para Marie fue larga, pero aunque trato de sopesar todas las causas por las cuales Shin nunca había quitado ese objeto de al lado de la puerta, ninguna la dejo satisfecha. Finalmente a las 6 de la mañana, el malestar físico de haber estado toda la noche en vela fue mayor que su voluntad de dormir y se sentó al costado de la cama.
-¿Por qué te levantas tan temprano? – le pregunto Shin con un susurro.
-Tengo cosas que hacer –le contesto Marie sin expresión en la voz, aunque estaba sorprendida de que la hubiera escuchado.
-Pero es sábado… quédate un momento mas en la cama… -le dijo el tratando de alcanzarle la mano, la que ella quito inmediatamente.
Marie se saco la parte superior de la piyama, entonces sintió la mano de Shin que le acariciaba la espalda desnuda.
-Me gusta la piel de tu espalda… y ver como se desliza tu cabello como hilos de seda sobre ella… -la caricia le hizo erizar la piel a Marie, que se estremeció levemente –cariño… estas enojada?
-No –le contesto ella irritada por no poder encararlo directamente.
-Claro que lo estas… tronaste tus dedos miles de veces, te moviste en la cama toda la noche… por que no me dices que es lo que pasa?
-Nada… no pasa nada… -le contesto ella con un dejo de amargura en su voz.
-¿Paso algo malo? ¿Tienes algún problema? Aunque… aunque la verdad pienso que el problema es conmigo… es así?
Marie se quedo en silencio, aquel silencio incomodo que no le dejaba decir las cosas que pensaba, pero que se le amontonaban en su garganta, y la ahogaban como una bola de llanto. El tomo nota de eso, pero tampoco sabía que decir, ya que desconocía la causa por la que la niña de sus sueños estaba enojada de esa forma. Sabía muy bien que el enojo era con él, el rechazo, la monotonía en sus respuestas, la tristeza en su voz, le confirmaban la sospecha.
-¿Quieres que me vaya? ¿Necesitas estar a solas? –pregunto Shin cauteloso, pero embarrando más la situación. Marie apretó las sabanas entre sus puños, alterándose aun más.
-Eso es lo que me molesta… -le dijo ella, ya sin tratar de ocultar lo que sentía.
-No entiendo… que cosa te molesta?
-¿Porque piensas que quiero que te vayas? …porque… porque piensas eso?!
Shin no le contestaba. No entendía a que se refería ella con esas palabras. Los puños de ella continuaban apretados, lo que le decía que la causa del enojo de Marie era bastante grave. Se sentó lentamente y trato de calmar la situación.
-Tal vez si me explic…
-¿Quieres que te explique?! ¡Muy bien! ¿Sabes lo que me tiene así? No molesta sino angustiada… dolida en verdad por no entender lo que pasa… es…
-¿Qué es cariño?! – le dijo el acariciando su espalda como dándole ánimos.
-Es… es tu mochila… -dijo finalmente, desahogándose.
-¿Mi mochila? –pregunto el atónito.
-…hace ya tiempo que esta en el mismo lugar… como si nunca hubieras dejado de pensar en largarte… como si siempre estuvieras… listo… como si estuvieras inseguro de lo que pasa…
La causa también había sido motivo de perturbación para Shin y quiso aclarárselo, para que se despejaran las dudas.
-Siempre estuvo ahí… porque siempre estoy esperando el momento en que te canses de mi… en que te aburras de este vago, que vive de ti, que abusa de tu bondad… porque ese es mi temor, tu aburrimiento… lo que me angustia a mi es pensar en el día en que te des cuenta de que ya no va mas… y… y yo no tenga nada que decir… solo largarme –se corrió lentamente y rodeó con las piernas y los brazos a Marie, que se deshizo en lagrimas sumergida en su abrazo, pensando en lo equivocada que había estado, en lo errado que había sido su pensamiento. Ese sábado solo fue para arrumacos y caricias, besos tiernos y abrazos de disculpas… de pocas palabras, y de mucho amor.
Pero siempre después de la calma viene la tormenta, y la tormenta llego de una forma estúpida y tempestuosa.
Un día durante una reunión de trabajo, Marie escucho que el trato con el jeque Mohamed se había concretado. Este multimillonario quería construir un edificio dedicado a las artes en el centro de Dubái, pero quería que fuera único en el mundo, y estaba dispuesto a pagar lo que fuera para conseguirlo. Entonces la BNBC buscaría al mejor arquitecto para que diseñara ese edificio sin igual. Marie recordó entonces los bellos dibujos que Shin había hecho. Le pareció que sería una gran oportunidad, fue así que al llegar ese día a la casa le comento lo sucedido a Shin.
-… sería una gran oportunid…
-No… -le interrumpió el tajante -solo soy un vagabundo que improvisa bocetos en un parque… nadie jamás me tomaría en cuenta… -le contesto con el rostro afectado. Marie lo miraba asombrado.
-Pero…
-No Marie… no quiero… -le contesto secamente y salió a la calle. Ella se quedo mirando la puerta asombrada por la actitud de él. Esa boche Shin volvió a la madrugada, y se acostó lentamente junto a ella, que lo esperaba secretamente despierta. Se arrimo con cautela y apoyo su cabeza en la espalada de la chica. Ella sintió que debía hacer algo por él, no quería que se menospreciara ya nunca más.
Esa mañana se levanto muy temprano, el continuaba serenamente dormido. Le tapo la espalda con la manta para que el frio del alba no lo afectara, y antes de salir, tomo de la mochila de Shin la raída carpeta con los bocetos que el tanto atesoraba.
Las cosas ese día fueron más vertiginosas que de costumbre. Varias reuniones con los distintos ejecutivos se sucedieron una tras otra. El señor Creswell, apenas si le dirigió una mirada, pero ella sabía que debía conseguir un segundo de su tiempo para mostrarle los dibujos de Shin. Sabía que no podrían pasar desapercibidos ante sus ojos. Fotocopio las imágenes y armo una pequeña carpeta, y le adjunto una nota explicándole quien era el artista, y antes de que su jefe saliera de su oficina, se la pasó.
-Déjala sobre el escritorio querida… mañana la revisare –le contesto este mientras subía al elevador para irse, ya tarde esa noche. Ella dejo la carpeta con las copias sobre otras tantas que habían presentado para que el CEO revisara, y salió para su hogar con la ilusión dibujada en el rostro. No podía pensar en nadie mejor que Shin para crear ese lugar sin par que estaban buscando. Al salir a la calle el cielo se había vuelto gris y tronaba intensamente. Una tormenta de fin de verano se amasaba lentamente. Al bajar del taxi frente a la puerta de su edificio debió correr para que las primeras gotas no la mojasen. El pasillo estaba silencioso, le extraño no escuchar el estridente televisor en el canal de deportes. Cuando abrió la puerta el apartamento estaba en penumbras y frio. Spinel salió a su encuentro entre las sombras ronroneando. Encendió las luces y comprobó que Shin no se encontraba allí, dejo su bolso en el dormitorio y cuando volvió a la sala vio que aquel objeto que tanto la había perturbado no estaba en el lugar de siempre, eso la extraño de sobremanera. Al entrar a la cocina, vio una nota sobre la mesa, algunos billetes arrugados y unas monedas. Abrió la nota con cautela y cuando empezó a leer, comenzó a sentir que el corazón se le iba deteniendo lentamente.
“Nunca pensé que para ti fuera tan importante el tipo de persona que yo debía parecer ser. Nunca te pedí nada, pero se ve que estabas decidida a que te debía agradecer eternamente. Acá te dejo el poco dinero que tengo, espero que sirva para pagar una ínfima parte de lo que gastaste en mí. Pero lo que tú me quitaste no se compara con ninguna suma de dinero que lo pudiera pagar… no te molestes en sacar conclusiones, simplemente me voy”
La desesperación la embargo por completo, corrió al cuarto y vio que los cajones del closet que eran de el estaban vacios, no quedaba un rastro de él, nada. Estaba bloqueada, no entendía por qué él había reaccionado así, no sabía qué hacer, el debía saber que las cosas no eran como él había imaginado. De pronto recordó que en una oportunidad Shin le había comentado que cuando vivía en la calle se refugiaba de noche en el parque Arcoíris, pues allí había muchas plantas y lugares donde guarecerse del frio. Salió corriendo a la calle, la lluvia ya comenzaba a hacerse intensa, paro un taxi, su chofer sorprendido la llevo pensando en que haría una chica sola, a esas horas de la noche y con esa lluvia, en ese solitario parque. Corrió por los pasillos del desolado parque, la intensa lluvia la mojaba hasta los huesos. Solo podía gritar su nombre una y otra vez.
-Shiiiiiiin!!!!! Shiiiiiiiiiiiiin!!!!! Shin por favoooor!!!! Shiiiiiiiin!!!!! –mientras lloraba con la misma intensidad de la lluvia que le mojaba la cara.
Nadie le contesto. De rodillas en el suelo, sintió como el frio la llegaba hasta lo más profundo, había pasado ya mucho tiempo y no había visto a nadie. No sabía a dónde ir a buscarlo, adonde podría haber ido, en qué lugar estaría el amasando una idea equivocada. Regreso a su casa, ahogada en un mar de lágrimas, y así, mojada completamente lo lloro toda la noche.
Las primeras luces del día la trajeron de regreso a la realidad. Debía volver al trabajo, pero no sabía cómo hacerle para no pensar a cada minuto en el. Se cambio de ropa y acomodo un poco su pelo, pero el rostro demacrado por las lágrimas y el dolor, no se podía ocultar con nada. Al llegar a su trabajo la tarjeta de ingreso no funcionaba. Pensó que con todo lo que se había mojado la noche anterior, tal vez estaba averiada. Intento una y otra vez, hasta que un empleado de seguridad le pidió que lo acompañara. No entendía nada. La condujo hasta una pequeña oficina, allí la señorita Lee y otro empleado de la empresa la aguardaban. Eso le produjo un desconcierto aun mayor.
-Se… señorita Lee? –la saludo Marie sin entender que era lo que pasaba.
-Buenos días querida… llegas justo a tiempo. No voy a prolongar esto más de lo necesario, solo debo decirte que ya descubrimos lo que has estado haciendo y que a partir de este momento estas despedida.
El rostro ya enfermizo de Marie se desdibujo aun más. Sintió como las piernas se le aflojaban de repente. Solo podía ver que el rostro de la desagradable mujer se retorcía en una mueca de relajo.
-Des… pedida… pero… yo… no se –le decía con la voz entrecortada y la mirada perdida en un punto invisible.
-Trataste de estafar a la empresa, tenemos todos los cheques fraguados con tu firma y tu sello, algo… inaudito. Pero, no te preocupes, ya intercedí por ti para que no te denuncien, fuiste mucho tiempo empleada en esta empresa, y además… seria un bochorno revelar que aquí pasan cosas como esta –le decía la despreciable mujer con un gesto similar a una sonrisa de costado.
-Yo… yo no! –le contesto Marie reaccionando ante la terrible acusación de la mujer, no podía entender que era lo que podría haber pasado, ella jamás habría sido capaz de hacer algo semejante.
-No te molestes querida, ya es algo inevitable, el agente de seguridad te entregara las cosas personales que tenias en tu escritorio, y sobre la casa, obviamente que no pretendo que la desocupes hoy, pero debes dejar ese apartamento en dos días, o tendré que hacer intervenir a la policía para que te desaloje.
-Debo hablar con el señor Creswell! El debe saber que esto es mentira! Yo no soy capaz de hacer una cosa así! – decía casi ahogándose, viendo la infamia de la que se la acusaba.
-El señor Creswell esta muy ocupado para atender estos asuntos, además Halston está totalmente enterado de la situación y no desea saber nada de una empleada que solo trataba de estafar a la empresa.
-Pero no! No es así!!!
-Te pido que te retires inmediatamente y no armes un escándalo, caso contario tendré que hacerte sacar por la fuerza por el personal de seguridad… o llamar a la policía, y me vería obligada a denunciarte, por lo que probablemente terminarías detenida –concluyo la gerente haciéndole un falso gesto de comprensión, mientras le sonreía artificialmente. Marie estaba shockeada, no podía entender que era lo que le estaba pasando. Vio que la arpía daba un giro sobre sus tacones, sacudiendo su coleta melodramáticamente, y salía seguida del empleado que la había acompañado desde un principio. Sintió que uno de los hombres de seguridad la tomo firmemente del codo y la condujo hasta la salida principal. Una vez allí, otro hombre le paso una caja, donde desordenadamente alguien había colocado algunos de los objetos personales que ella había puesto en su escritorio. El día estaba gris. Repentinamente comenzó a llover, lo que saco a la anonadada chica del estado de embotamiento en el que se encontraba. Camino por la cuidad con la caja, mojándose, mientras se deslizaba como un fantasma, como una persona sin alma.
Tres días después, bajaba del avión que la llevaba de regreso a New York, se sentía agotada, las nauseas y el malestar que la habían molestado durante todo el vuelo, no habían desaparecido. Cuando vio a sus amigas Dianne, Marge y Zazy esperándola con gesto ansioso y compungido, se largo a llorar casi sin control, jamás pensó que su historia se transformara en un relato trágico.
-No llores mas amiga, nosotras te cuidaremos y todo volverá a la normalidad –le dijo Dianne, mientras la abrazaba intensamente, y lloraba junto a las demás chicas en un abrazo inagotable.
...
10 comentarios:
Waaaa GRACIAS OLY^u^
Oli Sumbae. Me dejas T_T
Shin donde te fuiste de nuevo
Definitivamente soy tu fan Oli, el fic me encantó!!!! Aaaaahhh, ya quiero saber que va a pasarrr...
wOw!!! me encanto..como todos los tuyos!!! estoy completa y rotundamente pikada!! esperare la siguiente parte con ansias!! waaaa kiero saber ke pasara!!..komawo Oli
ayyy Oli no escribiste continuara...¿cierto que no es el final?...sino muero amiga...fascinante es la palabra con que la defino, realmente me gusto, asi que si hay siguiente parte la espero con ansias
opordios!!! escribes demasiado bien! una vez que comencé a leerlo no pude parar!!!! amé la redacción, narración, todo!!! ojalá no nos dejes esperando tanto para la actualización de tu fanfic que realmente esta buenísimo! esperaré con ansias!!
wau soy nueva en el blog y me encanto esta historia, espero que la continues pronto, escribes increible. xD
hola oli...es el segundo fanfic tuyo q leo...y bueno aunq no es con mi oppa gong yoo (q ya te lo habia prestado jiji)..sencillamente me encanto, estoy super enganchada, asi q por fa me niego a creer q este sea el final...por fa con los finales tristes de doramas me basta...escribe pronto...ah y saludos desde colombia....
cual es la continuación por favor quisiera saberlo............... angela
hola oly...sigo esperando ansiosa la siguiente parte...yo se q no es lo unico q debes hacer..pero porfa..aunq sea una pequeña parte ....quiero saber q shin regresa y viven felices para siempre (ya no tengo lagrimas con tanto dorama y pelicula coreana)..gracias y saludos desde colombia...
Publicar un comentario