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lunes, 3 de octubre de 2011

Los misteriosos causes del destino. (3ra parte)


Por Oli!
Apta para todos a los que tengan ganas de leerlo.


La mañana de un día donde salió el sol luego de varios días de lluvia suele ser digna de recordar. El sol brilla con más esplendor, la tierra se ha lavado de las copas de los árboles y todo el verde parece renovado, inclusive la tierra húmeda desprende un aroma único que reconforta el espíritu. Pero para aquel chico vagabundo todo aquello le resultaba irritante. Le recordaba a la persona al cual él le había confiado su vida, a la forma en que ella se había servido de su pobre y miserable vida para conseguir ascender en su trabajo. Estaba enfadado, pero la extrañaba. Y eso era lo peor, tratar de no pensar en ella en medio de aquel hermoso y brillante día. Salió debajo de los arbustos y cartones que le servían de refugio en el parque Arcoíris y se encamino hacia el


 Jardín Secreto del palacio Changdeokgung, quería recordar aquellos bosquejos que ella le había robado.

 Sentado a la sombra de los majestuosos árboles no podía pensar en nada, solo en ella, quería odiarla, pero la extrañaba más de lo que había imaginado. Garabateaba líneas abstractas en un trozo de papel con un pequeño resto de lápiz que había encontrado en su morral, cuando un hombre vestido de elegante traje se sentó a su lado. Un occidental de unos cincuenta y tantos, que se secaba el sudor con un extravagante pañuelo. Lo miro de soslayo, pero el tipo miraba distraídamente hacia la copa de los arboles. El siguió con las líneas que hacía, cuando de repente sintió que el extraño le hablaba.

 -Siempre vienes a este sitio?
 -Perdón?... nos conocemos? –le pregunto Shin extrañado.
 -Eres Shin verdad? –le contesto el tipo aun sin mirarlo, el chico lo miraba desconcertado –he tenido oportunidad de ver tus diseños, y por las indicaciones que encontré supuse que te podría encontrar en este lugar… -Shin seguía sin entender nada –perdón… veo que no entiendes… soy Halston Creswell, por iniciativa de una ex empleada de mi compañía llegaron a mi tus trabajos y las indicaciones de quien eras, al principio pensé que era una broma, pero luego de ver de lo que eres capaz de crear supe que tenía que venir a verte en persona.
 Shin supo inmediatamente quien era el tipo, pero lo único que saco en limpio fue –Ex empleada?!
 -Sí, la señorita Marie ya no trabaja para nosotros, pero eso no imposibilita que estemos muy muy interesados en ti, queremos que seas el director en jefe de nuestra próxima obra, será algo grandioso y queremos que tu lo diseñes.
 -Yo?... pero no tengo estudios ni experiencias, ni nada!
 -No importa… con solo ver las copias de tus bosquejos se que eres el indicado, lo que has creado me indica que eres un gran diamante y no necesitas talla, estás listo para lo que necesito.
 -Copias de mis bosquejos…?
 -Si… la carpeta que me dejo la señorita Deville solo contenía copias de tus trabajos… pero eso es para mí suficiente.
 -Ah… pero entonces…
 -Te invito a que vengas a mi oficina para que almorcemos y lleguemos a un acuerdo, te prometo que esta será una oportunidad única que no podrás despreciar.
 La palabra almuerzo no le pareció tan mala, hacia ya varios días que solo comía deshechos. Pero era muy orgulloso, y no sabía qué clase de hombre era ese Creswell. Pero el tipo lo intuyo.
 -O tal vez mejor solo conversemos y veras que mi propuesta es inmejorable.

Entonces el tipo se acomodo a su lado y le conto todo lo que tenia para ofrecerle, entonces Shin no tuvo más opción que admitir que esa era la oportunidad de su vida. Acordaron que se reunirían en la oficina de Halston el día siguiente para cerrar el trato y mostrarle el nuevo estudio que la empresa le otorgaría. Shin tímido pero firme, Halston decidido pero correcto, se saludaron con un apretón de manos y se despidieron bajo la sombra de aquellos arboles del jardín secreto. Ya había avanzado la tarde, las sombras habían cambiado, el jardín se veía más melancólico, o tal vez era que solo podía pensar en Marie.
 El guardia del palacio le informo que ya debía cerrar, entonces salió a la calle, que ya se empezaba a despejar de gente, camino sin rumbo, y sus pasos finalmente lo llevaron a la puerta del edificio donde vivía la chica que lo había traicionado. Estaba enojado con ella, pero quería saber porque ya no trabajaba más en la compañía, justo ahora que el formaría parte de ella. Subió las escaleras hasta el piso en que solía vivir. Solo salía silencio detrás de aquella puerta. Golpeo levemente y nadie contesto ni hiso ruido. Probo nuevamente, pero no paso nada. Pensó que tal vez ella no estaba. Entonces cuando se disponía a marcharse sintió que una puerta se abría.

 -Shin? Eres tu muchacho? –le decía la anciana voz de la señora Kim.
 -Señora Kim… buenas noches… perdone la molest
 -Por favor Shin… entra un momento, tengo algo para ti –la voz de la adorable abuela sonaba triste y apagada. Shin entro a la casa de la anciana como lo había hecho otras tantas veces. La viejita fue hasta un pequeño mueble y saco unos papeles y se los entrego. Eran sus bosquejos, los originales que ella le había sacado sin permiso. Mientras los revisaba vio aproximarse a Spinel, que le ronroneaba y se enroscaba entre sus piernas. La miro a la anciana mujer sin comprender nada y vio que esta tenía lágrimas en los ojos.

 -Señora Kim… que a sucedido?
 -Marie se fue hace ya unos días, no me dijo adonde, solo que debía partir de inmediato y que no podía llevar a Spinel con ella. Estaba muy triste, la habían despedido del trabajo y tú… tú te habías ido… ella debió dejar el apartamento de un día para otro, hace ya un par de días que se fue. Creo que tal vez a su país, no me lo dijo. Me pidió que si alguna vez venias te diera esto y te dijera que no fue su intención robarte nada, solo darte una oportunidad. Luego partió, estaba enferma, muy demacrada. La tristeza que me dejo ya no tiene cura…
 Shin comprendió que había sido un grandísimo imbécil. No solo había maltratado al amor de su vida, sino que además no había hecho nada para evitar que todo aquello pasara. Jamás se perdonaría todo aquel gran error.

 Una vez en la empresa trato de averiguar qué era lo que había sucedido con ella, y la salida tan estrepitosa que había tenido. Nadie sabía nada, solo que ella ya no estaba, y nadie sabía su paradero actual. Pronto se descubrió que su despido había sido una artimaña de la maliciosa gerente, pero eso no sirvió para hacer volver a Marie. Sabía que tal vez algún día la vida le permitiría encontrarla, pero por mientras ya no deseaba escuchar nuevamente su propio nombre pronunciado por la boca de nadie más. Eso solo le recordaba la noche en que ella desesperada lo busco en el parque Arcoíris una y otra vez. Desde ese momento su nombre seria Marcus Han.

 Era su primera visita a la Gran Manzana, después de haber organizado sus cosas en la oficina de Londres, había ido a atender el pedido de un gran inversor a New York y eso le permitiría conocer la ciudad. Desde que había hecho ese trabajo en Dubái se había convertido en uno de los arquitectos noveles más solicitados en el mundo, y eso no solo le había permitido viajar, conocer diversos lugares y ser inmensamente rico, sino que además, se había independizado de la Blue NC Builder. La 5ta avenida lo había recibido con una mañana lluviosa. Su chofer de siempre, Robert, lo conducía en su magnífico auto. Miraba melancólico la ciudad que se desvanecía bajo la fina llovizna, mientras acariciaba el lomo de su amado gato que siempre viajaba junto a él.


 Se detuvieron en una esquina, el tráfico no avanzaba producto de un pequeño encontronazo que habían tenido dos taxis. Entonces la vio. Caminaba compungida por la vereda de enfrente de donde ellos estaban. Sintió que algo le aprisionaba el corazón, hacían más de dos años que no la veía. Pensó en bajarse y correr a alcanzarla pero al analizar bien lo que veía, se detuvo. La niña de sus sueños caminaba abrazando con fuerza a un pequeño niño, tratando de protegerlo de la lluvia, cargada con bolsos infantiles y apurada. ¿Era la niña de sus sueños la mama de los hijos de otro? Que debía hacer?! Dejarla ir?! Entonces le indico a su chofer que apurara la marcha como fuera y que no la perdiera de vista. La siguió a través de algunas cuadras hasta que se detuvo en la puerta de una especie de guardería infantil. Entro y a los pocos minutos salió sin el pequeño. Tomo un taxi, y siguiéndola, llegaron hasta la puerta del edificio donde ella entro. A esas alturas estaba decidido a saber que era de la vida de ella.


La pequeña con lágrimas en los ojos que corrían su maquillaje, la niña que había dormido en sus brazos, trabajaba en una compañía constructora. Robert suspendió todas sus actividades para esa tarde. Y aguardaron allí, aparcados en la vereda de enfrente al edificio donde Marie había entrado. Pasadas las 6 de la tarde, o de la noche, ya que todo se ocultaba a esas alturas bajo las sombras nocturnas del invierno, salió de su trabajo. Se apoyo contra la vidriera de una tienda y se quito los zapatos de tacón, saco de su bolso unas tenis, se las coloco y comenzó a caminar rápidamente, hasta la parada del autobús. Todo su recorrido fue seguido por Marcus, en silencio, al igual que un fantasma que llora angustiosamente. Llego nuevamente hasta la puerta de la guardería infantil, de donde salió unos momentos después con el pequeño en brazos, cargando todos aquellos bolsos infantiles. La niña de sus sueños caminaba por la oscura noche con ese bebito, cansada, apurada por el frio y la ansiedad de proteger a su niño. Llego hasta la estación del metro, bajo las escaleras y la perdió de vista. Marcus bajo del auto rápidamente y descendió las escaleras, y entre todo el gentío pudo divisar el gorrito rojo que llevaba el pequeño, trato de alcanzarlos, pero al llegar al andén se perdió entre la muchedumbre que iba y venía en las distintas plataformas. La había perdido de vista nuevamente. No podía pasarle eso otra vez. El corazón comenzó a apretarle como antes. 

Entonces sintió una mano que lo tomaba del hombro. Era Robert, que lo miraba con gesto comprensivo.

 -Si partió desde esta estación, seguramente mañana regresara por aquí, tal vez usted deba armarse de paciencia… tal vez así podrá saber adónde va la señorita.
 El dolor en el pecho se le alivio lentamente. Robert tenía razón. Debía aguardar y pensar muy bien en que haría para saber que era de la vida de Marie. Debía aguardar pacientemente el momento para reencontrase con ella.

 A la mañana siguiente se levanto muy temprano. Tenía un desayuno de trabajo que ya no podía postergar, su próximo nuevo cliente lo había estado esperando ansiosamente. Se vistió elegante pero informal, y cuando bajo a la recepción del lujoso edificio donde vivía, Robert lo esperaba ya tras el volante del auto. Llegaron hasta la puerta de un bello restaurant en Greenwich Village, bajo y mirando seriamente a su chofer le dijo...

 -Ya sabes que hacer –este le respondió asintiendo con la cabeza y partió dejándolo en la puerta de aquel restaurant. El hombre que lo aguardaba lo saludo cálidamente y lo invito a sentarse. Los detalles de aquel nuevo trato ya estaban ultimados, la cita era solo para conocerse mutuamente, por lo que la conversación fue prácticamente de un solo hombre, ya que Marcus pasó más tiempo pendiente de su celular que de lo que aquel hombre le decía, solo se limitaba a sonreírle cortésmente y a asentir con la cabeza. Finalmente llego el mensaje que estaba esperando.

 “Misma hora, misma estación, idéntico recorrido”

 Robert le confirmaba que había vuelto a verla y que probablemente la rutina se repetiría nuevamente ese día. El índice de ansiedad que hacia revolotear su corazón, casi con dolor, aumento a niveles indescriptibles. No podía soportar más estar allí sentado fingiendo interés, debía salir a tomar aire. Se disculpo con su interlocutor y salió a la calle. Camino unos metros y se detuvo apoyándose en un árbol, la ansiedad era casi similar a un ataque de pánico. O efectivamente era el pánico que sentía al pensar que le diría en el momento en que se enfrentara con ella. De repente vio que un automóvil se detenía a su lado. Era Robert que lo aguardaba abriéndole la puerta. Subió y se desparramo en el asiento posterior, estaba pálido y sudoroso. Ahora tenía la mente en blanco otra vez… aunque más bien era en un tono grisáceo, el tono del arrepentimiento que lo acometía cada vez que pensaba en cómo había sido con ella, cuando ella más lo necesitaba, como la había dejado sola, cuando ella era verdaderamente infeliz. Y para colmo de males no podía hacer sincero el deseo de que ella ahora fuera feliz, porque por más que lo deseara su corazón celoso no podía imaginársela feliz en los brazos de otro. Se sentía despreciable. Al llegar a su casa se encerró por un momento en el baño, los nervios de haberla encontrado y no saber cómo encararla le provocaban nauseas. Robert golpeo suavemente la puerta, le traía una taza de té. Era un buen hombre, y aunque generalmente no hablaba mucho, cuando era necesario se fiaba de sus certeros consejos. Pero aunque esta vez necesitaba oír su aliento y su comprensión, sus únicas palabras fueron “Tranquilo”.

 Su malestar le impidió comer en todo el día, solo podía pensar en que llegara la tarde para esperar verla llegar a la estación del metro como el día anterior. Ni siquiera atendió el teléfono, su asistente les contesto a todos que ese día el no podría. Y es que en verdad ese día no podía pensar en ninguna otra cosa más que en ella. Como a las cinco de la tarde ya no aguanto más. Se puso ropa deportiva y un abrigo con capucha que le ayudaba a ocultar su rostro. Cuando salió del cuarto Robert lo esperaba ya listo para salir, también vestido cómodamente, se ve que ya anticipaba que debería acompañarlo. Había planeado esperarla a la entrada de la estación del metro, pero su ansiedad lo llevo hasta la puerta del edificio donde ella trabajaba. Había comenzado a morderse las uñas cuando la vio salir, eran ya cerca de las siete, ella paro un taxi y subió, y este se alejo rápidamente. Robert lo alcanzo unas cuadras después, ante la mirada nerviosa de Marcus. Marie bajo en la guardería, y unos momentos después salió cargada de bolsos y del niño, y camino rápidamente hasta la estación. Al llegar allí, Marcus y Robert dejaron la calidez del auto para seguirla de cerca. Marcus subió su capucha y corrió escaleras abajo seguido de su asistente, el corazón le latía tan fuerte que lo escuchaba retumbando en sus oídos. Seguía expectante la cabeza del pequeño que resaltaba entre la gente con su rojo gorrito. Marie subió rápidamente, rodeada de otra mucha gente que deseaba partir en ese tren, entonces él y Robert corrieron a alcanzarlo, subiendo dos vagones detrás del que ella iba. Pasaron con dificultad hasta el vagón más cercano a ella, ante la mirada enojada de la gente que apretada viajaba allí. Un piadoso le había dado el asiento y ella mecía a su niño con ternura pero con el rostro cansado. Se quedo perdido observándola. Cuanto tiempo había añorado ver ese rostro de cerca, y ahora no sabía cómo aproximarse a ella sin que ella lo rechazara o saliera corriendo. Se veía cansada, pero igual de bella como aquella primera vez que lo hicieron. Sus rosados labios, húmedos y cálidos, jadeando entreabiertos cerca de su boca, su piel sedosa, su cabello, largo y hermoso, perfumado con olor a fresas… cuanto tiempo había deseado volver a sentir ese perfume… el aroma de su piel. De repente ella se puso de pie, acomodo al niño en sus brazos, recogió sus bolsos y se apresto a bajar. Debía seguirla, no quedaba alternativa, pero la mano de su amigo lo freno.

 -Debe dejarla que se aleje un poco sino se dará cuenta de su presencia.
Marcus asintió entendiéndole. Al bajar la chica se mezclaron entre la demás gente que descendía, y caminaron ocultándose para que no los viera. La estación era Astoria Blvd., había comenzado a garuar tenuemente por lo que ella apuro el paso, cobijando al pequeño. Ellos la seguían a corta distancia, uno, loco de angustia por perderla de vista, el otro calmando con leves palmadas la ansiedad que crecía como una burbuja. Se detuvo frente a una tienda donde una mujer de rasgos orientales le alcanzo una bolsa con comestibles, sonriéndole y acariciando con cuidado al pequeño
 -Xiéxie Mrs. Ying!!! –le dijo Marie alejándose por la oscura acera hasta llegar a la puerta de un edificio. Al detenerse, se ocultaron detrás de unos árboles, entonces ella antes de abrir la puerta se giro mirando con cuidado, parecía como si se hubiera dado cuenta de que la seguían. Luego abrió la puerta y entro rápidamente. Un momento después se encendieron las luces en el tercer piso. Parecía que nadie la había estado esperando. Se quedaron parados allí, frente al edificio, mientras la lluvia se hacía más intensa, hasta que finalmente las luces de aquel tercer piso se apagaron.

 La niña a la que había lastimado como a nadie en el mundo vivía en Astoria, y nadie estaba en casa esperándola para recibirle las bolsas de abarrotes, ni para abrazar al niño, ni para abrazarla a ella ¿Acaso estaba sola? Eso lo entristeció, pero a la vez lo alegro maliciosamente, Marie estaba sola. Nuevamente el dilema de la mezquindad en sus sentimientos lo golpeaba otra vez. Robert le toco el hombro sacándolo de ese torbellino de emociones encontradas en el que se hallaba. Con un dedo le señalaba que el último piso de un edificio casi enfrentado al que vivía Marie, se arrendaba. Asintió con la cabeza comprendiendo el significado de ese gesto, luego se alejaron de allí con rumbo a la estación, pero con la pena de alejarse nuevamente de ella.


 Debía hacer algo para compensar el desasosiego que lo invadía el solo hecho de pensar en su nombre, estaba tan perturbado con el reencuentro, que había olvidado el motivo que lo había traído a Nueva York, por lo que decidió retrasar un poco lo de su proyecto aunque eso le implicara perder dinero, que estar sentado frente a los planos en blanco pensando solamente en su rostro. Pero su asistente fue convincente cuando le dijo “Debe tomar las cosas con calma… si se adelanta a los hechos podría terminar sin nada… deje que las cosas se desarrollen lentamente así usted podrá ir pensando cada paso para no equivocarse” y tenía razón. Por lo tanto, decidió dejar en manos de Robert el asunto de apartamento frente a la casa de Marie. Desde allí podría saber algunas cosas más de la vida de ella sin acercarse demasiado. 

El volvería a su proyecto y así trataría de despejar su mente para tenerla limpia cuando el momento de enfrentarla se presentara. Robert hablo con la asesora de bienes raíces “El depósito será en efectivo… queremos ocupar el apartamento inmediatamente”… le dijo a la mujer acelerando el trato, por lo que esa misma tarde el quinto piso completo de aquel lugar se convirtió en la atalaya desde donde observaría con detalle la vida de su amada niña. La entrada al principal daba a la calle contraria a la del edificio donde vivía Marie, lo que resultaba perfecto, pues así evitaría cruzársela al entrar y salir de allí. La cena de esa noche con la gente que lo asesoraría en el nuevo proyecto se extendió hasta después de las ocho, por lo que cuando llegaron hasta el nuevo departamento, vacio y sin mueble alguno más que un potente telescopio, las luces del tercer piso de la calle de enfrente se pagaron apenas él se asomo a la ventana. No pudo observar nada de lo que allí ocurría. Ante su gesto de amargura Robert volvió a repetirle lo mismo de siempre, “Tranquilo”, no quedándole otra que solamente esperar.

 Al día siguiente se levanto muy temprano, planeando resolver todas sus obligaciones del día lo más anticipadamente posible, cosa de poder ir al apartamento antes de que ella llegara esa tarde. Cuando se aprestaba a salir, su asistente con voz monótona le recordó desde la cocina “Es domingo” lo cual hizo que se frenara de golpe, comprendiendo en que estaba perdido en el tiempo, en que día de la semana estaba viviendo, en que solamente podía pensar en verla. Se sintió apenado, sentándose en otra de las sillas de la cocina donde Robert tomaba lentamente una taza de café, mientras se miraba las manos sin saber qué hacer. El reencuentro con ella lo había vuelto torpe e impulsivo, ya no planeaba fríamente lo que haría como lo hacía habitualmente, ahora solo quería salir corriendo a ver qué era lo que ella hacía, como estaba, acercársele lo más posible con el propósito de poder oler su perfume. Pero su amigo lo volvía rápidamente a la realidad y eso lo entristecía. Pero ese mismo amigo también le mostraba que camino debía seguir “Podemos ir y ver que hace en su día libre”, lo cual hizo que saliera disparado de su asiento arrastrando a su asistente con él. Media hora más tarde abría la puerta de su nuevo quinto piso y corría torpemente hasta una de las ventanas, observando el momento justo en que ella salía por la puerta de su edificio, empujando un cochecito con el pequeño de gorrito rojo adentro, envuelta en una hermosa pashmina rosa. Su cabello alborotado por el viento frio de la mañana la hacía verse grácil como una ninfa etérea. Otra vez la desesperación de no saber qué hacer. Debía seguirla y ver que hacía, adonde iba, saber qué cosas llenaban la nueva vida de aquella maravillosa mujer a la cual había alejado tan desafortunadamente. Robert que venía entrando no entendió nada cando un Marcus lleno de ansiedad lo arrastraba escaleras abajo mientras le gritaba
 -Apresúrate! Se está yendo!

 La alcanzaron a ver cuando doblaba la esquina, caminaba tranquilamente, rodeada de una luz especial a los ojos de Marcus, no se veía cansada, ni triste, cosa que lo decepcionó secretamente, pues su nuevo egoísmo la imaginaba abatida en su soledad. Llegaron hasta un parque de juegos para niños, entonces se sentaron en una banca para observarla a lo lejos. Ella saco una manta de un bolso y la extendió sobre la grama, la mañana era soleada y permitía disfrutar del aire libre. Marie quito al pequeño de su cochecito y Marcus observo que este ya daba sus primeros pasos, tambaleante, entonces ella se sentó sobre  la manta y llamo tiernamente al pequeño “Jooosh! Joshuaaa!... Ven cariño!”, entonces el chiquillo se volteo y el universo de Marcus se vino abajo. 

El pequeño con el gorrito rojo, que corría dificultosamente hacia su madre sonriéndole, se asemejaba a él. Sus rasgos, su sonrisa, y la característica indiscutible de sus ojitos rasgados, le decían que su error no solo se limitaba al hecho de haberla abandonado en su peor momento, sino que había sido infinitamente mayor. Allí frente a él corría hacia ella, su hijo, el hijo que ella había concebido sola, y que probablemente ahora sería el hijo de alguien más. Los ojos se le llenaron de lágrimas, Robert podía observar las razones por las cuales su jefe era tremendamente infeliz. Lo tomo del brazo y caminaron hasta el apartamento del quinto piso. Marcus no paraba de llorar por lo que había pasado. Se sentó en el piso junto a una de las ventanas que daban a la casa de Marie, con la mirada extraviada imaginando en su alborotada cabeza el tiempo que había perdido junto a ella y a su pequeño. No tenia perdón, se repetía una y otra vez. Estaba totalmente condenado. Robert se le aproximo lentamente, traía dos vasos de café humeante, y se sentó junto a él. Le paso uno de los vasos y le hablo con su parsimonia característica

 -Se que tal vez no le parezca el momento indicado… pero debe tomar las cosas con calma. Tal vez le parezca que todo está perdido, pero no puede darse por vencido ahora, pues ahora tiene no solo una causa por que pelear sino dos, y si se rinde ahora… se arrepentirá toda la vida y será un hombre infeliz para siempre… Si se acerca a ella en este momento probablemente lo rechazara de plano, y debe entender que para ella será muy difícil perdonarlo… por lo que debe hacer que ella vaya a usted, sin saberlo, y así ella estará en su terreno, y usted podrá manejar mejor la situación… no piense ahora en que le dirá… ya llegara el momento para eso… ahora solo debe tranquilizarse y pensar con claridad… ahora está en juego no solo su amor por ella… sino también su hijo…

 Nuevamente Robert tenía razón. Debía pensar minuciosamente en que haría. Se paro y miro por la ventana con el telescopio. Marie ya había regresado a la casa con el pequeño Joshua, lo llevaba en brazos y le sonreía tiernamente. Se quedo observándolos durante largas horas, hasta que finalmente Marie llevo al niño dormido en brazos hasta una habitación y regreso al rato, envuelta en su bata de baño y con el cabello recogido con una toalla, se veía tan hermosa, tan bella como siempre. La niña de sus sueños se recostó en el sillón de su sala y allí se quedo dormida. Las luces de la noche la rodearon y Marcus se quedo allí, parado frente a la ventana, pensando en cómo debía manejar las cosas para recuperar al amor de su vida… y a su hijo…

 Continuara…

14 comentarios:

Itzel CarrillO (Sung Huyn Ah) dijo...

waaaa me encanta!! me encanta!! me fascina el fic estoy metidisima al 100% en la historia..espero con ansias la conti...Oli unnie como siempre un excelente trabajo..komawo x crear historias tan lindas!! ^^

Anónimo dijo...

graciaasssss.....no sabes como esperaba este capitulo....por fa q sea un final feliz si no es mucho pedir...ah y ahora tienes una seguidora mas...saludos desde colombia

Anónimo dijo...

q'historia por dios yo tambien estoy escribiendo una para subirla aca tu eres la que mas admiro de este blog saludos desde guatemala

Miko dijo...

Oli...espere muchísimo tiempo por una actualización asi que antes que todo, te digo muchas gracias!por entregarnos este hermoso capítulo! aunqe no se si quizá es mi idea xD pero lo senti un tanto "rápido"? xddd de verdad Oli, estoy muy contenta por volver a leer tus fics, te estaremos esperando! un besito :D

yuki38 dijo...

ooh!!! por fin..cuantos dias pasando por aqui querida amiga preguntandome si Oly ya habia subido el capitulo..pero la espera valio la pena...ahora hago mis cosas, luego me preparo un cafe y a disfrutar de tu escrito, luego lo comento...gracias.

brendis dijo...

woaaaaa!!!!!!!!!!! komo todas ia dijeron fue una larga spera ojala y en el proximo capi no te tardes jejejeje pero muchisimas gracias por publicarlo enserio lo deseaba tanto jejejeje eres la mejor Oli!!!

yuki38 dijo...

me gusto mucho...wauuu como te manejas con la narracion...espero con ansias el siguiente

Anónimo dijo...

wow, wow, wow me encanta!!!, espero pronto subas el siguiente, eres lo maximo escribiendo, como haces volar nuestra imaginacion, hasta crei sentir la lluvia caer. Muchas gracias, sigue asi, no nos hagas esperar mucho...

Chocolate dijo...

^u^me encanto FOXXXITAAAA .....waaaooooo es verdad la narracion ke manejas me encanta ^^

Mercedes dijo...

woow oli te mandaste me encantaron las 3 partes de la historia y aunq no me lo creas me meti vastante en la narracions ere la mejor y espero con ansias la siguiente parte

Anónimo dijo...

ahhh oli por fa no nos dejes esperando tanto..yo se q debes estar ocupada pero por fa....no nos dejes con esta duda...escribe pronto...

Anónimo dijo...

Oli te felicito por la historia esta k te cagas!!!
:3 Es absolutamente lo mejor esta la mar de interesante si pudiera te daba un beso jajajaja

Espero leer pronto la continuación.

Un sasludo desde Cataluña!! 8-)

Anónimo dijo...

Hola Oli, me encantan las historias que escribes y esta es una de las mejores, por favor escribe el siguiente cap que muero por leerlo

NSE dijo...

Hoy recién leí los 3, porque recién me entero de esta pagina. Es que te pasaste, demasiadoooo bueno el fanfiction, te lo juro que llore en la ultima parte... Se que empezaste este relato hace mucho, pero no lo terminaste nunca??, si es posible, si es que lo terminaste me mandarías el link.
Gracias
Saludos afectuosos =)

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