-=Este blog puede contener escritos no aptos para todo el publico, revisa la clasificación antes de leer y respeta las ideas de los demás.=-

lunes, 6 de diciembre de 2010

La Cura

Por Oli!
(Apto para todos, :p)
 La cura para un mal suele estar en el lugar menos esperado

Hola amigas de Ola Corea Y Chocolate Coreano! Soy Oli! otra vez. Me tarde un poco en terminar esta historia pero espero que realmente les guste, y disfruten al leerlo tanto como disfrute yo al escribirlo.



Te recomiendo escuchar a Hurts mientras lo lees, jaja! Es solo una invitación. Pero si te gusto el cuento, la música y/o ambos házmelo saber, bye!

La cura para un mal suele estar en el lugar menos esperado
Había que recorrer casi 5 Km. desde la autopista principal a través de un camino de tierra bordeado de infinitos campos sembrados para llegar hasta la puerta. Allí un cartel tallado en un tronco ubicado sobre un pesado portón de madera, recibía a los visitantes:¨La Virginia¨. Esa era la entrada a mi casa.

 Allí había nacido. Mi padre, un descendiente de holandeses llegados sin un céntimo al país, opinaba que una mujer debía parir a sus hijos en su propia cama, y mi madre nos había dado a luz a mis dos hermanos mayores y a mí según el deseo de mi padre. Luego ella se hartó del trato que él le proporcionaba, y un día durante la cena, le dijo que quería el divorcio, que no quería nada material, que solo quería a sus hijos. Mi padre se levanto de su silla y la golpeó duramente en la cara, ella cayo al piso, nosotros la mirábamos aterrados, yo apenas tenia 6 años, se levanto tomándose el rostro con la mano, y mientras nos sonreía y lloraba a la vez hizo un gesto de negación con la cabeza, fue a su dormitorio, tomo algunas ropas y se fue. Esa fue la última vez que la vi. A partir de ese día, decidí inconcientemente que no le sonreiría nunca mas a una persona, y que solo hablaría si fuera totalmente necesario. A los 12 años entré pupila a un colegio para niñas y aunque les parezca mentira allí era un poco feliz, ignorada por todo el mundo; me gradúe con honores y después, por ¨sugerencia¨ de mi padre, hice la carrera de comercio internacional, luego volví a casa, puesto que socialmente era un ente, y allí trabaje en el negocio familiar de exportación de cereales ya que mis hermanos se habían ido a Europa, el mayor a Alemania donde tenia un negocio dedicado al software y el otro, el mas odiado por mi padre, pues había declarado su homosexualidad, vivía en Paris y se dedicaba a la literatura. Ósea… vivía sola con mi padre y los empleados de la estancia, por ende menos hablaba aún.
 Al cumplir mis 15 años obviamente no quería ningún tipo de fiesta, mi única amiga, si así se la podía llamar, era la encargada de la cocina de casa, Rosa, una mujer morena, bajita y corpulenta, que llenaba mis solitarios silencios con cosas deliciosas. Mi padre se imagino de antemano que así seria la cosa, así que tratando de lavar un poco su culpa, me trajo de regalo un caballo. Nunca me había dado nada más que lo necesario, así que me tomo por sorpresa. Primero trate de ignorarlo, lo miraba desde la ventana de mi cuarto, correr por el corral, y me negaba a mi misma a que me gustara. Una mañana Rosa me paso un tazón con pedazos de manzana y me dijo:
-Niña, ve y dale algo a ese animal si no quieres que muera.- A mi eso me descolocó, había sido tan irresponsable de dejar morir a un animal? Entonces fui hasta la orilla donde el estaba, sus profundos ojos me miraron y se arrimo cuidadosamente, tome un trozo de manzana y se lo di, pasaron algunos minutos hasta que me di cuenta de que estaba sonriendo, había encontrado a quien sonreírle, y mi adorada Rosa, que me miraba desde la puerta de la cocina, se alegró y sonrió conmigo.

 Comencé administrando las relaciones comerciales para la empresa de mi padre, él a cambio me permitió tener un haras, un criadero de hermosos caballos, los cuales no solo fueron mi alegría sino también mi negocio, puesto que venían personas de diversas partes del mundo para adquirir a los mas lindos caballos de paso. Así pues mis días se dividían entre el papeleo de la empresa, en el escritorio de casa, y mis tardes calzada en mis botas de montar y mis preciados caballos.
 Una mañana, me levante muy temprano y fui a montar antes del desayuno. Elegí a un precioso animal de crines negras y salimos a dar el paseo habitual. De repente vi venir por el camino, envuelta en una nube de polvo, una camioneta negra, que se aproximaba a la casa a toda velocidad. Sinceramente no le preste mucha atención, continué con mi rutina por un rato más y volví luego al establo, guarde a mi amigo y fui a ducharme. Cuando pase por la cocina una de las mujeres del servicio me dijo:

-Niña, ha venido gente importante, su padre dice que la necesita urgente en el estudio.
 Eso para mi no significaba nada, puesto que con mi padre solo me limitaba a realizar las tareas concernientes a la empresa y lo demás no me importaba, él solía decirme si acaso era una maldita rebelde y yo ni siquiera baja la mirada. Solo vivía en esa casa porque allí podía estar con mis animales, y nadie mas que él me molestaba. Tal es que, subí a mi habitación y me tome todo el tiempo del mundo para lavarme el cabello, acicalarme, peinarme, sin prisa y un poco a propósito, finalmente baje, como lo hacia todos los días, a la cocina y allí mi nana me dijo:
  -Niña, tu padre esta furioso porque te mando llamar y tu no apareces.
 Eso me puso furiosa a mí. Tome un plátano de una cesta y me dirigí al estudio. Al entrar vi a las personas que habían ido a la casa acompañados de mi padre, él se levanto y me miro furioso, y dijo en ingles al resto:

  -Esta es mi hija Rosella. Querida, aproxímate…- me dijo mientras me perforaba con la mirada.
 Me arrimé al grupo y comprobé que eran orientales, todos se pusieron de pié y me saludaron con una reverencia, eran cuatro hombres, de mediana edad, excepto uno, que era muy joven, llevaba el cabello teñido de rubio, en un corte muy peculiar, era totalmente distinto de los otros y del resto de los hombres que yo conocía. Cuando lo mire, me sonrió y yo le conteste frunciendo el seño. Mi padre me invito muy, demasiado amablemente, a sentarme en el brazo de su sillón y puso su mano en mi pierna. Se notaba a la legua que deseaba dar una buena impresión y que yo no tenia ganas de darle el gusto. Los hombres me miraban y yo evitaba mirarlos a ellos, y entonces mi padre dijo:

  -Rosella es la dueña de la mejor selección de caballos que podrá encontrar en el mundo, estoy seguro que estará muy contenta de poder mostrárselos Sr. Jung. 
El joven de cabello rubio se levanto de su asiento y sonriéndome se aproximo hasta donde yo estaba: 
  -Permítame presentarme, mi nombre es Jung Hyung Tae, encantado -me dijo mientras hacia la reverencia y extendía su mano para saludarme. Tome su mano a regañadientes y le conteste mientras miraba a mi padre
  -Ella Van der Valk.
 El volvió a su sitio y me dijo:
  -Señorita Rosella…
  -Ella -le interrumpí; él me sonrió levemente, y siguió 
  -Estoy muy interesado en adquirir unos caballos y conocí a su padre hace un            tiempo en Londres donde mi padre tiene sus oficinas.
  -Su padre es mi cliente mas importante, el mayor importador de Corea- dijo mi padre mientras presionaba su mano sobre mi muslo y yo le miraba impávida.
  -Él me dijo que su hija poseía uno de los haras más importantes del país y yo no dude en venir a apreciar a sus sementales.
  -Rosella estará encantada de mostrárselos Sr. Jung- dijo mi padre mientras yo le tomaba la mano y le clavaba las uñas en la palma.
  -Solo Hyung Tae- contesto mientras se regalaban sendas sonrisas con mi padre y con el resto de los presentes.
  -Encantada- dije y me pare para salir de ahí, entonces mi padre me hablo
  -Ella querida, los caballeros se alojarán en la casa mientras conocen a los animales y elijen.
 Lo mire, di media vuelta y salí sin decir nada.
 Estaba realmente enojada, mi padre, quien era una persona despreciable, me había usado para complacer al imbécil hijo de su ¨mejor¨ cliente. No soportaba cuando hacia eso, mi trato con él siempre fue claro, yo manejaba todo lo de su negocio mientras él me dejaba hacer el mío y no se metía en mi vida. El resto del día me resguardé en mi habitación y solo salí para cenar, durante la cual, no hablé con nadie en absoluto y ni siquiera miré ni escuche a ninguno de ellos, solo me senté porque mi querida Rosa me lo había pedido innumerables veces.

 A la mañana siguiente me levante muy temprano como de costumbre. La casa dormía silenciosa y solo en la cocina se escuchaban las primeras voces; allí mi nana me dio al pasar un rollo de canela recién horneado -Para el camino- me dijo.

 Salí y caminé por la fría madrugada hasta el establo y busque a mi amado caballo, Rain, un mustang americano, marrón oscuro con crina negra virgen, era el primer caballo que había comprado y en verdad era un milagro casi que lo tuviera puesto que fue muy difícil poder traerlo desde Estados Unidos, y aun mas difícil había sido domarlo. Era bravío y solo dejaba que yo lo montara. Resoplaba cuando me oía aproximarme, y le gustaba que le cepillara la melena negra y larga. Cabalgué un rato, hasta que aparecieron las primeras luces  del sol, entonces volvimos al corral y dimos unas vueltas, solo podía admirar su gracia, desmonté y fuimos caminando lentamente hasta el establo, donde Rosa me había dejado trozos de pan y manzana que mi adorado tanto apreciaba. Cuando salí en dirección de la cocina vi que recostado sobre la cerca del corral estaba apoyado ¨el hijo del mejor cliente¨, que al verme se acercó rápidamente hasta donde yo pasaba. No me detuve, seguí mi camino y lo ignoré.

  -Es un hermoso ejemplar ese, que raza es?      
 Seguí andando y no le contesté.
  -Se ve que es especial, podrías luego mostrármelo? Y talvez montarlo un rato, me interesa verdade….
  -No esta a la venta- le interrumpí secamente.
 Al mirarlo vi como los rayos del sol daban en su artificial pelo rubio, que aun estaba mojado, y me distraje un poco, por lo que di media vuelta y continué hacia la casa. El se quedo parado, calculo que sorprendido por mi respuesta, pero rápidamente me tomo alcance
-Es especial para ti, verdad? Pues sonríes cuando estas con él- me dijo mientras entrábamos en la cocina. Me quede helada. Me recuperé rápidamente y seguí de largo hacia mi habitación y al pasar vi que mi nana Rosa le sonreía al invitado desubicado, cuando se dio cuenta de que yo la miraba se asustó y siguió con lo que estaba haciendo. Yo me puse furiosa y me alejé enojada dejando atrás a esa situación verdaderamente irritante.

 Tome una ducha muy larga, y me vestí cómoda para ir a desayunar y empezar con el papeleo de todos los días. El agua tibia me había hecho pasar el enojo, así que baje tranquilamente hasta la cocina a por mi desayuno. Cuando entré en ella vi como mi adorada nana servia rollos de canela y atenciones a nuestro irritante invitado. Y no solo eso, estaba sentado en mi lugar… Que estupida me había puesto a causa de su presencia! Cuando estaba a punto de reclamarle, entro mi padre y comenzó con los falsos halagos y condescendencias, y me tuve que tragar el reclamo. Decidí ir a desayunar a mi cuarto y tome una naranja de una cesta y un rollo de canela y me dispuse a largarme, cuando mi ya no tan querida Rosa aparto la silla que estaba junto al rubio y me dijo -Ella, tu desayuno esta servido.- El rubio y mi padre me miraron; mi padre con gesto severo y él con una sonrisa que cada vez me era mas familiar; no me quedo otra que sentarme en silencio. Ahora ya estaba enojada nuevamente. El muy acomedido tomo la jarra de café y sonriendo como siempre me sirvió hasta que yo le hice un gesto con la mano, luego me ofreció la leche y yo arta de la situación tome la pequeña jarra de sus manos y me serví, a lo que él puso en un plato el rollo de canela mas glaseado que había en la bandeja. La verdad es que ya estaba desubicada, era realmente amable y agradable? o solo estaba actuando así porque se daba cuenta de que me molestaba? El desayuno transcurrió conmigo en silencio, trate de ignorarlo pero cada vez era más difícil. Cuando hube terminado me paré para retirarme, entonces él me dijo:

  -Ahora estaría dispuesta a mostrarme a sus mejores animales?
  -En este momento no puedo pues debo atender unos asuntos- por lo que mi padre con gesto acido me dijo:
  -Deja eso para luego querida, acompaña a Hyung Tae y muéstrale porque tu establo es de los mejores del mundo.- Cuando termino de hablar yo tenia la mandíbula apretada como una prensa y mi nana me acariciaba la espalda adivinando mi estado de animo. El me miró con recelo, creo que sabia que mis ojos despedían llamas, lo mire por un segundo y le hice un gesto de que me siguiera con la cabeza, se paro rápidamente y me siguió hacia la puerta, mi nana le dio un plato metálico con trozos de zanahoria y él se reverenció agradeciéndole, yo la mire como preguntándole ¨esta loca?!¨ y ella me sonrío de forma que nunca antes lo había hecho.
 Salimos caminando rápidamente. En realidad la que caminaba rápidamente era yo, y él me seguía sin tratar de ponerse a mi lado, tal vez se daba cuenta de que había forzado demasiado las cosas y que yo no estaba muy feliz con este asunto. Entramos los establos y sentí que él se detenía en la puerta, le hice señal de que me siguiera con la mano y me pare frente a la primera puerta:
  -Esta es Lila, una yegua de paso peruano, esta entrenada y posee uno de los mejores pedigrees de todos.- él la miraba atentamente. Empuje contra si el bol metálico que traía en sus manos:
  -Que esperas?- él me miró sorprendido -Acaso piensas que es para ti? -le dije frunciendo el seño -Vamos!- le insistí haciéndole seña con las manos de que le diera un trozo de zanahoria a la yegua. El cautelosamente tomo uno pequeño y le alcanzo al animal quien tomo el obsequio con delicadeza, él estaba realmente asombrado. Me detuve a mirarlo mientras trataba de tocar lentamente la frente de la yegua, era alto, yo le daba al hombro, delgado pero se notaba que estaba en buena forma, su cuello era largo, sus manos delicadas pero varoniles, sus rasgos eran suaves, su piel era perfecta, de un tono dorado natural, sus ojos al sonreír se transformaban en una línea, pero ante la sorpresa eran grandes y brillantes, y su boca era de labios gruesos, con un suave corazón delineando la parte superior, de un rosa tenue… cuando me di cuenta de que él me estaba mirando me puse roja y se me amontonaron las palabras
  -Vamos, no tengo todo el día!- le dije en tono enojado tratando de disimular. Le di un paseo hasta el penúltimo establo, describiendo a cada ejemplar con orgullo de madre, y tratando de evitar mirarlo nuevamente, esquivando su mirada. Al llegar al final del recorrido me pregunto mientras yo ya tomaba el camino de regreso
  -Que pasa con este?- sin girarme para hablarle le dije
  -Ese es mío, ya te dije que no esta a la venta.
  -Si, lo dijiste muy convincentemente, solo deseaba que me lo presentaras.
 Me detuve, por mi cabeza pasaban muchas cosas, me volví lentamente y me pare frente a la puerta, mi precioso caballo se arrimo hasta mi con parsimonia y le acaricie la perfecta cabeza
  -El es Rain, es un mustang americano puro, lo compre con menos de un año en una reserva indígena en Norteamérica, su crina es virgen, solo le corto las puntas, al igual que su cola, me costó cerca de un año poder llegar a montarlo, antes de eso me tiró tantas veces que mi cuerpo poseía mas moretones que piel sana, ahora solo yo puedo montarlo, pero para pasearlo, limpiarlo y alimentarlo, José Miguel me ayuda, pero no puede poner su pié en el estribo pues Rain inmediatamente se pone furioso…
  -Lo quieres mucho, verdad?- me interrumpió
  -Si… él es como mi hijo…
  -Se nota… porque cuando lo acaricias y hablas de el sonríes tiernamente…
  Me quede muda.
  -He notado que solo sonríes cuando estas con él…-  sentí que la cara se me llenaba de una sensación caliente, estaba agitada, no atiné a mirarlo, bajé rápidamente el rostro, di media vuelta evitando enfrentarlo y comencé a correr hacia la casa. El no trato de alcanzarme. No me detuve hasta que llegue a mi cuarto, estaba muy confundida. Esa noche ni siquiera baje a cenar.
 Pasé la noche pensando en este desconocido que se metía en mi vida, cuando vi que aparecían las primeras luces del día, decidí que era hora de poner las cosas en claro, de decirle que no estaba interesada en sus comentarios y de que si ya estaba decidido por alguno de los ejemplares, hacíamos el trato y el ya podría largarse. Me lave la cara con agua fría para reanimarme y decidí salir temprano, para evitar miradas curiosas de lo acaecido el día anterior. Cuando abrí la puerta del cuarto no lo pude creer. Apoyado en el marco de la puerta estaba él, sentado en el piso, tomándose con ambos brazos las piernas flexionadas y apoyando la cabeza sobre las rodillas. Estaba cubierto con una manta, sospecho que puesta allí por mi nana. Se despertó de golpe, atolondrado, casi se cae de costado, yo no cabía en mi asombro. Se incorporó rápidamente acomodándose el rubio cabello y limpiándose la boca, me hizo una reverencia torpemente, levantó la manta del piso y me dijo algo que no pude entender, calculo que en coreano, me miró y tenia los ojos hinchados y estaba como un poco desubicado aun, -Esteee…, dijo y se aclaró la garganta, -solo estaba esperándote para decirte que siento profundamente si te ofendí ayer y deseo que me disculpes, prometiendo no molestarte nunca mas.- Parecía como si hubiera ensayado por horas la disculpa. Yo estaba petrificada del asombro, creo que no me caí porque estaba tomada fuertemente de la puerta. Se reverenció nuevamente y al incorporarse me dedicó una sonrisa única. Yo hice un paso hacia atrás y cerré la puerta y me quedé adentro, parada, con tal grado de asombro que llego un momento en que me di cuenta de que tenia la boca abierta porque se me secó la lengua y los labios, y los ojos me ardían de no pestañar. Que me estaba pasando? Si yo nunca tuve miedo de enfrentar a nadie, por que con él las cosas se ponían de esa forma? Decidí llevar adelante lo que había planeado, e ignorar por completo lo ocurrido hasta ese momento. Mientras pensaba eso, golpearon la puerta y casi me desmayo del susto. Era Rosa que traía algunas prendas mías y también un poco de curiosidad, ya que ella sabía que nuestro invitado había pasado la noche en la puerta de mi habitación. No le conté nada a pesar de su mirada inquisidora, me cambié nuevamente de ropa, para tener la sensación de que estaba comenzando de nuevo y bajé al comedor; allí mi padre y los cuatro invitados, conversaban amablemente. Todos se levantaron y saludaron al arrimarme a la mesa, pero él no me miró siquiera, y tampoco me dirigió la palabra en todo el rato en que estuve allí. Desconcertada por ese cambio de actitud, me quede sentada hasta que todos se pararon y salieron del cuarto, él siguió ignorándome, o talvez estaba cumpliendo finalmente su promesa de no molestarme. Pase la mañana en la oficina ocupada con miles de cosas que se habían atrasado, lo cual me sirvió para no pensar en lo sucedido. Un rato antes del mediodía, mientras estaba absorta en mis cuestiones golpearon la puerta sutilmente, inmediatamente pensé que era él, ensaye mi mala cara antes de abrir la puerta pero resulto ser otro de los invitados
-Disculpe Ud. señorita Van del Valk, pero deseo saber si tiene Ud. un momento para negociar por la compra de algunos de sus caballos, el Sr. Jung ya se decidió y yo estoy a cargo de realizar la transacción.

 Estaba nuevamente sorprendida, parecía como si hubiera adivinado mis intenciones. Dejé pasar al secretario, el cual me informó que el Sr. Jung había elegido a los dos únicos caballos que no estaban entrenados del todo, le dije esto al secretario y el dijo que su jefe había sido muy especifico con eso. Esto medio me desconcertó pero pensé que talvez él querría terminar de entrenarlos a su modo. Al fin y al cabo serian sus caballos. Cerramos el trato por más de lo que realmente hubiera esperado y el secretario se retiró, y yo me quede pensando en todo esto, perdida en una nebulosa de suposiciones, haciendo algo que jamás me habría importado antes, pensando en otras personas que no fueran yo misma. Decidí que ya estaba bueno, y que mejor pensaba en mí nuevamente. Que me pasaba ahora? Concluí que la sensación que tenía en le estomago era hambre así que marche a la cocina. Cuando entre allí mi nana me informó que los invitados habían partido y que mi padre se había ido con ellos. Otra vez el desconcierto. Pasé todo el día dando vueltas como un alma en pena. Traté de ocuparme de mis cosas pero no pude dejar de pensar en su rostro ignorándome en el desayuno.
 Pasaron los días y la sensación que me había ocupado ese día se fue disipando, volví a mis asuntos mas relajada porque estaba sola, rodeada de las habituales atenciones de mi nana. Estaba una tarde tirada entre los almohadones de la sala, enfrascada en saborear una deliciosa tarta que Rosa me había traído, cuando sonó el teléfono. Mi padre me avisaba que había un problema en la aerolínea que transportaría a los caballos del Sr. Jung, exigían que al no tener ellos personal idóneo para ocuparse de los animales, su entrenador debía escoltarlos a destino para evitar posibles inconvenientes, por lo tanto tendría que viajar hasta Corea de Sur acompañándolos. Eso me puso en vilo nuevamente. Mi padre terminó la conversación con –Muévete urgentemente!- lo cual significaba que probablemente había puesto su palabra al asunto y también yo la tenia puesta, pues llegado el caso eran mis animales y era mi negocio. Así que lo siguiente que hice fue preparar las maletas y viajar a la ciudad. Allí arregle todo con la aerolínea, conseguí la visa y me embarqué en un avión de cargas junto a Atila y Bali, los dos caballos que el Sr. Jung me había comprado.

 El viaje fue tranquilo, me la pasé durmiendo y escuchando música, era un viaje mas, con la diferencia de que nunca había estado en Corea, así que estaba decidida a pasear unos días luego de entregar los caballos en su destino. Aterrizamos y el día estaba lluvioso, y como era un avión de carga, no bajé por la manga sino directamente a la pista, así que me empapé entera hasta que finalmente entramos en el angar. Allí me esperaba gente de la empresa Jung con todo el equipo listo para trasladar a los dos caballos, y a mí! Yo les dije que eso no era necesario, pero insistieron en que la Sra. Jung así lo quería, y la verdad no tenia ni hotel adonde ir y tampoco quería ofenderla, así que acepté a regañadientes, y luego de pasar por la aduana, estaba sentada en el asiento trasero de un hermoso auto junto a un empleado de la empresa que me sonreía cordialmente. Como aun estaba remojada, empecé a sentir los efectos del cambio de clima y de la lluvia, tenía la sensación de estar afiebrada, pero traté de ignorarlo. Cuando llegamos a la casa vi que era monumental, rodeada por un gran parque, pasamos por un costado de ésta y llegamos hasta los establos. Allí nos esperaban varios empleados que recibieron a los caballos y los acomodaron en sus respectivos espacios, pude ver que tenían otros hermosos ejemplares. Luego me acompañaron a la casa de huéspedes, que era muy acogedora y me dijeron que me sintiera como en mi propia casa, dejaron mis bolsos y se fueron. Y allí quedé yo, en una casa extraña a la mía, en un lugar extraño, sin nanas que me protegieran, todo fuera de lo normal. Me senté en un hermoso sofá que había en la pequeña sala, y comencé a notar que escalofríos se apoderaban de mí, me acurruqué en el sofá, aun con mi cartera colgando del cuello y me quedé dormida.
 En algún momento del trance sentí que alguien me hablaba, algo húmedo rozaba mi frente, estaba tan confundida
  -Me duele…
  -Tranquila ya pasará
  -Me duele la garganta…
  -Shhhh… duerme, ya pasará
  -Hay Rosa…
  -Shhhh, shhhh…
 Cuando desperté sentía que la cabeza me iba a estallar, me dolía el cuerpo, trate de ver el reloj de mi mesa de noche pero no era mi mesa, eso me confundió, al incorporarme vi que estaba cubierta por algunas mantas, pero no era mi cuarto, traté de despejar mi mente, pero al mirar a mi alrededor tuve un gran susto, un hombre dormía recostado en un pequeño silloncito en un rincón del cuarto, su cara me era familiar pero no podía reconocerlo completamente, recordé entonces adonde me encontraba, me quité las mantas rápidamente y vi que mi ropa estaba toda arrugada, al tocar mi cabeza sentí que tenia el cabello enmarañado, traté entonces de acomodármelo pero estaba todo anudado por lo que proferí un quejido apagado de dolor –Auch!.- El hombre del sillón se incorporó rápidamente –Estas bien?- Lo miré confusa, él se incorporó y se arrimó a la cama, yo me asuste, pero al ver mejor su rostro quede sorprendida, era el Sr. Jung, el ¨hijo del mejor cliente¨que me miraba con preocupación
  -Estas bien? Sucede algo? Veras que ya pronto hará efecto la medicina- me dijo con un poco de ansiedad en la voz. Yo lo miraba con el seño fruncido por la confusión
  -No te enojes…
  -Que haces aquí?
  -Es que tenías mucha fiebre y no quise dejarte sola. 
  -Por favor, lárgate- le dije quitándole la mirada.
  -Que sucede?!
  -No te necesito, déjame sola, deja que me levante y me voy.
  -Por que eres así? Solo trato de ayudarte!
  -Pues fíjate que no necesito tu ayuda, ahora disculpa.-

 El hizo un gesto con las manos y salió del cuarto. Me quité las mantas de encima y empecé a mirar a mi alrededor buscando mis cosas, recogí todo aquello que reconocí como mío y salí del cuarto, él estaba en la sala, mirando por la ventana, afuera todavía llovía, era tarde pues la luz del sol ya se estaba escapando, o talvez muy temprano aun, no lo sabia con certeza. Su rostro se iluminaba con la luz de una lámpara que estaba junto a la ventana, recordé entonces la suavidad de sus rasgos, su boca enmarcada por un pequeño corazón en la parte superior, pero algo en él era distinto, su alocado cabello rubio ahora era castaño, y ya no revoloteaba en puntas sino que estaba cuidadosamente peinado enmarcando su rostro, me miró con gesto de reproche
  -Que estupidez estas pensando hacer?!
  -Gracias por todo, perdona si te cause alguna molestia- dije y me dirigí a la puerta, él me tomó del brazo y yo lo miré con enojo.
  -No seas absurda, aun esta lloviendo, aun debes tener fiebre…- me dijo tratando de tocar mi frente con su mano. Hice un gesto de quitar la cabeza.
  -Suéltame… ya te dije que no te necesito- le dije furiosa.
  -Porque eres así?! Sabes lo preocupado que estuve cuando vine a verte y al golpear la puerta no me respondías? Miré por la ventana y te vi tendida en el sofá, te llamé muchas veces antes de intentar entrar, pero estabas tan afiebrada que no reaccionabas, entonces entré por una de las ventanas de la cocina y cuando te toqué volabas de fiebre, tu ropa estaba toda mojada, pensé en quitártela pero sabia que eso te enfadaría, así que busqué unas toallas y te froté intensamente, te quité el bolso que aun llevabas colgado y te acosté en la cama, estuviste toda la noche con fiebre, te di una medicina para el resfriado y eso te tranquilizo, y te dejo dormir profundamente, me quede en el cuarto por si necesitabas algo… pero no era mi intención molestarte… de verdad…- me quedé mirando la puerta sin decir nada por una momento, dejé que mi enojo pasara, nunca nadie había tenido tantas atenciones para conmigo, al menos no por obligación, suspiré profundo y él soltó lentamente mi brazo, sentía un poco de vergüenza por haber sido tan dura con él, tomó mis cosas y me dijo con voz tenue
-Ven… vamos… deja que tome tus cosas… siéntate en el sofá y te traeré algo caliente para comer.

 No quería mirarlo, dejó mis bolsos a un costado y yo me senté en el sofá, estaba confusa, trataba de aclarar mis pensamientos pero volvía una y otra vez a tratar de recordar la sensación de su mano tomando mi brazo, que absurda estaba siendo, cuando había sido tan irracional antes? Me dijo desde la cocina
  -Si quieres puedes bañarte hasta que esto este listo- por lo que me levanté y fui a darme una ducha, eso despejó un poco mi mente, al salir del baño, noté que era de noche, me puse unos jeans y una camiseta, volví al salón con la toalla aun en el pelo y me senté en el sillón a frotármelo, él seguía en la cocina.
  -Estuvo bueno el baño?- preguntó con tono alegre, no le contesté, su manera de ser me hacia sentir inquieta, salió de la cocina con una bandeja en la mano, traía dos platos –Es avena, te hará sentir mejor-  me dijo y se sentó en la mesa de café frente a mi, cuando levantó la cabeza se me quedó mirando, yo bajé a cabeza y tome el tazón de la bandeja, comí en silencio, me sentía apenada, sentía que él me miraba de vez en cuando
  -Valla recibimiento que te dio Corea- dijo sonriendo -tres días y no has salido ni a ver el jardín!- no le conteste, él tomó mi plato vacío, se paró y dejó la bandeja en la cocina, fregó los trastos y volvió al salón
  -Debes tomar nuevamente la medicina que esta en la mesa de noche, solo una cucharada es suficiente, y debes repetirla nuevamente mañana temprano… cualquier cosa que necesites marca el 2 en el teléfono y vendré enseguida… espero que duermas bien- se quedó en silencio un momento, al ver que no lo miraba ni le respondía, suspiró profundamente y salió por la puerta
  -Que duermas bien Ella.
 Levanté rápidamente la cabeza pero él ya había salido, y el ¨gracias¨ se quedó en mi garganta. Esa noche dormí profundamente gracias al jarabe para el resfriado que él me había dejado. Al despertar, me sentía relajada, la luz del sol entraba por la ventana, el clima había mejorado notablemente, decidí entonces salir al menos al jardín, me trencé el cabello, me vestí y salí a caminar. Al tratar de llegar a los establos caminé hasta cerca de la casa, y vi que una de las puertas daba a un lugar similar a una cocina, pensé en ir a darle las gracias, a tratar de hacer las paces con él, y a decirle que esa mañana buscaría un hotel para mudarme. Golpee la puerta un par de veces pero nadie me respondió, entonces una mujer que trabajaba en el jardín se arrimó hasta donde yo estaba y me saludó con una reverencia y una sonrisa y me indicó con señas que entrara, le conteste con un gesto de asentimiento y entré en la casa. La cocina era grandísima, pero estaba vacía, solo se escuchaba el sonido de un televisor en una habitación cercana, fui caminando con cautela hasta donde provenía el sonido, no quería parecer entrometida, al entrar vi que era un salón de diario, con un gran sofá lleno de mantas y almohadones frente a un enorme tele que chillaba en un idioma que no conocía. Me acerqué al sillón, y vi que escondido entre las mantas estaba él, dormido, con el rostro sudoroso, y tiritaba fuertemente. Me arrimé lentamente y pensé en tocarle la frente pero tenia miedo de que pensara algo que no fuera debido, pero al ver que el ni siquiera se había percatado de mi presencia, lo toqué levemente en la frente y vi que volaba en fiebre. No sabia que hacer, jamás antes había tenido que ocuparme de alguien en mi vida. Pensé en lo que haría mi nana, fui hasta la cocina, tomé un paño y lo humedecí, corrí de nuevo hasta donde estaba él y se lo coloque en la frente, se sacudió en espasmos de frío, eso me asusto, estaba apenada por no poder ayudarlo mas. Sus labios estaban pálidos y secos, y sus manos apretadas en un puño sobre el pecho, se veía realmente mal. Recordé entonces el jarabe que él antes me había dado, así que corrí a la casa de huéspedes a buscarlo y regresé a su lado nuevamente corriendo. El estaba igual, o peor, pensé en que necesitaba una cuchara, así que revolví todos los cajones de la inmensa cocina hasta encontrar una, también tome una botella de agua de la nevera y algunos cubos de hielo, humedecí nuevamente el paño y fui rápidamente de nuevo junto a él.

  -Sr. Jung… Sr. Jung- le dije varias veces pero él no me respondía, trate de incorporarlo para darle la medicina, entonces él pronuncio mi nombre en un susurro, yo me sorprendí, tomé su cabeza y la levanté lentamente -Vamos Hyung… no me lo hagas tan difícil… vamos… no puedo sostenerte por mucho mas… toma la medicina… vamos… no me la hagas tan difícil, me harás enojar…- él abrió su boca y pude darle el remedio, se recostó nuevamente y puse otra vez el paño sobre su frente y sus ojos, pase un cubo de hielo por sus labios, y él me sonrío levemente
-Ella…- me dijo y luego se durmió.

 Estuve a su lado toda esa mañana, la fiebre fue cediendo lentamente, le di un poco de agua, y cambié su paño varias veces, lo escuché hablar de forma extraña en sueños, al final se relajó, su piel tomo nuevamente una temperatura normal y dejó de temblar, yo estaba aterida de estar sentada en el suelo a su lado, me incorporé suavemente para no despertarlo y lo vi allí, dormido, como aquella vez en a puerta de mi dormitorio, su rostro perfecto, su boca, era un hombre verdaderamente bello, como nunca había conocido jamás. También comprendí lo que él había hecho por mi los días anteriores cuando yo estaba igual que él ahora, y eso me dio pena, había sido muy dura con él, demasiado. Al apagar el tele la casa quedo totalmente en silencio, es que acaso nadie mas estaba allí? Empecé a deambular con sigilo, la entrada era impresionante, unas hermosas escaleras conducían a un piso superior, no se cuantas habitaciones encontré, demasiadas para una sola persona. Su cuarto, el cual adivine pues estaba totalmente desordenado a diferencia de los otros, era espacioso, pero estaba oscuro, con la tele y la computadora encendidas. Al bajar vi que estaba abierta otra gran puerta detrás de las escaleras, era un comedor, con una mesa con muchas sillas, con paredes llenas de ornamentos y espejos antiguos, era como un palacio de Luis XV, no me podía imaginar que alguien tuviera una casa así de grande para vivir en un solo cuarto.
 Cuando volví al salón tome el paño y fui a refrescarlo, al regresar él se había incorporado y tomaba agua de la botella, me acerqué lentamente, no sabía que decirle, él se giró y me miró con dulzura, y me sonrío. Eso me dejo flasheada, podía él lograr esas cosas con solo sonreír? así lograba todo en su vida? Entonces hizo un gesto de dolor, me arrimé rápidamente hasta él
  -Que pasa? Estas bien?- él afirmó con la cabeza
  -Me duele la garganta, al tragar, me das helado?- y sonrió
  -Creo que eso no es lo mejor- le contesté, tomó mi mano y de un tirón me sentó a su lado, yo estaba atónita, entonces se acomodó y apoyó su cabeza en mi regazo y prendió nuevamente la tele. No sabia que hacer ni que decir, estaba totalmente bloqueada, y creo que él lo sabía porque sonreía. Miramos la tele en silencio, hasta que él se durmió nuevamente. No me podía parar, así que yo también acomodé mi cabeza en el brazo del sofá y me dormí. Al día siguiente, desperté adolorida, había estado toda la noche en la misma posición, tenía ganas de ir al baño pero no sabia como despertarlo.
  -Que pasa que estas inquieta…- dijo y me sorprendió.
  -Es que deseo ir al baño- se sentó lentamente, quejándose, lo mire con el seño apretado
  -De paso me traes un analgésico de la gaveta?- afirmé con la cabeza, me paré pero no sabia para donde ir, él me señalo una puerta. Me mojé la cara, me enjuagué la boca y me miré en el espejo, que estaba haciendo? porque no me había ido aun? Negué con la cabeza, abrí la gaveta y tomé los analgésicos y volví al salón. El se estaba acomodando el cabello, me miró y me sonrió, -Todo bien?- afirmé con un gesto. Le entregué los analgésicos y le pasé la botella de agua, él tomo uno y me dijo   -Tengo hambre, no haces algo de desayunar.- Volví a afirmar
 -Podrían ser unos rollos de huevo?
 -No se como se hacen- le contesté con gesto de desaprobación, entonces me explicó en detalle como debía hacerlos y donde estaban las cosas, lo miré asombrada, él me sonrió nuevamente, convincentemente, y no me quedó otra que tratar de hacerlo. Fui a la cocina y empecé a buscar las cosas y a prepararlas mas o menos como él me había indicado, puse la sartén rectangular al fuego, batí los huevos con azúcar y salsa de soja, los colé, y puse un poco en la sartén, me salió un engendro quemado y arrugado, lo junté con una espátula y lo tiré a la basura, me paré frente a la estufa y me pregunté nuevamente que estaba haciendo, si yo jamás hacia estas cosas?! Entonces sentí que él estaba parado detrás de mi, me rodeó con sus brazos, puso sus manos en las mías y me guió para hacer el nuevo intento.
-Toma la sartén para que cuando pongas el huevo, la muevas y este se deslice parejo…- con sus manos calidas en las mías, mi corazón palpitaba como un loco, sentía que se me iba a salir del pecho, mi respiración era entrecortada, escuchaba su voz pero no entendía nada -…Y así sale perfecto, ves?- dijo y luego se quedo en silencio pero no se apartó, puso su cabeza junto a la mía y con un susurro dijo -Por favor… sonríe.- Yo sentía que me iba a desvanecer, no podía moverme, él tampoco lo hacia, de nuevo la misma pregunta, Que tenia que hacer? Que estaba haciendo?! Deslice mis manos lentamente de las suyas, él me susurro –No…- baje la cabeza, entonces él retrocedió
  -Perdóname, fui mas allá de donde debía, prometo no molestarte mas si prometes quedarte a comer estos deliciosos rollos de huevo conmigo- lo miré y él lo ilumino todo con su sonrisa. Mientras comíamos en silencio en el salón, escuchamos que alguien entraba por la cocina, lo único que entendí fue su nombre, luego de lo cual entraron dos chicos, tan jóvenes como Hyung -Dude!- dijeron los dos, que al verme se detuvieron sorprendidos
  -Hola chicos, no tanto alboroto, asustan a mi invitada… Ah! Y con ella en ingles, si?!- los dos afirmaron y sonrieron.
  -Soy Won Li- dijo uno de ellos, alto como Hyung pero más extravagante, con el pelo teñido de dos tonos de castaño rojizo.
  -Y yo soy Jin Hee- dijo el otro, también muy guapo y alto como Hyung, pero mas elegante que el anterior.
  -Y mi amiga es Ella, trajo mis nuevos caballos.
  -Hola…- saludaron los dos, pero Jin Hee se agacho, tomo mi mano y la beso
  -Encantado- dijo sonriéndome de costado, a lo que Hyung le dijo
  -Quita tu boca de ahí amigo- en tono de broma pero con el gesto serio, por lo que el otro al ver su reacción dijo
  -Precisamente a eso hemos venido, a ver tus nuevos ejemplares
  -Podemos mostrárselos ahora Ella? así podrán lagarse antes- y todos rieron. Entonces nos dispusimos a salir, Hyung me abrió la puerta, y rápidamente Jin Hee me tomó del brazo y me condujo delante de los demás
  -Pasas unos días en Corea Ella?- asentí con la cabeza.
  -Y probablemente Hyung no te a mostrado nada aun, así que que te parece salir esta noche?- lo miré con sorpresa, entonces Hyung se adelantó y le contestó
  -Iremos con gusto
  -Perfecto, una salida grupal, invitare a Bae Eun Mi- dijo Jin Hee, Hyung se puso serio…
  -Como quieras amigo- le contestó pero su sonrisa no era amistosa.
 Fuimos hasta donde estaban los caballos, allí Atila y Bali se mostraron como dignos hijos de mi haras, los invitados los miraron con mucho agrado, charlaron un rato en su lengua, algunas veces descubrí miradas demasiado pesadas entre Hyung Tae y Jin Hee, pero al marcharse este ultimo las cosas volvieron a la normalidad.
  -Espero no estar ofendiéndote- me dijo camino de regreso a la casa -Pero supongo que no has traído ropa de fiesta, verdad?- negué con la cabeza y el seño fruncido.
  -Y te molestaría que yo te regalara algo para esta noche?
  -No deseo ir, gracias, pero no me interesan esos lugares
  -Por favor, acompáñame, no dejes que esos idiotas se burlen de mi esta noche, si?!     -No pensé que fueras del tipo de persona a la que le importan los comentarios de los demás
  -No es eso, pero deseo mostrarte Seúl antes de que pases un día mas en la casa, y batas el record Guinness al encierro en una vacación, jajaja!- no le contesté nada
  -Vamos! SI?!- negué con la cabeza -Por favor!
  -Esta bien pero no quiero nada nuevo
  -Ok! Eso no importa, lo que importa es que vengas, y ya con eso me haces feliz- sonreía tan espléndidamente que no podía entender como lo hacia. Fui a la casa de huéspedes y me di una ducha, cuando salí y me arreglaba el cabello pensé en lo que me estaba pasando, que clase de sentimientos desconocidos se gestaban en mí al tener cerca a este hombre? Por que él me trataba de esta forma si sabía que de un momento a otro yo partiría y esto solo habría sido un día más? Acaso él estaba jugando conmigo por puro aburrimiento? No sabia que pensar. Me puse los jeans mas nuevos que tenia y una blusa blanca que había traído de casualidad, siempre llevaba botas de montar a todos lados así que eso me calcé y salí hacia la casa, ya estaba decidida a decirle que a la mañana siguiente me iría a un hotel y así terminaría nuestro trato, golpee la puerta de la cocina, y al salir él olvide todo lo que había ensayado decirle. Estaba tan encantador, llevaba una remera escotada, un saco claro que hacia juego con su pantalón y zapatos náuticos. El me miró de pies a cabeza con los ojos grandes
  -Es lo mejor que tengo y no me pidas mas- le dije con brusquedad
  -Estas tan perfecta… perdón por la falta de delicadeza al mirarte- dijo sonriendo
  -Vamos… - fuimos hasta la cochera y subimos a un hermoso auto deportivo, la cabina se lleno con su perfume que me dejo embelesada, no quería pensar mas en él de esa forma pero cada cosa que hacia me descolocaba mas y mas, debía terminar rápidamente con esto, pero cuando me decidía a decírselo él me adelantaba
  -El perfume de tu cabello me desconcentra- dijo sonriendo de costado, cortándome la inspiración
  -Tan mal huele?- dije ásperamente
  -No Ella, estoy tan concentrado en sentirlo, que no me deja pensar claramente  
  -No te gusta?!
  -No Ella!!! Ay Dios!... Es muy bello tu perfume!- me dijo sonriéndome de par en par, a lo que yo me sonroje profundamente avergonzándome, mientras él reía sin mas. Llegamos a un lugar muy elegante, alguien abrió mi puerta pero Hyung le hizo señas de que esperara, entonces tomó mi mano y me ayudó a salir del auto, su sonrisa era inagotable. Entramos y era todo lujo, destaque entre todas esas mujeres elegantes no solo por ser extranjera sino por mi sencillo atuendo, de pronto sentí que alguien me tomaba de la cintura, era Jin Hee, -Estas preciosa- me dijo con gesto adusto mientras me llevaba hasta una mesa llena de gente mientras Hyung nos seguía sin su clásica sonrisa, me presentó con todos los que allí estaban, pero solo reconocí a Won Li, que me saludó amablemente, y me llamo la atención una de las mujeres que al presentarla ni siquiera me miró, y cuando lo hizo fue con desprecio.
  -Quien es tu amiga Hyung?- dijo ácidamente mientras le acariciaba el brazo y Hyung se lo retiraba amablemente.
  -Es mi amiga Ella Van der Valk, ella me trajo un par nuevo de caballos
  -Ah! Una entrenadora de caballos
  -No Eun Mi, Ella no es solo una entrenadora de caballos, es la dueña de uno de los mejores haras del mundo
  -Que bien, no lo conozco- entonces le dije mas seca que ella aun
  -Yo a ti tampoco- todos rieron mientras yo me paraba para salir de allí, por lo que Jin Hee se paró, me tomó de la mano y me dijo mientras me arrastraba
  -Ven, deja que explote, vamos a bailar- negué con la cabeza, pero él no me hizo caso alguno, ya en medio de la pista no solo estaba enojada por haber permitido que Hyung me convenciera de ir a ese lugar, sino también de que Jin Hee me tratara de esa forma, mi gesto era peor que siempre, y él me ignoraba y me tomaba de la cintura apretándome contra él, que era toda esta locura?! De repente sentí que alguien me tomaba de la muñeca, entonces vi a Hyung que le decía a Jin Hee
  -Déjala si no quieres perder el brazo- él otro lo miro con desagrado pero soltó mi cintura, entonces Hyung me arrastró hasta fuera del local con el gesto sombrío
  -Suéltame!- él lo hizo lentamente, trajeron el auto y subí dando un portazo, el camino de regreso fue en silencio, lo único que no estaba en silencio era mi mente que se llenaba de nuevas preguntas, que había sido todo esto? Acaso estaba loca por permitir que pasara todo esto?! Al llegar a la casa bajé rápidamente y me encaminé a la casa de huéspedes, Hyung me alcanzo antes de entrar
  -Por favor Ella, olvida lo que paso
  -Por supuesto que lo voy a olvidar, acaso crees que tengo tiempo para estar pensando en estas idioteces?!
  -Por favor no te enojes…
  -Nooo!!! Quédate tranquilo, ni sufras mas!, esto es todo lo que veras de mi pues no voy a tolerar un segundo mas ser tratada como una campesina ignorante
  -Jamás fue mi intención!
  -Basta!... no creo que sea necesaria toda esta charla
  -Pero no te enfades mas, veras que mañana todo va a ser distinto…
  -Claro que va ser distinto! pero no desde mañana sino desde ahora porque me voy, que es algo que debí haber hecho desde el primer momento
  -No!... no te vallas…
  -Solo me quede porque la Sra. Jung me lo pedía! Y ni siquiera esta en la casa!
  -Es que mi madre si lo quería así pero ella vive casi todo el año en Milán!
  -Basta… no me interesa!- entré en la casa y le cerré la puerta de un golpe, estaba muy enojada, ya en la habitación busqué mis cosas y vi que no había nada, salí mas furiosa aun
  -Tus cosas están en casa, mande mudarlas esta tarde luego de que salimos
  -Que te pasa?! Eres idiota?!
  -No! Solo quería que estuvieses mas cómoda!- empecé a caminar desbocada hacia la casa, entré por la cocina y le grité
  -Donde están mis cosas? Dame mis cosas!
  -Están en uno de los cuartos, pero Ella…
  -En cual!
  -Arriba… - subí las escaleras de a dos escalones, empecé a revisar los cuartos y vi que en uno de ellos estaba mi maleta y mi bolso, los tomé entre lagrimas de furia que habían brotado al pensar que la única idiota era yo, por permitir que esto evolucionara de esta forma, debía detenerlo en éste instante, antes de que fuera otro motivo mas para lastimar mi maldita vida! Bajé rápidamente las escaleras, él estaba a los pies de ésta con la cabeza baja
  -Espera Ella, aun debo pagarte por haber traído a los caballos, además necesitas el jarabe para los resfriados…- lo miré desconcertada pero furiosa aun, los ojos nublados por las lagrimas
  -Vamos Ella… no te pongas así- di media vuelta y encaré la puerta principal, él me tomó del brazo y al tirar yo para liberarme se desgarró la manga de mi blusa, la miré consternada, solté los bolsos y comencé a tocar las hilachas que se habían desprendido, él también las tocaba, levanté la vista y vi su cara de preocupación, y sus ojos muy grandes que me miraban con gesto apenado, entonces largué a llorar, desconsoladamente, como jamás lo había hecho ante nadie
-Por que me has hecho esto? Por que te has metido en mi vida solo para perturbarme? Que hice contigo para merecer este trato?- él me miraba afligido y yo no podía dejar de llorar, me tomó de la mano y me llevó hasta el pie de la escalera, se sentó en los primeros escalones y me atrajo hasta si, entonces me acunó en su regazo, abrazándome suavemente, acariciándome el cabello mientras yo no paraba de llorar
  -Perdóname por ser tan idiota Ella, jamás quise lastimarte, deseaba verte sonreír y solo he logrado que llores, por favor detente… por favor perdóname y ya no llores mas…- seguí sollozando mientras él me acunaba en sus brazos, cuando hubo pasado el momento de amargura comprendí donde estaba finalmente, me di cuenta de que estaba entre sus brazos, como una niña pequeña, con la cara hundida en su cuello, percibiendo el perfume que llevaba, el aroma de su piel, escuchando el latido de su corazón, sentí que corría el pelo de mi rostro y me besaba la frente, luego él se paró lentamente y llevándome en brazos me condujo hasta el sofá del salón de diario, me recostó sobre éste, se sentó y colocó mi cabeza en su regazo, me cubrió con una manta, encendió el tele con el sonido muy bajo, y comenzó a acariciarme el cabello y el rostro, me sentí completamente rendida, cerré finalmente los ojos y ahí me dormí.
 Desperté pues la luz del sol se había colado por una de las ventanas y comenzaba a darme en los ojos, me sentía tibia, arropada, la tele seguía encendido, casi mudo y Hyung respiraba acompasadamente con la mano apoyada en mi hombro, de repente acaricio mi mejilla
  -Hola- dijo en un susurro -Tengo hambre, y si desayunamos?- asentí con la cabeza,   -Ve a refrescarte mientras yo lo preparo
  -Ok- me levanté lentamente, sentía los ojos hinchados, no quise mirarlo por vergüenza, al llegar al baño comprobé que efectivamente mi cara lucia espantosa, la lavé con agua fría, pero mis ojos no mejoraron mucho, se ve que la falta de costumbre de llorar de esa manera había hecho estragos con ellos. Volví a la cocina, me sentía un poco apenada, no sabia como habían cambiado las cosas, pero era obvio que algo había cambiado, mas que nada en mi, si, me sentía apenada, pero la furia habitual en mi había disminuido, diría que casi hasta desaparecer. Pero la pregunta seguía siendo la misma, por que? Cuando entre él estaba de espaldas, su saco estaba todo arrugado de pasar toda la noche sentado, se giró y cuando me vio me dedicó una de sus sonrisas únicas
  -Ven… siéntate- vi que había un yogur, una banana y una pera, un vaso de jugo
  -Es demasiado
  -Pero falta el café con leche…- dijo mientras me servia una taza de humeante café teñido de leche y un plato con una croissant -No pude conseguir un rollo de canela como los que hace tu nana- no podía creer las cosas que hacia, o por que las hacia.
  -Vamos! Come antes que se ponga viejo! Jajaja!- su sonrisa refulgía mas que un rayo de sol -Luego iremos a un lugar especial, de acuerdo?- asentí con la cabeza, mientras el croissant se deshacía en migajas al morderlo y él me dedicaba una nueva sonrisa. Salimos a media mañana luego de que tomé un baño y cambié mi camisa desgarrada, me sentía relajada, sentía que todo estaba bien. Hyung golpeó la puerta, al abrirle su perfume me envolvió como un halo mágico, y su sonrisa me paralizo nuevamente -Lista?- asentí y salimos en dirección al lugar especial que había mencionado. La ciudad era todo movimiento, miles de personas circulaban, era colorida y el sol se reflejaba en los rascacielos. Llegamos a una zona apartada de la ciudad y aparcamos frente a una enorme casa, casi tan grande como la de Hyung, me puse un poco nerviosa y el lo percató
  -Descuida, no te preocupes, te dije que era un lugar especial.
 Al llegar a la puerta una joven mujer,  vestida elegante pero juvenil y con el hermoso cabello recogido en un moño informal, rodeada de dos pequeños niños nos salio al encuentro
  -Gwaench´ansumnida!- dijo reverenciándose. 
  -En ingles Miyo! 
  -Oh claro! Bienvenida!
  -Mi amiga Ella, Miyo, trajo mis nuevos caballos
  -Bienvenida Ella, soy Miyo, la hermana mayor de Hyung, el es mi hijo Han y mi hija Mi Sun- los pequeños, de apenas una par de años, corrieron a tomarse de la pierna de Hyung, él los levanto en brazos y les dijo cosas que no entendí, mientras los niños lo abrazaban fuertemente, se notaba que lo querían mucho y él a ellos también. Su hermana era realmente hermosa y sonreía igual que él, me tomó del brazo y me hizo pasar a la casa, le agradecí y ella me sonrío nuevamente…
  -Hyung me había contado de ti, pero realmente no pensé que eras tan linda…
  -Miyo!
  -El es muy vergonzoso, sabes Ella? También es muy sensible, pero no es gay- dijo susurrándome y riendo a la vez.
  -Miyo! Porque dices esas cosas, solo confundes a Ella. Por favor no le hagas caso a sus bromas, son solo eso.
  -Lo se- le conteste tratando de corresponder su sonrisa, lo que fue inútil.
Miyo trajo una jarra con agua y nos sirvió.
  -Así que tu nombre es Rosella?
  -Si, así es…
  -Nuestra madre tiene una gran amiga que se llama igual, no es un nombre muy común, verdad Hyung?- él le sonrío y me miró de reojo pues sabia que no me gustaba que me llamaran así.
  -Ese era el nombre de mi abuela.
  -Pero Ella es mas útil, verdad?
  -Si.
 Entonces Hyung se puso de pié…
  -Seguro que podrás…
  -Si! Quédate tranquila- tomó el agua de la copa de un sorbo, alzó en brazos a los dos pequeños y me dijo sonriendo…
  -Ahora si vamos al lugar especial.
 Me paré para saludar a Miyo y ella me abrazo y me dijo al oído –Hyung es muy feliz a tu lado- yo la miré sorprendida. Nos acompaño hasta la puerta y salimos con los dos pequeños en el asiento posterior. Miraba a Hyung mientras conducía, era realmente un hombre muy particular, jamás lo imagine haciendo vida familiar, rodeado de sobrinos. No era exactamente la persona que creí el día que lo conocí.
 Llegamos a un lugar donde había muchos niños, familias completas hacían una larga cola para entrar, tome a la pequeña Mi Sun de la mano al bajar del vehiculo y ella me sonrió, lo cual sospeche era un rasgo familiar. Hyung me dijo al oído que era el Gran Parque de Seúl, un zoológico considerado uno de los 10 mejores del mundo. Al entrar compramos helados y palomitas de maíz, los pequeños correteaban de un lado a otro, llegamos a un lugar con animales de granja donde los niños alimentaban y conocían las diferentes especies, luego fuimos a la zona de los osos polares, debajo de la piscina donde ellos chapoteaban había una especie de túnel subacuatico, los dos chiquillos estaban enloquecidos con poder ver de cerca a los osos, gritaban y corrían, yo me quedé parada mirando la magnificencia de los animales, en un momento uno de los osos se arrimó hasta el vidrio que nos separaba y apoyó su enorme pata sobre éste, entonces Hyung puso su mano a la par, se veía pequeña, se agaché y me dijo al oído…
  -Estoy feliz…
  -Por que?
  -Porque estas sonriendo
 Me giré para mirarlo, creo que ya no sonreía, él miraba al animal que nadaba gracilmente frente a nosotros, los reflejos de la luz sobre el agua iluminaban su rostro, una tenue sonrisa se dibujaba en su boca perfecta, me quedé mirándolo, sentía los latidos de mi corazón en el estomago, él me miró de improvisto y por un rato nos miramos sin decirnos nada hasta que el pequeño Han lo distrajo. Ya no cabía dudas de que algo me pasaba con él, solo que no estaba segura de poder admitirlo, de si eso seria bueno, ya que solo estaba de visitas y ese tiempo se agotaba a cada paso. Salimos del parque muy tarde, él cargaba en brazos a Mi Sun, que estaba dormida, y yo llevaba de la mano a Han que estaba cubierto de chocolate y ya no tenia ni ganas de correr. Al llegar a la casa de Miyo, entramos y nos encontramos con ella que sonreía de manera cómplice a Hyung. Al despedirnos ella le pasó una canasta y me dijo que era una cena para acampar y me abrazó afectuosamente como si siempre hubiésemos sido amigas. Luego de allí fuimos hasta un parque, sacó la canasta y una manta y nos sentamos en la hierba. La canasta estaba abarrotada de comida, pero solo probé un par de cosas, Hyung se tiró de espaldas sobre la manta y me hizo señas de que me recostara también.
  -Cuando era pequeño deseaba aprender el nombre de todas las estrellas, estaba casi obsesionado, le pedía continuamente a mi padre que me mostrara las constelaciones, pero él casi nunca tenia tiempo. Un día llego de viaje muy tarde, ya era de madrugada, entró en mi cuarto  y me sacó de la cama, me envolvió en una manta y me llevó al jardín de casa, allí, en medio de la hierba había un telescopio, lo había comprado en Alemania especialmente para mi, miramos el cielo toda la noche, hasta que la única estrella que quedaba en el cielo era el lucero del alba. Luego de grande mi afición pasó, pero nunca olvidare aquella noche con mi padre.
 Pasó un rato y yo seguía en silencio…
  -Vamos! Cuéntame algo tú ahora!
  -Háblame de tu familia.
  -Pero ahora te toca a ti!
  -Por favor…
  -Ok! Pero luego no digas que te aburro.
  -Lo prometo- dije con voz sombría. El se incorporó para mirarme, pero no le mostré cuanta envidia había generado en mí su recuerdo, cuanta pena de no poseer nada que se le comparase, nada igual.
  -Bueno… como ya sabes mi padre se dedica a la importación de cereales, toda su vida trabajo, hasta cuando salíamos de vacaciones su secretario venía con nosotros y trabajaba desde el hotel. Mi madre siempre fue muy paciente respecto a eso, pero cuando mi hermana se casó, creyó que yo podría arreglármelas si necesitaba dejarme un tiempo solo, así que apenas se presentó la oportunidad se metió en el mundo de la moda, nunca fue una gran diseñadora de ropa pero si tenia buen gusto con los zapatos, cuando dos de sus colecciones fallaron decidió cambiarse de rubro y allí encontró su medida justa, así que la mayor parte del año se la pasa en Milán, y solo viene para festividades o alguna entrevista, o mas probablemente vallamos nosotros a verla a ella. Mi hermana es otro cantar. Fue hija única hasta los 10 años, pero cuando yo nací no murió de celos, encontró la mascota ideal- reía mientras decía esto –así fue que durante mucho tiempo me llevó y trajo a su antojo, pero luego cuando yo ya no quise hacer lo que a ella le parecía, descubrí que tenia a mi lado a la amiga ideal, es por eso que siempre fuimos muy compañeros. Y yo me gradúe el año pasado en comercio exterior, trabajo para mi padre en las oficinas que tenemos acá y en mi tiempo libre… me aburro… No! Jajaja… En mi tiempo libre me gusta viajar, te gusta viajar?
  -Si… Cuantos años tienes?
  -Veintidós, por?
  -No… por nada…
  -Y tu?
  -Que cosa?
  -Ya sabes… no te enojes pero ya me hiciste tener curiosidad… sobre bueno, tu edad.
  -… Veinticuatro.
  -Ah…
  -Ah que?!
  -Nada!... nada.
 El silencio se prolongo un rato, entonces él insistió…
  -Ok, ahora si te toca a ti.
  -No tengo nada especial que contar- mi vos se apagó lentamente sabiendo que lo que le decía era verdad, que mi vida estaba mas vacía que agujero negro.
  -Por favor… dime lo que sea, cuéntame lo que quieras, prometo jamás develárselo a alguien, pero cuéntame de ti, de tu familia…- puse mis brazos cruzados sobre mi cabeza y él quedó en silencio. Paso un instante prolongado…
-Mi padre siempre fue el típico machista imbécil, falso, arrogante, autoritario, nunca dio lugar a nadie, bueno creo que ya lo conoces. Mi madre se fue de casa cuando tenía seis años, pero nunca la juzgue, sabia que si había tenido que alejarse había sido por culpa de mi padre. Mi nana Rosa siempre me la recuerda, habla de ella como si fuera un ángel, así que siempre pensé que los ángeles debían ser libres y no estar presos en un jaula…, tengo dos hermanos también, el mayor, Max, vive en Alemania y se dedica al negocio de la informática, y Alex es escritor, y hasta hace poco vivía en Paris, pero conoció a alguien especial y se mudó a Londres, por ende casi siempre estuve sola. Mi padre no existió jamás en mi vida excepto para cuestiones practicas, negocios, dinero… y nada mas. La única felicidad que me dio alguna vez en la vida fue un caballo, ya que cada mascota que tuve fue a parar a la casa de algún empleado cuando se hacia insostenible tenerlo escondido en mi closet- hice un prolongado silencio- … y también me gusta viajar.

 La pausa se extendió por un rato largo, nos quedamos mirando el cielo que se fue poblando de nubes lentamente. Hyung se sentó y comenzó a guardar las cosas en la canasta, se puso de pié y me tendió la mano ya que yo seguía tirada en la hierba.
  -Mejor vamos… parece que lloverá.
 Me paré con su ayuda y partimos hacia la casa. El viaje de regreso fue en silencio, pensé que no tendría que haberme abierto con él de esa forma. Al entrar me senté en el sofá del saloncito y él fue a la cocina, pasaron los minutos y no volvía. Fui a ver que ocurría y lo vi apoyado sobre la orilla de la mesada, de espaldas, con la cabeza baja y  en penumbras, nunca lo había visto tan serio.
  -Sucede algo?- dije arrimándome hasta él lentamente- Estas bien?- no se volteo a mirarme, tampoco contesto. Pensé que talvez lo estaba estorbando, así que decidí que era mejor dejarlo solo. Salí por la puerta posterior y caminé hasta los establos. Al entrar los caballos empezaron a removerse con mi presencia, fui mirándolos uno a uno y me pare en la puerta donde había uno negro, esbelto, con la crina hermosamente cortada, tenía su pata delantera derecha blanca, era un placer admirarlo, me quedé prendida de sus ojos, dejó que le acariciara la imponente cabeza, era un animal muy noble. De repente sentí que Hyung estaba parado a mi lado, no lo había escuchado aproximarse así que me asusto.
 -El es Cayo Graco, su pata es blanca porque con ella toco la Vía Láctea, me lo dio Bae Eun Mi hace algunos años, todo cambio desde entonces, excepto el caballo.
 Me quedé muda. La antipática mujer de la noche anterior había tenido algo con él en el pasado, sentí celos, quité lentamente las manos del caballo y él lo notó. No sabia que hacer, no entendía que quería, ni yo…, ni él. De repente se paró tras de mi y cruzó su brazos alrededor de mi cintura atrayéndome contra su cuerpo.
  -Sonríe…- me murmuro poniendo su cabeza al costado de la mía.
  -…
  -Por favor vuelve a sonreír- su vos era triste, pero yo estaba ansiosa con lo que estaba pasando, mi corazón volaba y sentía que me desmayaría si mi respiración no se recuperaba pronto.- Sonríe nuevamente, olvida lo que alguna vez te lastimó, estoy dispuesto hacer todo lo posible por que seas feliz nuevamente, así como cuando estas con los animales. Deseo tanto que me sonrías que planee todo esto del viaje para alejarte de la casa de tu padre porque presentí que algo había allí que te hacia triste y huraña. Luego comprobé que nunca sonreías, se lo conté a Miyo y ella me dijo que debías tener una herida en el corazón que no te lo permitía. Y hoy cuando pedí que me contaras de tu vida, comprobé que había sido un idiota, pero también supe que tengo la voluntad para hacer todo lo posible para curar tu mal.
 Me gire lentamente y quedamos enfrentados, sus ojos eran hermosos, profundos, estaban un poco húmedos. Tenía el gesto ansioso y entristecido a la vez, no había soltado mi cintura, por lo que lo abracé del cuello y hundí mi cabeza en su pecho. Su respiración también era entrecortada. Nos quedamos así por un momento que pareció muy largo, me acariciaba el cabello y la espalda, él era muy dulce, era algo muy nuevo para mí. Me tomó de la mano y volvimos a la casa, se sentía tan bien aquello, deseaba que jamás me soltara. Me acompaño hasta mi cuarto, antes de cerrar la puerta me acaricio la mejilla con la punta de los dedos y me dijo
-Annyeonghijumuseyo…- y se fue a su habitación. Cerré la puerta y me quedé parada, pensaba en tantas cosas, pero en lo que mas pensaba era en su boca. Me puse el pijama y me senté en la cama, paso como una hora y mi inconsciente peleaba por hacer triunfar su idea. Al final, creo que fue mas bien el comienzo, me paré y fui hasta la puerta de su cuarto, dude varias veces de golpear la puerta, finalmente me decidí y él contesto ¨Si¨, el cuarto estaba en penumbras, totalmente desordenado, solo lo iluminaba la tenue luz exterior y la de la pantalla de su  laptop, que mostraba su rostro asombrado. Cerré la puerta tras de mi y caminé hasta su cama, su asombro no desapareció, pero reaccionó nuevamente, dejó el aparato a un costado y abrió las mantas de su cama, me acosté a su lado y él me rodeo con sus brazos. Se quitó las gafas que llevaba puestas, y me arropó con las mantas. Levanté la mirada y encontré la causa de mi desequilibrio, su boca, pero deje de mirarla para poder concentrarme en lo que le quería decir…

  -He sido muy injusta contigo y deseo disculparme- él negó con la cabeza- Espera… creo que no me equivoco al pensar que eres un gran tipo, pero yo soy una persona desconfiada y me ha costado mucho aceptarte, o mas bien aceptar lo que me pasa. Se que no puedo luchar mas contra esto, pero quiero que sepas que tengo miedo- negó nuevamente con la cabeza- Pero creo que estoy dispuesta a aceptar las consecuencias que puedan llegar después…
 Levanté la vista y nos quedamos mirándonos un momento. Me acarició la cara, los parpados, el filo de la nariz, los labios. Levantó mi cara un poco y arrimó sutilmente su boca, su aliento era tibio pero me hacia sentir una extraña electricidad. Me besó suavemente, le respondí de igual forma. Las cosas fueron subiendo de tono y en un momento dado me quitó lentamente la ropa, me besó completamente, todo y finalmente también lo tuve a él, no solo a su hermosa boca, sino a todo él. Fue maravilloso hacer el amor de esa forma, suave, muy suave pero muy excitante a la vez. Quedamos finalmente tirados uno al lado del otro, agitados, no podía dejar de mirarlo, entonces vi que se sonreía…

  -Voy hacer algo, es solo una prueba, pero no te enojes! Prometido?
  -Que clase de prueba?- le dije con el seño fruncido.
  -Confía en mi! Ok?!
  -… no estoy segura, algo te traes entre manos…
  -Vamos! Si te hago enojar prometo comer mañana tus huevos quemados, jajaja!!!
  -…mmm..., esta bien…
 Entonces él comenzó a hacerme cosquillas por todo el cuerpo, yo no aguanté más y empecé a reírme como loca mientras él también reía, en un momento se detuvo, yo estaba agitada y él me sonreía…
  -Listo…- dijo agitadamente- Estas curada, me estas sonriendo.
 Me di cuenta de que efectivamente era así, y él me sonreía con alegría reflejada en el rostro, me había hecho feliz, como nunca lo había sido antes con otra persona. En un lugar lejano a mi hogar había encontrado a la persona que me había hecho sonreír nuevamente. El se giró y tomó su celular de la mesa de noche…
  -Miyo…, está sonriendo…! Ella sonríe! Me sonríe a mí!
 Su hermana gritaba al otro lado del teléfono, y yo sonreí de nuevo. Noté que él era feliz y eso me hizo sentir feliz a mi también.  
   Los días se sucedieron entre mimos y sonrisas cómplices, pasamos casi tres días sin salir de la casa luego de aquella primera noche. Luego comenzaron los paseos por la ciudad, las visitas a su hermana, que estaba casi tan feliz como Hyung
  -Me regalas otra sonrisa Ella?- a mi eso me causaba gracias y le sonreía –Ay! Eres tan hermosa hermana mía! Haras tan feliz al pequeño sapito!
  -Miyo!- le gritaba Hyung avergonzado y yo me sonreía ante sus ocurrencias.
 Planeamos ir a pasar un fin de semana a la isla Jeju. Miyo me había dicho que era un lugar muy romántico. Esa mañana Hyung me dijo que debía ir a las oficinas a resolver algunas cosas y que por mientras yo prepara los bolsos para partir esa tarde. Me encontraba enfrascada en eso, levitando en un estado de felicidad continua, cuando de repente oí el timbre de la casa. Sabía que Hyung no tenía empleados de servicio, así que corrí por las escaleras hacia la puerta. Cuando abrí se borro inmediatamente la sonrisa de mi rostro. Era la irritante chica de aquella noche en el restauran
  -Hola- me dijo dedicándome una sonrisa de autosuficiencia –Puedo pasar?
  -Hyung no se encuentra- le dije secamente –si quieres puedes dejarle algo dicho.
  -No vengo a ver a Hyung, sino a ti. Puedes hacerme pasar o tendré que hablar aquí en la puerta?
 Me aparté y ella pasó, era muy elegante, resaltaba comparada con mi sencillez. Pasó hasta el salón principal, se ve que conocía la casa muy bien y se sentó, yo me quedé de pié, sin mostrarle ningún sentimiento
  -No te sientas?
  -No, estoy ocupada, así que espero que seas breve.
  -Tan pronto y jugando a la señora de la casa!- dijo riendo burlonamente, no le conteste -Trataré de ser breve si así lo deseas. Veras querida, vengo aquí para pedirte que ya termines con este juego, lo he soportado por un tiempo esperando que Hyung se aburriera finalmente. Pero ya no deseo esperar más. Entiendo que tú no lo sepas pero yo te pondré al tanto. Hyung es mi prometido, nuestros padres arreglaron nuestro matrimonio cuando aun éramos niños, así que creo que seria correcto que te apartaras de él, volvieras a tu casa, y dejaras que las cosas vuelvan a ser como tienen que ser, no te parece?
  -Me parece que este monologo termino.
  -Guau! No pensé que serias tan difícil, pero en fin… es solo una recomendación antes de que salgas lastimada- se paró y sonriendo se fue a la puerta, cerré tras de ella sin contestarle nada. Pensé en llamarle a Hyung y pedirle cuantas por el asunto pero entendí que yo no tenia nada que reclamar, él jamás me había prometido nada, sin embargo su familia lo había prometido a él con la pequeña arpía.
 Cavilaba en el asunto cuando sonó mi celular, pensé que era él, no sabia como responderle después de lo sucedido, al contestar escuché que era la voz de Max.
  -Ella… habla Max.
  -Max, como estas? Te extraño, sabes?
  -Yo también Ella- dijo con voz queda.
  -Que sucede?- pregunté preocupada.
  -Se que estas lejos pero no se como decirte esto…
  -Que paso?!
  -Papá… murió ayer.
  -……
  -Llegué esta mañana desde Frankfurt, en casa nadie sabia como comunicártelo, el sepelio es esta tarde, Alex no quiso venir, pero el abogado de papá dice que necesita vernos a todos por lo del testamento- estaba anonadada, olvidé por completo lo acontecido con Bae Eun Mi, decidí que era momento de partir, así que le conteste a mi hermano que saldría esa misma tarde y corté. Fui hasta la planta superior y como una autómata reuní mis cosas, bajé las escaleras y pensé en llamar a Hyung y contarle lo ocurrido, pero luego pensé que seria mejor para él si yo partía y dejaba que él volviera con su prometida.
 Salí de la casa con los ojos llenos de lagrimas, no podía quejarme, yo había aceptado las consecuencias de antemano, y no tenia nada que reclamarle, él me había hecho sonreír nuevamente y me había hecho muy feliz esos días, pero todo tiene un final y el nuestro estaba anunciado desde el principio. Tomé un taxi y fui al aeropuerto, cuando estuve allí apagué el celular y lo arrojé en un basurero, al día siguiente estaba en casa.
 Al llegar me reuní con mi hermano mayor y fuimos a la tumba de mi padre, allí no había más que una lapida de piedra con su nombre y ni una flor seca, había recibido lo que había dado en vida. Algunas lágrimas se agolparon en mis ojos, pero fueron por los años que me había hecho sufrir a mí y los que yo quería. Mi nana Rosa deseaba saber que había sido de mi estadía en Corea, pero le dije que no deseaba hablar de ello y creo que ella lo entendió. Esa noche fui hasta el establo. Rain relincho al verme, entré en su sitio y dormí entre el heno, luego de llorar desconsoladamente por horas, había aprendido a amar y había tenido que dejar de hacerlo en tan poco tiempo, ahora era mas triste que al comienzo. Juré no volver a sonreír jamás, nunca más.

 Mi hermano Alex llego una semana después que yo, venia con su nuevo amor, Robert, un abogado que trabajaba en Londres. Apenas me vio adivino que mi silencio y mi tristeza no eran por mi padre. Nos reunimos en el estudio con el abogado, todos estábamos muy serios, nadie estaba interesado en saber cual había sido la ultima voluntad del difunto. Cuando termino de leer quedamos sorprendidos, no había tenido en cuenta para nada a Max y mucho menos a Alex, había dejado todo, absolutamente todo, a mi nombre. Nadie se sorprendió, solo yo. Cuando comenzaron a pararse dije que al ser yo la heredera de todo deseaba delegar la responsabilidad de los bienes en mi hermano mayor Max, que solo quería para mí un lugar en la casa y la posesión completa de los establos. Alex pareció complacido pues él no deseaba nada de mi padre y juntos convencimos a Max de que aceptara mi propuesta. Esa misma tarde se resolvió todo y mi hermano mayor paso a ser el nuevo dueño de ¨La Virginia¨.
 Antes de partir Alex nos pidió a Max y a mí que hiciéramos un viaje junto a él, deseaba, según decía, renovar el vínculo que nos unía y mostrarnos su nuevo descubrimiento. Necesitaba despejarme, olvidar los días previos, así que acepté. Volé con Alex y Robert hasta Londres, allí se reunió con nosotros Max, que había viajado a Frankfurt para liquidar su negocio y así poder hacerse cargo de la estancia. Juntos, los tres, volamos a Milán. La ciudad me recordó a Hyung, su madre vivía allí la mayor parte del año, pero trate de desterrar este pensamiento. Nos hospedamos en un hermoso hotel cerca de la Piazza Della Scala. A la tarde siguiente a nuestra llegada, Alex nos llevo a un pequeño café en una de las callecitas aledañas a  Las galerías de Vittorio Emanuele. La pasábamos muy bien, mi ánimo se había despejado un poco y disfrutaba la compañía de mis dos hermanos. Entonces Alex nos señalo un cartel sobre un negocio que estaba cruzando la calle, ¨Rosella María Calzature¨ se leía en el. Me asombró leer mi nombre escrito allí, acaso ese era el descubrimiento que había hecho Alex? Nos miró a ambos con gesto serio y luego de un corto silencio en el cual creo que se vio presionado por nuestras curiosas miradas nos dijo:
  -Hace mas o menos dos meses vinimos con Robert a pasar unos días aquí, a Milán, un día me levante muy temprano para visitar museos que quería conocer, entonces la vi, caminaba con la gracia de una princesa, la seguí por las calles hasta que llegamos aquí, y ella entró en ese negocio de enfrente- Max y yo lo mirábamos con mas curiosidad que nunca, no entendíamos de quien hablaba –vine todos los días que estuve en la ciudad hasta este café para verla llegar, solo sirvió para confirmar que era ella.
  -Que quieres decir Alex?- dijo Max un poco irritado por tanto misterio – de quien estas hablando? Explícate mejor ya!
 Yo adivinaba en mi corazón lo que Alex trataba de contarnos pero mis oídos necesitaban oír la confirmación de su boca, mi corazón palpitaba con la posibilidad pero temía profundamente que solo fuese una ilusión
  -De quien hablas Alex?- le dije entonces con voz queda.
  -De nuestra madre
  -…
  -…
  -Ese de allí enfrente es el negocio donde ella trabaja.
 Nos miramos los tres por un largo rato, al tiempo que nuestras manos se tomaban en un gesto cómplice. Entonces me paré y ellos me hicieron un gesto afirmativo con la cabeza, crucé la calle lentamente y me detuve en la puerta del pequeño local, dentro, una hermosa mujer, vestida con un bello vestido beige y un pañuelo al cuello, se movía como un ángel, acomodando cajas y zapatos. Tomé la manija de la puerta y abrí lentamente, ella tenia una caja metálica de caramelos en las manos, al girar para verme la dejó caer y todos los caramelos se desplomaron en el piso. Eso nos asustó a ambas, corrí a su lado a ayudarle a levantarlos y allí acuclilladas nos miramos a los ojos, era casi como mirarme a mi misma en un espejo, sus ojos en mis ojos. Era tan bella como lo era en mis recuerdos, la imagen del ángel…
  -Ella…
  -Madre…
  -Hija mía…
 Nos abrazamos con tanta fuerza que creo que nadie nos hubiera podidos separar, solo sucedió eso cuando a través de la vidriera vio a mis hermanos parados en la vereda, ambos lloraban, nosotras también, ellos entraron entonces y nos fundimos los cuatro en un abrazo infinito. Ella sentía tanta pena y alegría a la vez, no sabia que hacer, entonces Max le dijo:
  -No te preocupes mamá, nosotros no te juzgamos, no sientas pena, solo te pedimos volver a comenzar, creo que ha llegado el momento de dejar todo atrás y empezar todo de nuevo… si tú nos aceptas a nosotros.
  -Como? Ustedes… no están enojados conmigo?- dijo confundida -Siempre tuve intención de buscarlos sabiendo que ya serian mayores, pero estaba segura de que me rechazarían!
  -Jamás madre- dijo Max, negando con la cabeza –Jamás… nosotros sabíamos que tú no habías querido que las cosas fueran así, así que si puedes solo acéptanos de nuevo…
  -Mami- dijo Alex con lágrimas en los ojos.
  -Mamá- le dije abrazándola de nuevo.
 Nos unimos nuevamente en un abrazo, cuanta alegría sentía mi corazón, sentía que reía, Hyung me había curado y ahora podía poner en práctica esa nueva habilidad en mi vida. Estaba tan feliz, el ángel de la guarda había vuelto a mi vida. Luego de un rato de llorar, abrazarnos y besarnos, mi madre nos dijo temerosa
  -Con los años mi vida cambió paulatinamente… - dijo tratando de encontrar las palabras adecuadas -…forme otra familia… pero nunca me olvide de ustedes, ahora ellos me esperan y yo quisiera…
  -Queremos conocerlos… si te parece bien, verdad?- dijo Alex mirándonos a Max y a mi, que asentimos al unísono. Los ojos de nuestra madre se llenaron de lágrimas de alegría, todo podía volver a empezar. Salimos del local los cuatro y caminamos por las calles colmados de alegría, nuestra madre nos condujo hasta una antigua casa de dos pisos, al entrar escuchamos a un hombre que le hablaba en italiano desde una de las habitaciones
  -Rosella! Sei tu bella?! Portato il pane?
 Entramos en una cocina antigua pero restaurada al estilo moderno, un hombre de unos 50 años, con camisa blanca arremangada y corbata suelta, llevaba puesto un delantal de cocina y preparaba cosas frente a la estufa, al vernos entrar quedó sorprendido, y le preguntó a mi madre que traía lagrimas por doquier
  -Bella…- dijo asustado.
  -Vittorio…  questi sono i miei figli- el hombre la miró sobrecogido, nosotros le sonreímos y entonces se arrimó a nosotros secándose las manos con el delantal.
  -Vittorio… non sai la gioia che ho! Ven mi amor, essi sono Alessandro, Massimo e Rosella, i miei figli.
  -Che piacere! Stupefacente! Benvenuto! Ah! Mi scusa! Perdona! Perdona! Io no recordare que ustedes no parlan l´italiano…, pero, que maravillosa sorpresa, como e suceso questo? Staban ustedes buscando a la sua mama?
  -No, fue una coincidencia afortunada- dijo Alex.
  -Un placer Vittorio- dijo Max.
  -El es mi esposo, mi compañero- dijo mamá –este es mi hogar, sean bienvenidos mis niños!- repetía entre risas y lagrimas.
  -Si si, benvenuto! Pasen pasen, chantare en la mesa, la comida stara lista en un momento- dijo Vittorio –Ah! Pero… niñas! Francesca, Sofía,  imparato a conoscere i tuoi fratelli!
 Nos miramos asombrados, aparecieron corriendo dos niñas parecidas a nosotros.
  -Estas son mis pequeñas hijas Francesca y Sofía, Fran y Sofi, tienen diez y ocho  años, son picolinas aun!- las niñas nos saludaron pero no entendían nada. El esposo de mamá nos invito a pasar a la mesa, sirvió pasta y vino mientras hablaba con la alegría de una celebración, reímos y conversamos por horas, finalmente él y las pequeñas se retiraron a dormir, luego de hacernos prometer que nos veríamos al día siguiente. Nos quedamos con nuestra madre, que cada tanto lloraba y reía junto a nosotros, charlando hasta la madrugada. Al partir al hotel ella no podía dejarnos ir, temía no volver a vernos, pero juntos hicimos la promesa de no separarnos ya nunca mas, así hubiera miles de kilómetros entre nosotros.
 Esa noche no dormí, pensé en como había cambiado mi vida en esos últimos tiempos, en que debía cambiar de actitud frente a la vida, dejando todo atrás y comenzando de nuevo. Los días sucesivos fueron llenos de algarabía y cenas colmadas de risas y anécdotas, algunas veces aparecían recuerdos dolorosos, pero el solo hecho de volver a estar reunidos nos hacia felices de nuevo. Pase muchos días junto a mi madre y mis pequeñas hermanas, de paseo o de compras. Un día mi madre tenia una reunión de negocios, al volver del local me dejo en la iglesia de Santa María delle Grazie, donde esta La ultima cena de Jesús de Leonardo da Vinci, pues no podía dejar Milán sin conocerla. La obra era hermosa, más de lo que había imaginado. El lugar se hallaba abarrotado de gente, lugareños y turistas, pero el silencio y la penumbra propias de la iglesia eran sobrecogedores. Ore ante la imagen de María, jamás había sido buena practicante, y pedí que nuestra familia ya nunca mas se disolviera, pedí también, en un momento de puro egoísmo, volver a amar como había amado en aquellos días que no deseaba recordar, pues el dolor de haber tenido que dejar todo eso atrás era mayor que cualquiera que tuviera en ese momento. Salí al atrio de la iglesia y la luz del atardecer me cegó momentáneamente. Al recuperarme de ese brillo lo vi parado en las escalinatas de la iglesia. Estoy segura que mi corazón se detuvo por un momento. Estaba petrificada, tomada del marco del portal de la iglesia, sentía que iba a colapsar, entonces vi que a los pies de la escalera su hermana me miraba muda de la sorpresa, al ver su rostro él giró y me vio, allí, atolondrada, sin saber que hacer. Su rostro se lleno de sorpresa y pena, nos quedamos allí, mirándonos sin decir nada, sentía que se me aguaban los ojos. Empecé a reaccionar, y él también, se acercó lentamente hasta donde yo estaba, entonces retrocedí, debía evitar hablarle pues eso solo abriría aun mas la herida que había dejado en mi corazón, di media vuelta y comencé a correr entre la gente que había dentro de la iglesia, con los ojos llenos de lagrimas, tremolando en espasmos de sollozos, encontré una puerta lateral que daba a un pequeño patio y luego a una calle que bajaba y se unía a otra mas allá. No podía dejar de llorar, no sabia porque Dios me castigaba de esa forma, acaso había sido muy egoísta? El crepúsculo llenaba las calles, corría sin sentido, turbada, y cegada por las lagrimas, entonces me detuve, apoyando la cabeza en una pared de fría piedra que estaba iluminada solo por la luz nocturna, ya no podía mas, entonces me di cuenta de que él estaba parado allí, a menos de un metro de mi, y me miraba con el rostro lleno de aflicción
  -Ella…
 No sabia que decirle, trate de caminar de nuevo, de dejarlo en medio de la noche como si fuera una pesadilla que no deseaba recordar, pero él me tomó del brazo, yo lloraba desconsoladamente
  -Que es lo que quieres?- le dije con amargura –Acaso no te das cuenta de que ya es suficiente? De que no puedo mas?!
  -Yo tampoco Ella… - dijo tratando de abrazarme, pero yo lo golpee en el pecho con los puños cerrados, sin dejar de llorar, mientras el se negaba a soltarme.
  -Por favor… debes escucharme Ella… las cosas no son como tu crees.
  -Basta ya… ya no juegues mas conmigo, porque te ensañas así?!
  -No! Escucha, déjame hablar, veras que jamás quise lastimarte!
  -No! No… no- repetía tratando de zafar de sus manos. El me tomo con fuerza y me empujo contra la pared apoyando mis manos apretadas en sus puños contra la piedra, la luz de la luna iluminaba su rostro lleno de amargura
  -Me escucharas aunque sea lo último que haga. No sabes cuanto sufrí por ti. La tarde que te fuiste de casa fue la más triste de mi vida. Llegue a casa y no te encontré, no sabia donde estabas, tu cosas habían desaparecido, te llame tantas veces a tu celular y no me contestabas. Decidí entonces ir a hablar con mi hermana, al salir encontré a Jin Hee que venía llegando a mi casa, le dije que no tenia tiempo para sus estupideces, él me contestó si ya que había vuelto con Eun Mi él podía cortejarte a ti, yo le pregunte lleno de ira de donde había sacado eso, entonces el me contó lo que había hecho Eun Mi. Me puse furioso Ella, deje allí a Jin Hee, y fui hasta la casa de Bae Eun Mi, allí ella me confirmo lo que Jin Hee me había dicho, entonces me puse como loco, llamaba a tu celular y no contestabas. Estaba loco pensando en la tristeza que podrías estar pasando. Fui a lo de Miyo y le conté lo que había pasado…
  -Basta Hyung… - le dije entre lagrimas.
  -No, debes escucharme – yo negaba con la cabeza –Si… escúchame y después si quieres te dejo ir para siempre pero primero escúchame y considera lo que te digo.
  -No!- dije tratando de apartarme de él.
-No!- me repitió empujándome de nuevo contra la pared –escúchame! Mi hermana llamo a la oficina de mi padre, allí ellos se comunicaron con tu casa y le dijeron que tu padre había fallecido, no sabia que hacer, entonces Miyo me dijo que dejara todo y fuera a buscarte. Así lo hice, pero al llegar a tu casa nadie me quería decir nada de ti, no entendía lo que pasaba, solo me decían que te habías ido, entonces Rosa me dijo como pudo que te habías ido a Europa, en aquel momento ya no supe que hacer. No sabia ya donde buscarte, donde estarías, arrastrando ideas equivocadas. Volví desolado a casa, al llegar Miyo me dijo que nuestra madre había estado un poco enferma de sus pulmones, entonces volamos a Milán con los pequeños, llegamos hace tres días, ésta tarde Miyo me pidió que la acompañara a pasear y jamás pensé que te encontraría en la puerta de Santa María delle Grazie… de verdad… no sabía que te encontraría allí, pero te hubiera seguido por todo el mundo solo para que me escuches, para que entiendas que en verdad te amo… desde el primer momento que te vi, cabalgando en tu caballo… con la melena al viento, moría cuando me mirabas con el seño fruncido, pero deseaba tanto que me sonrieras… por favor Ella…

 Yo aun sollozaba, estaba sorprendida por todo lo que me había dicho, pero no estaba segura de lo que debía hacer. La tormenta no se había despejado de mi cabeza por completo, subí la mirada y él me miraba apenado. Entonces la causa de mi perdición se presento ante mí. Su boca húmeda y rosa, entreabierta y jadeante, me hizo perder el hilo de los pensamientos. Creo que a él le ocurrió lo mismo, porque ya no me miraba los ojos, entonces me besó con fuerza, sin soltar mis manos, yo me removía debajo de su beso, él se apartó, respirábamos entrecortado, soltó suavemente mis manos y puso mis brazos alrededor de su cuello, tomó mi rostro entre sus manos y me besó nuevamente, con delicadeza, pero apasionadamente. Entre beso y beso repetía ´te amo´, y yo ya no pude más. Nos enredamos como nunca lo habíamos hecho antes, allí, contra la pared de fría piedra, rodeados por las sombras de la noche, nos abrazamos y nos besamos hasta que fuimos uno. De repente una luz intensa nos iluminó el rostro, ambos nos asustamos, entonces un hombre vestido de policía se arrimó hasta nosotros
  -Signori vi è un problema?
  -No oficial- le contestó Hyung en ingles al policía –Solo nos besábamos pero ya nos íbamos- me tomó de la cintura y empezamos a caminar, él se sonreía con picardía, yo flotaba junto a él –Buonanotte!- repetía mientras nos alejábamos por la calle oscura, riéndonos de manera cómplice. Parecía que los rezos de esa tarde habían sido efectivos, estaba junto al amor de mi vida, en Milán, en el lugar que menos hubiera esperado encontrarlo, la cura de mi mal.
  -Vamos, debes conocer a mi madre- me dijo
  -No… tu debes conocer a la mía- él me miró sorprendido.
  -Tu madre?...

  -Alex la encontró aquí en Milán, ella debe estar preocupada por mi, quedamos en encontrarnos en la puerta de la iglesia pero termine en una calle desconocida- le dije sonriéndole.
  -Pero… esta todo bien con ella? Por favor cuéntame!
  -Si… esta todo más que bien…- entonces le conté todo lo acaecido desde nuestra llegada a la ciudad, también lo que había ocurrido luego de la muerte de mi padre. Caminamos lentamente, abrazados, hasta que llegamos a la puerta de la antigua casa. Golpee la puerta diciéndole –Es aquí…
  -… por favor ábreme la puerta querida que estoy sacando algo del horno!...-gritó mi madre desde la cocina
  -Ok, ok!- le contestó una voz femenina. Los ojos de Hyung se abrieron como platos, al abrirse la puerta, la sorpresa fue mayúscula cuando vio a la mujer que nos abría
  -Madre!
  -Hyung?
  -… quien es querida?...- dijo mi madre mientras se aproximaba –Rosella! Pasa, pasa! Pero… acaso conoces al hijo de mi amiga?
 Las miradas de sorpresa al vernos tomados de la mano eran casi indescriptibles. Mi madre nos hizo pasar a la cocina de la casa, que se llenaba de aromas de albahaca y oliva. Allí la conversación no disminuyó los rostros sorprendidos, pero cuando las cosas se fueron aclarando, la alegría nos inundo a todos. Al rato llegaron mis hermanos con Vittorio, y tuvimos que ponerlos al tanto del asunto, pero también se alegraron con las nuevas noticias, Vittorio sacó varias botellas de champang y llamamos a Miyo para que viniera, ya que ella había sido nuestra cómplice. La celebración se extendió hasta la madrugada. Estaba segura que esa alegría que había llegado a mi vida ya no desaparecería jamás.
 Unos días después llego su padre. No estaba muy seguro de lo que pasaba, Hyung siempre había sido de hacer las cosas a su modo, pero luego de conversar un rato las cosas cambiaron de perspectiva. Además tuvo la oportunidad de conocer a Max, y cuando los tres comenzaron a hablar de negocios empezó a sentirse a gusto.

 Unos meses después, me mude a Corea con caballos y todo. Mi adorado Rain ahora cabalgaba en tierras orientales. Mi haras ahora funcionaba en los establos de la casa de Hyung. Al comienzo del verano nos casamos en una playa de la isla Jeju, acompañados solo por nuestros seres mas queridos. Todo lo organizó mi querida Miyo, éramos ya grandes amigas. Todos de blanco. Hyung y sus padres me esperaron en el altar improvisado con maderos arrastrados por el mar, de un color blanquecino por la sal adornados con hermosas guirnaldas de plumerias e hibiscus y paños de gasa que flotaban con el viento marino. Me acompañaron hasta allí mi madre y Vittorio, mientras que adelante caminaban Han y Mi Sun arrojando pétalos, mis hermanas Fran y Sofi eran mis pequeñas damas de honor. También estaban allí Miyo y su esposo, mis hermanos Max y Alex con Robert, y desde mi tierra había llegado Rosa, mi adorada nana. Mi vestido lo trajo la mamá de Hyung desde Milán, era de fina organza color hueso, sin corsets apretados ni detalles ostentosos, y aunque mi madre me trajo unos zapatos haciendo juego, llegue a mi boda descalza. Pero lo mas hermoso de todo era él, allí parado, esperándome, vestido con una fina camisa blanca desprendida y un pantalón de lino blanco, parecía la imagen de la perfección, su bronceada piel, sus bellos ojos, sus suaves rasgos, y su hermosa boca, aquella de labios gruesos, con un pequeño corazón en la parte superior, de un tono rosa que invitaba al beso, me esperaban allí, para empezar a vivir de nuevo, una nueva vida, una nueva forma de felicidad.

 Una noche al llegar a casa, me llamó la atención que todo estaba oscuro y silencioso. Al entrar lo llamé por su nombre, y él me contestó desde el imponente comedor que paresia salido de Versalles. Fui hasta allí y las luces también estaban apagadas, la habitación en penumbras parecía más grande, pero no lo vi. Me acerqué hasta la ventana pensando que habría salido al parque por allí, cuando de repente me tomó por la espalda, me giró y me besó con una pasión que abrazaba mientras reventaba los botones de mi blusa y desprendía mi pantalón. Me sentó sobre la mesa y terminó de quitarme todo y me hizo el amor allí, sobre la fastuosa mesa, como si nunca nos hubiésemos tocado, el sudor nos bañaba a ambos, la locura nos contagio a los dos. Finalmente me apretó entre sus brazos y me susurro al oído
  -Hoy hace un año, llegaba a ¨La Virginia¨con mis secretarios, entonces te vi… única… perfecta… capaz de demoler mi mundo… por eso pensé que eso merecía una celebración como esta- dijo con una risa picara en sus preciosos labios.
 Al ver que yo lo miraba seriamente, conmovida por el recuerdo, comenzó a hacerme cosquillas por todo el cuerpo, entonces yo empecé a reír a carcajadas, y el también, al final yo le sonreía agitada, entonces él me dijo:
  -Sonríe Ella… nunca dejes de sonreír para mí.

Fin

Si les gustó, o no (espero que no sea así!), les pido que dejen su comentario

 Besines para todos los que componemos la Ola

  Oli!

6 comentarios:

brendis dijo...

woow!!!!!! te kedo super genial me encanto ya forma parte de mis favoritos en serio muchas gracias y en verdad esperare con muhcas ansias el proximo fanfic!!! woow no acababo de la emocion gracias eres la mejor soy tu fan!!!! jajajaja

edith_arena dijo...

ahhhh solo puedo decir GRACIAS!!! de verdad q tu historia es genial, se siente tan real como si pudiera pasar realmente y no solo fuera una fantasia..... tienes un talento enorme para escribir y crear una historia que te atrapa a cada linea.... a lo mjor suena atrevido pero creo q deberias dedicarte a escribir jejejeje de vdd q disfrute tu historia gracias!!!!

Anónimo dijo...

wow!!!
simplemente hermoso!!!
muchisimas gracias por compartir esta hermosa historia.XD

yuki38 dijo...

amiga, sencillamente genial!!!!, me sorprende y alabo tu capacidad para capturar aquelos pequellos detalles y la forma en que describes a tus personajes.

Anónimo dijo...

Es la 1° vez que comento en el blog, me gusto mucho este fic; tiene de todo; he leído ya también los otros que has escrito, todos ellos excelentes. Como dice una amiga, es de estos fics que deberían ser Dramas Coreanos, gracias por compartir tu historia ñ_ñ. Éxitos!!!!

Nathalia dijo...

Tal y como esperaba de un fic tuyo, perfecto :3 aun que creo que lo debiste haber separado en dos partes por que fue muy extenso, hahaha, pero no importa ^^ Definitivamente eres sorprendente a la hora de escribir, haces que uno viaje a ese mundo, y termine sintiendo lo mismo que la protagonista, definitivamente, WOW!, aun que sabes, disfrute mas leyendo con la canción "You and I de Park Bom", es perfecta para el fic ^^ Ok!Annyeong!! Continua deleitándonos con tus historias ;D

Todos los escritos aquí compartidos son propiedad y responsabilidad de sus autores, estamos aquí para compartidos con tod@s, respeta las ideas de los demás y si quieres usarlos pídeles permiso a sus autores ^^